Movistar ha decidido apostar con fuerza por las series de producción propia para intentar competir con el innegable tirón que tienen las de Netflix. Eso sí, han tardado demasiado en hacerlo y les va a costar encontrar alguna que tenga tanto tirón entre el público como ‘Stranger Things’. Por suerte para ellos, siguen teniendo el estreno en exclusiva de ‘Orange is the New Black’ y ‘House of Cards’, aunque esta última pronto desaparecerá para siempre…
En lo referente a sus series nacionales, hace apenas unas semanas fue el turno de ‘La Zona’, una ambiciosa serie de ciencia-ficción liderada por Eduard Fernández, uno de los mejores actores españoles de nuestro tiempo, y ahora es el turno de ‘Vergüenza’, una propuesta radicalmente diferente. Aquí se apuesta por un tipo de comedia más habitual en producciones extranjeras y funciona durante la mayor parte del tiempo, pero llega un punto durante su primera temporada en el que simplemente pierden el control.
El humor desde la incomodidad
Creo que el título más adecuado para la serie era ‘Vergüenza ajena’, pero se prestaba demasiado al chiste fácil y optaron por dejarlo simplemente en ‘Vergüenza’. Esta aclaración es necesaria porque la base de la película es la incomodidad que generan las situaciones con las que tienen que lidiar sus protagonistas, en la abrumadora mayoría de los casos provocadas por ellos mismos.
Esto sirve para que ‘Vergüenza’ proponga un in crescendo continuado que encuentra su reflejo en la evolución de la relación de pareja de los personajes interpretados por Javier Gutiérrez y Malena Alterio. Él es un desastre y en la vida real estaría considerado como una persona nociva, pero sus responsables muy bien el tono para que el espectador no opte simplemente por el desprecio, algo que sería increíblemente dañino para la serie.
De hecho, Jesús tiene un toque entrañable que hace que uno pueda entender que Nuria esté enamorada de él y vaya sorteando más mal que bien todos los embrollos en los que se mete por su culpa. Ahí ayuda mucho la interpretación de un Gutiérrez que últimamente no para quieto. Afortunadamente tiene el talento suficiente para que sus sucesivos trabajos nunca transmitan la sensación de estar viendo lo mismo. Un buen ejemplo está en comparar lo que hace aquí con su participación en 'Estoy vivo’. Nada que ver, pero notable en ambos casos.
‘Vergüenza’ pierde gas en sus últimos episodios
Apuntaba antes la importancia de la relación entre sus dos protagonistas, y es que durante varios episodios vamos viendo sucesivas grietas en la misma a medida que ella empieza a cansarse de pasarlo siempre mal por su culpa. Ahí surgen los primeros detalles que juegan en contra de ‘Vergüenza’, ya que la serie necesita en todo momento que no nos posiciones en contra de Jesús pero también que nos creamos su pareja cuando él no duda en comportarse de forma censurable cuando le surge la oportunidad.
No obstante, ‘Vergüenza’ logra que el tono no se le escape de las manos por ahí y que ese ir a más no sea obstáculo para que sigamos creyendo que alguien así podría existir. Eso ayuda a que la parte cómica sea más efectiva y a que el drama, siempre latente pero casi nunca protagonista, añada una capa extra que le sienta de fábula a la serie.
El problema es que llega un punto en el eso se rompe y ahí el hechizo se rompe. Ya los momentos incómodos no siempre funcionan cómicamente y la mayor presencia del elemento dramático se salda con un bagaje irregular. Era evidente que el drama iba a tener que ganar presencia al final para que todo tuviera realmente un punto de llegada, pero es que ya varios capítulos antes empiezas a notar que algo no encaja. Sí, te sigues riendo con algunas situaciones –todo lo relacionado con la profesora de inglés es genial-, pero ya hay más tiros fallados.
El buen hacer de todo su reparto evita que eso vaya a más y se convierta en un problema grave, mientras que la serie en todo momento mantiene la compostura en términos de dirección, montaje y ambientación. La cuestión es que simplemente llega un momento en el que te dejas de creer que eso sea posible y todo depende más de que una escena sea divertida o no cuando antes eso había sido la guinda del pastel.
En definitiva, la primera temporada de ‘Vergüenza’ merece la pena pese a que decaiga durante su tramo final. Antes había sido muy divertida manteniendo una dinámica y evolucionando poco a poco en lugar de quedarse en una sucesión de situaciones incómodas para que el espectador se lo pase bien. Además, es cierto que no es algo tan novedoso si lo comparamos con lo que nos ha llegado de fuera en los últimos años, pero para la ficción española es un buen paso adelante.
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