'Valeria': la nueva serie española de Netflix quiere ser la versión madrileña de 'Sexo en Nueva York' pero le falta naturalidad

Desde el estreno de ‘Las chicas del cable’ en 2017, Netflix ha ido estrenando varias series españolas como ‘Élite’, ‘Alta mar’, ‘Hache’, ‘El vecino’ o las nuevas temporadas de ‘La casa de papel’, pero nunca había lanzado dos nuevas producciones separadas entre sí por apenas una semana. Eso es justamente lo que va a suceder este mes de mayo de 2020, ya que este viernes día 8 es el turno de 'Valeria' y dentro de siete días será la ocasión de ‘White Lines’.

Habrá que ver si eso no se vuelve en su contra, pero aparentemente son dos títulos sin nada que ver entre sí más allá de su nacionalidad. ‘White Lines’ promete ser una vibrante alternativa a ‘La casa de papel’, con la cual comparte creador, mientras que ‘Valeria’ parece una especie de versión española de ‘Sexo en Nueva York’, una de las reconocidas influencias de Elísabet Benavent, la autora de la saga literaria que adapta esta serie de Netflix que a mí no me ha terminado de convencer.

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No consigue la ansiada naturalidad

Por ahora han sido cuatro los episodios que he podido ver de ‘Valeria’ -los que Netflix puso a disposición de la prensa- y uno de los aspectos que más me ha molestado es que ni siquiera en aquellos temas en los que me podía sentir más familiarizado se consigue la naturalidad necesaria para engancharte -aunque sí que se busca- y conseguir como efecto secundario que te interesen aquellas tramas que sobre el papel te resultan más indiferentes.

Este problema es algo que achaco más a los guiones que al trabajo del reparto, liderado por una inspirada Diana Gómez que merecía un material mejor para potenciar el encanto de su interpretación. Ahí es donde ‘Valeria’ llega a interesarme, ya que su interpretación sí hace pensar en que la serie podría ser algo estimulante, pero es algo que los guiones van minando progresivamente hasta el punto de que se queda lejos de ser suficiente para seguir viendo episodios con ganas.

Quizá sea porque se nos vende a Valeria como alguien perdida en todos los ámbitos de la vida y la forma en la que se muestra más interesada en reconducirlo es a través de la vía sentimental -sí, está también su frustración como escritora, pero su importancia parece ir diluyéndose a medida que la serie avanza-, planteando un interesante dilema en la relación con su marido para luego resultar un tanto monótona en la tentación que supone para ella el personaje interpretado por Maxi Iglesias.

Ese rasgo también se extiende, al menos por ahora, a los diferentes problemas a los que tiene  que hacer frente las amigas de la protagonista. No parece existir tanto un interés en ahondar en ellos de forma individual como en el hecho de ser una necesidad para que cada una de ellas tenga un motor que motive sus acciones. Haciéndolo así nunca consiguen ponerlo a plena velocidad, siendo Silma López la que sale mejor parada, ya que consigue transmitir bastante bien la energía que requiere su personaje.

Más sombras que luces

El resto del reparto principal no aporta nada que me haga tener ganas de saber más sobre sus personajes. Soy consciente de que sobre el papel no soy el target de una serie como ‘Valeria’ -lo cual no quita que me pudiera gustar perfectamente, simplemente lo tendría un poco más difícil-, pero si hasta en ocasiones parece que me quieren “echar” en lugar de hacer algún tipo de esfuerzo para retenerme, mal vamos.

Aparte, la serie tampoco parece tener muy claro si busca ofrecer una visión idílica o un retrato más amargo. Cuando quiere potenciar aspectos como el hecho de estar rodado en Madrid, tiende a lo primero, mientras que en los momentos más íntimos va más en la segunda línea, provocando así cierto caos en el tono de la serie. Eso quizá se solucione cuando los personajes hayan terminado de despegar, pero no creo que tenga paciencia para seguir esperando y además perfectamente se pueden quedar estancados ad eternum.

Tampoco ayuda que haya en todo momento cierta capa de superficialidad que cuando la serie es más ligera no desentona, pero que se vuelve en su contra cuando usa los mismos mecanismos para abordar situaciones más complicadas. A veces incluso parece que quiere tocar ciertos temas porque los sabe importantes pero sin hacer un esfuerzo en ir más allá de lo que cualquier enfoque más tópico ya nos ha dado previamente. Para eso mejor no hagas nada.

En resumidas cuentas

‘Valeria’ se queda, en el mejor de los casos, en tierra de nadie. No termina de saber conjugar todos los ingredientes que utiliza y eso impide que consiga esa naturalidad que busca con tanto ahínco. De hecho, a veces hasta se siente un poco falsa por la forma que tiene de abordar la historia. En lo positivo destaca el trabajo de su protagonista pese a que su personaje tampoco esté muy bien perfilado.

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