En 'Viaje al centro de la Tierra' ('Journey To the Center of the Earth 3D'), Brendan Fraser es un científico cuyo hermano, un verniano –aquellos que creen que lo que escribió Julio Verne era verdad— , desapareció hace años en una expedición. Su cuñada le endosa al sobrino (Josh Hutcherson) por motivos poco claros y, aunque el adolescente en un principio es reacio a pasar unos días con su tío, en seguida le ruega que no lo devuelva con su madre y en su lugar lo lleve a una excursión suicida para seguir una pista que no parecía tener ninguna importancia. Se pagan sendos billetes a Islandia con monedas de cuarto de dólar y aparecen en la caseta de un viejo chiflado. Pero, hete ahí la suerte que en lugar del viejo hay una chica que está más o menos de buen ver (Anita Briem) y que, encima, es capaz de guiarles por la montaña hasta el punto que buscan por un módico precio. Una hora de película después aparecerán en el centro de la Tierra.
Eric Brevig dirige esta aventura que se estrenará tanto en 3D como en 2D, pero que recomiendo ver en tres dimensiones, pues está claro que muchas de las escenas tienen la cercanía de los objetos como aliciente casi exclusivo. Y aquí estoy haciendo un acto de fe porque vi una proyección en 2D, pero quiero creer que de la otra forma valga la pena el visionado. El humor sería el otro punto fuerte de la película con un par de chistes bastante buenos de los que os podéis hacer una idea en el tráiler.
La trama de la película es floja en el sentido de que todas las escenas están muy alargadas y apenas ocurre nada significativo. Por ello mencionaba que hasta la hora de película no llegaban al corazón del planeta. Existen poquísimas secuencias de acción o de lo que se podría llamar aventura y el resto son preliminares o relleno. Probablemente le ocurra a esta película como a la serie 'Invasión Jurásica' ('Primeval'): que los efectos son caros así que los usan un minuto por capítulo y ocupan el resto con temas personales que interesan poco. Por suerte, aquí las partes personales se hacen más llevaderas gracias a la cara de chiste que tiene siempre Fraser y a las chorradas que van diciendo unos y otros. Los efectos especiales, ya que los menciono, no son espectaculares, pero tampoco cantan tanto como para no poder disfrutar las escenas en las que los hay, que son, obviamente, las buenas.
Al ser una película de geología-ficción –un subgénero dentro de la ciencia-ficción que me acabo de inventar— es obvio que no es necesario que nos creamos las cosas que ocurren. Para empezar, en el centro de la Tierra hay magma y al acercarse un poquito, hervirían. Aceptamos la premisa con la intención de pasar un buen rato, pero incluso así, debería cuidarse un poco la verosimilitud. Por mucho que el espectador se haya sumergido voluntariamente en algo imposible no significa que se lo vaya a tragar todo, existen los límites. La mayor parte de las cosas que suceden son imposibles dentro incluso del mundo de ficción inventada. Un científico no tendría la fuerza y habilidad de un superhombre, tres personas no se harían una balsa que resiste más que el Titanic en una hora y media. No sobrevivirían el empujón hasta la superficie. Etc… Pero ya que se ha introducido humor, estos puntos absurdos se pueden ver como parte de la gracia y reírte, quizá de la película en lugar de con ella, lo cual carece de importancia.
En definitiva, es una película que está muy claramente dirigida a una audiencia adolescente o infantil —no es algo negativo, el propio libro de Verne también tiene ese público—, pero que no se puede desdeñar del todo, pues contiene momentos humorísticos que valen la pena y secuencias que son divertidas de ver para imaginarse que se está en esa situación, como le ocurría a aquella caída en la cueva por lo que parecía un tobogán de parque acuático en 'Los Goonies', escenas casi fusilada aquí. Sin pretensiones de ningún tipo y desdeñando paradójicamente la profundidad, 'Viaje al centro de la Tierra' es un producto veraniego que nos llega en época de vuelta al cole.