'Wanted' es, con diferencia, el estreno más sonado del próximo día 12 de septiembre. Está dirigida por Timur Bekmambetov, un director ruso que se ha afiliado a esa "fábrica de sueños" que es Hollywood, cosa que no entiendo. No estoy demasiado puesto en cine ruso, pero en los últimos tiempos he visto dos películas rusas que me han impresionado sobremanera. Se trata de 'Aleksandra' y 'Koktebel'. Ninguno de los respectivos cineastas responsables de estas películas se han vuelto a oír. Y ahora llega este tal Bekmambetov con un esperpéntico díptico que se compone de 'Guardianes de la noche' y 'Guardianes del día', y el tipo hace las maletas y se larga a EEUU en busca de dinero fresco y con productores con los brazos abiertos. No sólo ha sacado a la luz este 'Wanted', que voy a comentar en detalle, sino que prepara el cierre de su trilogía de Guardianes, titulada 'Twilight Watch' y financiada por la Fox, y se empieza a hablar incluso de una posible secuela de la película que nos ocupa. No hay quien lo entienda.
La "cosa" comienza relativamente bien, con el retrato de Wesley Gibson (James McAvoy), un contable frustrado que es consciente de su papel de don nadie y que, como por arte de magia, ve cómo su vida cambia de un día para otro. Y es que es el hijo de un asesino de prestigio que acaba de morir, y sus secuaces, liderados por Sloan (Morgan Freeman) y la sensual Fox (Angelina Jolie), le localizan para que le suceda, ya que es seguro que habrá heredado el poderoso don de su padre. Wesley, al principio escéptico, se enfrenta a su nueva realidad, y esto le da fuerzas para dejar su trabajo, a su novia, que le ponía los cuernos con su mejor amigo, y sentirse satisfecho consigo mismo. Esto supone la primera media hora, que es la única en la que podemos encontrar un mínimo de coherencia.
A partir de ahí, todo son fuegos artificiales, persecuciones, tiroteos y demás parafernalia que no sólo resulta menos creíble de lo habitual, sino que además está penosamente dirigido. Y es que no habrán visto jamás película más autocomplaciente que ésta. El director realiza, literalmente, un ejercicio masturbatorio que se desvanece en cuanto toma forma y que no ha de tomarse en serio porque conllevaría resultados nefastos. El film toma como punto de partida el ya de por sí excesivo cómic de Mark Millar, e intenta acentuar su espíritu frenético con continuas tomas de cámara lenta, CGI sin venir a cuento, y planos cortísimos que incluso dejan a Michael Bay en buen lugar.
'Wanted' es el triunfo del cine de acción demencial, un aborto de una potencial buena película palomitera que desestima la idea de que el espectador puede levantarse e irse si le repugna lo que ve. Porque, de un lado tenemos el desarrollo inverosímil, que reta a la física y a la medicina sin ninguna explicación, y por otro, la ausencia de reflexión moral y un conjunto de giros que no tienen ni rastro de originalidad.
La única lectura posible de este truño es el de la apología de la violencia, y de cómo ser un sanguinario asesino es la forma de sentirse más autorealizado como persona. Los daños colaterales de los jueguecitos que los personajes principales se traen entre manos no importan en absoluto. Por ejemplo, se cae un tren en un precipicio con (probablemente) cientos de pasajeros y uno ha de observar cómo sus vidas son puro adorno, y no hemos de inmutarnos ante su muerte segura.
En cuanto a las actuaciones, no podemos ser muy duros con James McAvoy, que intenta un cambio de registro radical (para librarse de su estereotipo de chico bueno-apocado en 'El último rey de Escocia' y 'Expiación') y a veces hasta convence. Morgan Freeman hace lo que mejor sabe hacer, pero aburre con su falta de riesgo al interpretar por enésima vez a ese mentor sabihondo con criterio. Y Angelina Jolie es un bellezón, eso lo sabemos todos, y 'Wanted' se encarga de reafirmar su condición de sex-symbol. Los fans de Angelina van a disfrutar sobremanera con su papel de "sicaria" efectiva e inflexible. Sólo Terence Stamp y Thomas Kretschmann saben aprovechar los (pocos) minutos en los que aparecen.
'Wanted' es un espectáculo -bizarro- grotesco con multitud de escenas imposibles, con un final atípico pero hilarante por lo absurdo que resulta, y por lo general, horrible pretensión de cine de acción innovador. Es una película para ver en un momento de máximo aburrimiento, en el que uno no tenga ganas de gastar neuronas en ver otra película de mayor calado, y esté dispuesto a marearse con la intrépida sucesión de tomas cada vez más ridículas. En su mayoría, insoportable caos que raramente entretiene pero siempre abruma (en el mal sentido de la palabra) porque su propuesta roza lo ofensivo.