Julio Verne fue un auténtico visionario. La mayoría de las cosas que describió en sus libros se hicieron realidad: los submarinos, la llegada a la Luna,... Es evidente que no se produjeron exactamente como él lo describió, y también es evidente que otras cosas como realizar un viaje al centro de nuestro planeta es algo totalmente imposible para el ser humano. Pero Verne lo hizo posible para nuestra imaginación, y todo su material fue siempre un excelente punto de partida para numerosas adaptaciones cinematográficas de sus obras.
'Viaje al centro de la Tierra', dirigida en 1959 por Henry Levin es sin duda la más famosa de las adaptaciones del famoso libro de Verne, y se puso en marcha gracias al éxito que obtuvieron con anterioridad las superproducciones '20.000 leguas de viaje submarino' (joya de Richard Fleischer) y 'La vuelta al mundo en 80 días', que se había hecho con un buen número de Oscars. Ambos títulos hicieron que la Fox no escatimase en medios para el presente film, y los resultados en taquilla fueron los deseados.
'Viaje al centro de la Tierra' narra las peripecias de un profesor de Edimburgo, Oliver Linderbrook, descubre un mensaje oculto de un científico desaparecido hace años, y que desvela la forma de llegar al centro de nuestro planeta. Acompañado por un grupo reducido comenzará un viaje que no olvidará jamás, viaje en el que tendrán que enfrentarse a un sinfín de peligros, y no sólo por lo que se encuentren en el camino, sino porque hay otros interesados en hacer que Linderbrook fracase.
Henry Levin, artesano poco conocido pero con un buen número de películas a sus espaldas, se encargó de hacer creíble lo increíble. Hay que subrayar el hecho de que si simplemente pensamos en el argumento del film, éste puede sonar más que ridículo: tres hombres y una mujer deciden introducirse en las entrañas de nuestro planeta, gracias a una misteriosa entrada que se encuentra en un volcán, y allá van soportando temperaturas enormes como si nada, y enfrentándose a criaturas que de ninguna forma podrían vivir allí. Sin embargo, y gracias al enfoque aventurero del asunto, a un ritmo perfecto (sólo un poco perjudicado en su primera media hora, en la cual da la sensación de que tarda un poco en arrancar la función), a una puesta en escena espectacular, con un uso vibrante del color, unos efectos visuales efectivos y una dirección artística ejemplar, no tenemos más remedio que creernos todo lo que nos cuentan. Y a uno no le importa rendirse ante una historia en su base ridícula, pero apasionante en su forma.
Todos y cada uno de los distintos pasajes de su trama, es decir, investigación, descubrimiento, inicio de la aventura, desarrollo, sorpresas y desenlace, están resueltos con gran soltura en los que el espectáculo puro y duro tiene el principal protagonismo. Pero hay algo que me ha llamado la atención en un nuevo visionado de la película, y de lo que me había olvidado por completo. La excelente banda sonora de uno de los compositores cinematográficos por excelencia: Bernard Herrmann. Hasta tal punto viste la película, que muchas de las escenas tiene fuerza únicamente por el trabajo de Herrmann. Atención a la música cuando Lidenbrook realiza experimentos con una pequeña roca que le han regalado, o cuando descubren la forma de adentrarse en el interior del planeta. Herrmann pasa del suspense a la épica con una facilidad asombrosa.
James Mason encabeza un reparto que no llega a estar a la misma altura del brillante actor. Su Lidenbrook es todo un ejemplo de caballerosidad y de inteligencia, y su adaptación a multitud de situaciones le hacen estar por encima de los demás personajes, todos un poco más unidimensionales o planos. Resulta curioso comprobar la química que hay entre Mason y la actriz Arlene Dahl, cuando en realidad no se soportaban durante el rodaje, y todo porque el actor no aguantaba que la actriz fuese tan acicalada y maquillada. Esto último llama la atención, porque mientras vemos que los personajes masculinos terminan hechos unas piltrafas por culpa del viaje, la actriz, a la que simplemente le rompen un poco la ropa, en realidad parece que acaba de salir de un salón de belleza.
'Viaje al centro de la tierra' es un clásico en toda regla del cine infantil, pudiendo disfrutar de su encanto público de todas las edades y de todos los tiempos. Influyó no poco en el cine posterior de aventuras. Sirva como curiosidad el hecho de que Spielberg recurrió a esta película para dos momentos inolvidables de su perfecta 'En busca del arca perdida' (la piedra rodante y el descubrimiento del lugar exacto del arca). Mañana se estrena una nueva versión que se ha filmado en 3-D. Me apuesto mis dos sueldos a que no tiene ni la mitad del encanto que ésta, en la que además no tenemos que aguantar a niños, siendo éstos los destinatarios del film (¿Por qué en los últimos años casi todas las películas infantiles tienen que incluir a niños en sus personajes, la mayoría insoportables, cuando hace décadas no hacía falta, y los críos se lo pasaban en grande?).
'Viaje al centro de la Tierra' está editada en dvd por la Fox.