Tras la loa musical que supuso 'Cruce de caminos' ('Crossroads', 1986), un proyecto tan atípico como personal, Walter Hill se asocia con los temibles Mario Kassar y Andrew G. Vajna, que a finales de los ochenta y principios de los noventa se hicieron cargo de la Carolco —concretamente hasta 1995 con la última película salida de la productora, el enorme fiasco, en todos los aspectos 'La isla de las cabezas cortadas' ('Cutthroad Island', Renny Harlin, 1995)—, para la cual Hill realiza tres thrillers de acción, siendo 'Traición sin límite' ('Extreme Prejudice', 1987) el primero de ellos, y también el mejor. Es muy probable que estemos hablando del film más bestia de Walter Hill, aquel en el que da rienda suelta a todas sus inquietudes poniendo en imágenes la muy concisa historia de John Milius y Fred Rexer, que ya habían coincidido en la delirante, por la propuesta, 'Amanecer rojo' ('Red Dawn', 1984) de la que hace poco hicieron un remake.
El libreto de Milius y Rexer fue convertido en guión definitivo por Harry Kleiner y Deric Washburn, cuyo currículum es sencillamente espectacular. El segundo por escribir los libretos de películas como 'El cazador' ('The Deer Hunter', Michael Cimino, 1978) o 'Naves misteriosas' ('Silent Running', Douglas Trumbull, 1972), y con el primero hay que remontarse a directores como Otto Preminger o Samuel Fuller, en películas como '¿Ángel o diablo?' ('Fallen Angel', 1945) o 'La casa de bambú' ('The House of Bamboo', 1955), y también 'Bullit' (id, Peter Yates, 1968) entre otras. El guión es una milimétrica maravilla hiperviolenta, lleno de matices y con una labor ejemplar de síntesis —directo al grano es una de las máximas de Hill— que debió volver loco al director cuando lo leyó. Otro de esos libretos ajenos que Hill hace suyo con su peculiar puesta en escena, esta vez más rabiosa que nunca.
(From here to the end, Spoilers) El inicio de 'Traición sin límite' —espectacular título español para el mucho mejor 'Extreme Prejudice', sacado de 'Apocalypse Now' (id, Francis Ford Coppola, 1979), no por casualidad escrita por Milius— muestra uno por uno al equipo de mercenarios que operará en la frontera de México haciendo pasar un golpe organizado por el gobierno en una de esas operaciones ultrasecretas, por un típico atraco a un banco. Allí Cash Bailey —Powers Boothe en su segunda colaboración con Hill tras 'La presa' ('Southern Comfort', 1981)— uno de los grandes capos de la droga del lugar y que posee ciertos documentos bajo llave que incriminan en actos no demasiado legales al gobierno estadounidense. Dicho inicio, que bebe de 'Los profesionales' ('The Professionals', Richard Brooks, 1966), enseña uno a uno a los supertipos que convertirán el lugar en un infierno, todos ellos comandados por el Mayor Paul Hackett —el muy de moda aquellos años, tanto en el cine como en la televisión, Michael Ironside—, quien tiene planes muy secretos.
Hill recurrió a Nick Nolte para el papel de Jack Benteen, un marshal que se verá metido en medio de toda una guerra privada, quien adelgazó un montón para el personaje, el cual está inspirado en un marshall real. Y 'Traición sin límite' es un claro ejemplo, entre otros muchos, de lo excelente actor que es Nolte, sobre todo si comparamos su interpretación con la de 'Límite: 48 horas' ('48 hrs.', 1982) en la que daba vida a un personaje de similares cacrterísticas. La composición de Nolte es puro minimalismo, muy acorde con el cine de Hill, un hierático marshall tras cuya pétrea mirada —que acojona como pocas— se puede deducir el sentimiento de un hombre que ha comprendido que el mundo es un lugar apestoso dónde morar, un mundo en el que para sobrevivir has de enfrentarte con tu mejor amigo en una lucha a muerte. Nolte hace una de esas interpretaciones físicas —gestos, la manera de andar, de mirar, de moverse, lo es todo— que además de dibujar y describir a la perfección el personaje llenan la pantalla, lo cual sumado a la capacidad de Hill para captar lo esencial con la imagen, eleva el trabajo del actor a lo más alto.
Que el género del western navega todo el rato por 'Traición sin límite' es algo que salta a la vista, ya no sólo porque productores, director y sobre todo guionistas, lo han declarado así, sino porque se ve en todas y cada una de sus secuencias, algunas de ellas verdaderas y magistrales set pieces del cine de acción. Llaman la atención absolutamente todas, desde la inicial, en la que el personaje central queda definido, hasta el excelente atraco, que parece una versión mayúsucla del visto en 'La huída' ('The Getaway', Sam Peckinpah, 1972), y cómo no, el clímax final, todo un homenaje a otro mítico título de tío Sam, 'Grupo salvaje' ('The Wild Bunch', 1969). Una pura orgía de violencia, en la que la contundencia de los disparos nos conmociona de forma brutal, casi podemos sentirlos gracias a esa viscelaridad y energía que imprime un Hill totalmente desbocado a lo que mejor sabe hacer, pero controlando en todo momento lo que hace. Dichas secuencias siguen impactando a día de hoy por su sentido de la violencia, sin remilgos ni conservantes.
La actriz cubana Maria Conchita Alonso, más de moda en aquellos años que ahora, da vida a uno de los personajes femeninos con más protagonismo en el cine de Walter Hill, de hecho es de las pocas películas de su director en las que el protagonista se queda con la chica en un aparente final feliz, que de feliz no tiene nada. Sin embargo, y aquí es donde se halla uno de los puntos más interesantes del film, se queda con la chica porque se la ha ganado, como si de una propiedad se tratase, a tiro limpio. Otro apunte machista en el mundo de hombres de Hill. Al igual que en 'Calles de fuego', bueno y malo lucharán por la mujer de sus vidas; el amor que esta vez triunfará pasando por encima de algunas de las muertes más violentas jamás vistas en una pantalla.
Así es 'Traición sin límite', violenta, vibrante, y de un atroz romanticismo, el de la soledad del hombre violento que retrotae al western, al que Hill le escribe la carta de amor más sangrienta que existe.
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