Aunque los prejuicios y un irritante esnobismo cinematográfico que, tristemente, sigue a la orden del día, inviten a muchos a alzar la voz para negarlo categóricamente, dar forma a un blockbuster y llevarlo a buen puerto es un noble arte que requiere mucho más que un desembolso astronómico de dinero para ofrecer un divertimento ruidoso y presidido por un despliegue audiovisual de primer nivel.
Buena muestra del talento y la precisión que deben atesorarse para triunfar en un terreno tan prolífico y competitivo es el escaso número de filmes de esta categoría que han logrado trascender a lo largo de la historia, perdurando en nuestra memoria tan sólo las piezas más brillantes. Genialidades de la talla de la imperecedera 'Terminator 2: El juicio final' de James Cameron, los grandes hitos de la Amblin de los 80 y principios de los 90, esa catedral del cine de acción titulada 'Mad Max: Furia en la carretera' o los primeros tres episodios de cierta saga galáctica ideada por George Lucas.
Con 'Vengadores: Infinity War', Marvel Studios no sólo ha conseguido que una de sus producciones pase a formar parte de este selecto grupo de taquillazos "palomiteros" memorables gestados por grandes estudios, sino que ha aprovechado su periplo durante estos últimos diez años de fantasía superheróica para dar un puñetazo sobre la mesa con una cinta sombría, intensa, dramática y espectacular que redefine por completo el panorama del blockbuster contemporáneo.
El difícilmente rebatible éxito de 'Infinity War' no obedece a más que a la cosecha de todo lo que La Casa de las Ideas ha ido sembrando, pieza a pieza, a través de sus 18 largometrajes estrenados hasta la fecha. Una evolución lógica de la franquicia que se traduce en el crossover soñado por todos los que crecimos entre viñetas y que descubrimos una suerte de segunda infancia cuando vimos a Tony Stark cobrar vida por primera vez bajo la piel de Robert Downey Jr. en la primera 'Iron Man' dirigida por Jon Favreau.
En su tercer trabajo para la franquicia, los hermanos Anthony y Joe Russo vuelven a dar en el clavo aplicando con destreza la fórmula magistral que ha convertido a Marvel en la gran referente de las adaptaciones comiqueras. Y lo han hecho decantando la esencia de todos y cada uno de los realizadores que han aportado su ADN al Universo Cinematográfico Marvelita y reuniendo el desbordante carisma de la infinidad de héroes que han arrasado la taquilla durante la última década en un espectáculo que juega al "cuanto más grande, mejor", y que emocionará especialmente a todos los fieles seguidores que llevan pegados a la pantalla desde 2008.
Thanos y todo lo demás
El mayor indicativo de que la gran aventura cósmica de los Vengadores está concebida pensando en el fan —dejando ligeramente a un lado al espectador neófito que disfrutará igualmente, pero a niveles mucho menos intensos— es el modo en que los directores y guionistas han optado por prescindir por completo de aportar más trasfondo sobre el universo y personajes ya conocidos para volcarse desde los primeros minutos en lo que verdaderamente importa: la terrible amenaza que supone el infame Thanos; auténtica alma de la película.
La primera secuencia del filme, además de resultar ejemplar en términos de guión en cuanto a exponer el conflicto y dejar claro todo lo que está en juego, constituye una sobrecogedora toma de contacto con un Thanos que marca un antes y un después en un Universo Marvel que siempre ha mostrado su principal flaqueza en el tratamiento de sus villanos. De este modo, el arranque de 'Infinity War' conforma unos sólidos cimientos sobre los que construir con un mimo inusitado a un personaje que, por encima de Los héroes más poderosos de la Tierra, se alza como el verdadero protagonista del relato.
En Thanos encontramos, sin duda alguna, al mejor villano que ha pasado por las tres fases del UCM. Kevin Feige y demás responsables del proyecto, conocedores de la importancia del Titán en la mitología del cómic, han volcado gran parte de su esfuerzo en crear un enemigo a la altura de las circunstancias; peligroso, violento e implacable pero, a su vez, movido por unas motivaciones férreas, claras y comprensibles, repleto de capas y calado emcional, y dotado de un espíritu que hace imposible no desarrollar cierta empatía hacia él.
Obviamente, Spider-Man, el Doctor Extraño, Bruce Banner y demás habituales en la saga son de vital importancia en el desarrollo de la historia, pero es Thanos, interpretado por un Josh Brolin fantástico tras la infinidad de capas de CGI que le ocultan, quien posee un objetivo claro y conciso y, por encima de todo, quien presenta el mayor arco evolutivo de entre el asombroso número de personajes que pululan por la pantalla.
Espectáculo y drama unidos en un cóctel sorprendente
Con 'Vengadores: Infinity War', se nos prometió un antes y un después dentro del cine de superhéroes, y huelga decir que han cumplido con creces, llegando incluso a superar las expectativas que muchos teníamos proyectadas sobre ella. No hace falta apuntar que, en lo que respecta a aspectos estrictamente técnicos, la película hace gala de una superioridad incontestable que tardará en ser replicada por cualquier competidora; regalando unas secuencias de acción capaces de dejar boquiabierto al espectador más curtido, haciendo del caos un arte y brindando unas batallas multitudinarias de órdago.
No obstante, donde sí logra sorprender la tercera parte de 'Los Vengadores' es en su inesperada carga dramática. El impecable montaje en paralelo que nos lleva de un lado a otro de la galaxia durante las fugaces dos horas y media de metraje articula un relato que cambia por completo el statu quo del Universo Cinematográfico de Marvel; dominado por un tono más oscuro y trágico de lo habitual en el que, pese a seguir existiendo cabida para el humor —catalizado por la dinámica entre los héroes—, las sonrisas han pasado a convertirse en anomalías especialmente efímeras.
Resulta complicado condensar en palabras el torbellino de sensaciones que te golpea una y otra vez durante, y después del visionado de 'Vengadores: Infinity War'. El atronador bombardeo audiovisual al que nos someten los hermanos Russo, la lóbrega sucesión de giros tan sorprendentes como arriesgados, la grandilocuencia impregnada en sus fotogramas y esa sensación abrumadora, casi mágica, que te embarga durante la proyección, recuerdan al hito del blockbuster que Irvin Kershner culminó en 1980; convirtiendo a la última película de Marvel en 'El imperio contraataca' del cine de superhéroes.
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