La deriva que ha tomado la industria cinematográfica durante la última década nos ha hecho asociar las adaptaciones de cómics de temática superheróica —o próximas a ella— con ciertas fórmulas y patrones que, salvando excepciones, se repiten incesantes tanto en lo referente a tonos, estilos, arcos dramáticos e, incluso, aspectos sociales.
Por suerte, cada vez más cineastas se están lanzando a la piscina para demostrar que hay mucha vida más allá de Marvel y DC, siendo una de las últimas Gina Prince-Bythewood, quien, tras su escarceo con los marvelitas 'Capa y Puñal', ha decidido abordar la obra del siempre estimulante Greg Rucka trasladando 'La vieja guardia' a la pequeña pantalla.
Con este nuevo largometraje original, Netflix, quienes tampoco se libran de las pautas predefinidas, vuelve a demostrar ser una compañía abierta a nuevas miradas y conceptos, difíciles de encajar en los férreos grandes estudios, pero incapaz de culminar sus proyectos con la suficiente autoridad como para hacerlos pasar de lo simplemente interesante e introducirlos en el campo de lo memorable.
Venir por la acción, quedarse por los personajes
No cabe duda de que 'La vieja guardia' parte con la grandísima ventaja de contar con un maestro de la viñeta como es Greg Rucka haciéndose cargo del guión que adapta su propio cómic. El escritor ha demostrado en numerosas ocasiones su valía —fantástica su participación en la descomunal 'Gotham Central'—, y ha sabido huir de los grandes lastres que arrastran las historias de orígenes brindando un cóctel narrativo tan equilibrado como inteligente.
El de San Francisco conoce al dedillo a sus personajes y, junto a Prince-Bythewood, ha decidido dedicar buena parte de las fugaces dos horas de metraje del filme a desarrollarlos, aportando trasfondo y detalles a su historia personal y reforzando la empatía. Esto se traduce en un contrapunto dramático que ayuda a sumergirse en el relato y lo dota de una cierta profundidad, atípica en este tipo de trabajos.
Para equilibrarla balanza, directora y guionista no han olvidado la importancia de la acción, regando el conjunto con un buen número de setpieces ambiciosas y espectaculares en concepto, pero irregulares en ejecución. Los tiroteos y peleas están coreografiados con solvencia, pero resueltos puntualmente —por suerte, es lo menos habitual— abusando de la sobreplanificación y con un montaje excesivamente picado que resta espectacularidad al conjunto.
Por supuesto, contar con Charlize Theron a la cabeza del reparto aporta un tremendo valor añadido a 'La vieja guardia', que se aprovecha de su experiencia en cintas como 'Atómica' o 'Mad Max: Furia en la carretera' para dar vida a la heroína protagonista con tanto acierto en lo emocional como en la parte más física física de su trabajo.
Desgraciadamente, la labor de la sudafricana queda ensombrecida, además de por una aborrecible selección de canciones pop fuera de tono, por un buen número de lugares comunes que rompen la magia. Tópicos que pasan por el enésimo villano zuckerbergiano, o por un repertorio de traumas derivados de la inmortalidad que ya hemos explorado con anterioridad en cintas como 'Logan'.
No puedo negar que 'La vieja guardia' me ha ofrecido 125 minutos de inesperado entretenimiento de calidad que me han sorprendido por su ruptura de esquemas en lo que respecta a su violencia, a sus personajes, o al modo en que se carga de un plumazo la heteronormatividad que reina en la inmensa mayoría de producciones homólogas. Por desgracia, y pese a la satisfacción general, una vez terminada la función es imposible desprenderse de ese aroma genérico que tienden a desprender los originales de Netflix, y que impide que perduren en la memoria.
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