‘Vaya par de polis’ (‘Cop Out’, 2010, Kevin Smith) es la película por la cual su director se niega a que, a partir de ahora, sus trabajos cinematográficos sean visionados por críticos de cine, ya que según el director de ‘Clerks’ ellos son los culpables de que el film no haya tenido el éxito esperado. El realizador que vivió tiempos mejores, y para el que esto firma siempre ha estado muy sobrevalorado, ha perdido completamente el norte. Sus últimos trabajos no han obtenido ni el reconocimiento crítico ni la respuesta popular que antaño recibían films como ‘Mallrats’ (id, 1995) o ‘Persiguiendo a Amy’ (‘Chasing Amy’, 1997) y su nombre estaba en boca de todos. Ahora resulta que la culpa de ello es de aquellos que escriben sobre cine, que actúan como dioses implacables y ejercen un poder irresistible que hace que la gente no vaya al cine a ver tal o cual película.
Por otro lado el señor Bruce Willis declaró antes del estreno del film que ‘Vaya par de polis’ —y seguimos con títulos absurdos— tenía uno de los mejores guiones que había leído nunca y que la película pasaría a la historia dentro de su género. Después de ver la película uno llega a la conclusión de que o bien Willis tiene un sentido del humor muy raro o también ha perdido el norte como su colega. La película intenta ser un divertido homenaje a las buddy movies de los años 80, y se queda precisamente en eso, en un intento. Y de los malos.
El argumento del film versa sobre una pareja de policías que fastidian una operación sobre drogas dejando escapar a un importante sospechoso delante de sus narices. Suspendidos de empleo y sueldo seguirán indagando movidos sobre todo por motivos personales. Y ahí se acaba todo, una película de acción no necesita más —¿qué diría Christopher Nolan al respecto?— pero en el caso de don Kevin Smith es que él no da para más, a este señor ya no le importa hacer cine divertido para entretener al público, hace más bien cine divertido para entretenerse él y su pandilla de colegas. Ha llevado al límite del absurdo el término buddy movie, un ejercicio de metalingüismo que más allá de juguetear con la memoria cinéfila del espectador juega con la suya para su único y respetable regocijo, esperando quizá que el público sea cómplice de un juego demasiado banal y que no se aparta de lo que muchos de nosotros hemos hecho más de una vez, rodar una película en vídeo con nuestros amigos para después rompernos de la risa cuando la visionemos.
Pero no todos nos llamamos Kevin Smith ni contamos con la presencia de una estrella de la talla de Bruce Willis —¿os imagináis que todos tuviésemos esa posibilidad?, no quiero ni pensarlo—. Bromas aparte lo cierto es que ‘Vaya par de polis’ pone en evidencia las carencias como realizador por parte de Smith. Su cine se ha caracterizado por poseer cierta chispa en los diálogos, los cuales hacen avanzar sus películas, la acción física nunca se le ha dado bien empezando por el hecho de que su pobre puesta en escena resulta de lo más cutre. La película es una continua retahíla de chistes que cada vez van teniendo menos gracia. Los mejores están todos condensados al principio para que un entregado espectador quede lo suficientemente enganchado y a continuación vaya siendo testigo de la pérdida de gas del film.
El momento del interrogatorio a un sospechoso por parte de Paul (Tracy Morgan) es la mejor escena del film y eso no quiere decir mucho. Una larguísima secuencia llena de referencias cinéfilas famosas por aquello de conectar con el público, que alcanza su apogeo en el momento en el que se cita ‘Jungla de cristal’ (‘Die Hard’, 1988, John McTiernan) y un desganado Bruce Willis comenta que no ha visto tal película. A partir de dicha secuencia todo es chiste tras chiste, la mayor parte sólo porque sí, camuflados de un intento de trama policial de lo más pobre, adornada a su vez con subtramas sobre las vidas personales de la pareja protagonista. La preocupación por no poder pagar la boda de una hija o el miedo a la infidelidad de una mujer son los pensamientos de Jimmy y Paul mientras se las tiene que ver con un gesticulante delincuente.
Tratándose de un film de Kevin Smith lo lógico es que los actores estén desatados y con mucho espacio para ellos, pero una cosa es dejar que se luzcan y otra que tengan la película a su total servicio. Frente al hecho de un Bruce Willis carente de toda simpatía tenemos que soportar a un Tracy Morgan parlanchín y de nula química con su compañero. Pero no es el único actor insoportable del conjunto. Guillermo Díaz y sobre todo Seann William Scott son el claro ejemplo de histrionismo, y en el caso del segundo es la prueba palpable, dada su aparición final durante los créditos, de que la película o se ha tomado a coña o se ha sufrido mucho. De todos modos a lo primero el señor Smith no ayuda nada.