Voy a empezar esta vez por lo que diría al final: hay que ir a ver ‘Up in the Air’. Os lo dice alguien que cree que la película está muy lejos de ser perfecta, que ha visto importantes defectos en ella y que considera que Jason Reitman da un patinazo adoctrinando al público. ¿Por qué? Porque en ‘Up in the Air’ hay tres ingredientes que a mí me parecen fundamentales, y no los suelo encontrar normalmente cuando voy al cine. Son éstos: excelentes interpretaciones, un puñado de grandes escenas y (quizá lo más importante) la capacidad de generar una reflexión sobre el tema más relevante de todos: ¿qué quieres en tu vida?
La película ‘Up in the Air’ se basa en el libro de ficción homónimo escrito por Walter Kirn sobre Ryan Bingham, un “experto en despidos”, un tipo que vive en el aire, viajando constantemente de un lado para otro, sin casa, sin propiedades y sin relaciones estables; y lo disfruta. Jason Reitman ha dicho que en un principio le interesó la profesión y la filosofía de vida descrita por Kirn, y que quiso humanizar al personaje (léase hacerlo contradictorio). Luego se lo pensó mejor (pensar mucho es una buena receta para crear mejores historias) y empezó a añadir elementos y personajes, hasta dar con un elaborado guión en el que recibió la ayuda de Sheldon Turner. De este modo, su ‘Up in the Air’ ya no hablaba de una persona y su forma de vida, sino de muchas personas, de sus formas de vida y del sentido que intentan darle.
Reitman debutó en el cine en 2006 con la aplaudida ‘Gracias por fumar’, una estupenda comedia con muy mala uva en la que brillaba el actor Aaron Eckhart, interpretando a Nick Naylor, un profesional de la persuasión. El eje central de la trama consistía en que este hombre, solitario y de vida aparentemente perfecta, tenía que realizar un viaje con su hijo; por supuesto, durante el tiempo que estaban juntos, hablaban sobre su trabajo y su forma de ver la vida. Este esquema, muy útil (porque puedes mover a tu personaje y enfrentarlo a múltiples situaciones), lo vuelve a repetir el cineasta en su nuevo largometraje, de ahí que por ejemplo mi compañera Beatriz la haya calificado como la hermana menor de ‘Gracias por fumar’.
No veo que ‘Up in the Air’ sea inferior al primer trabajo de Reitman, y es que a pesar de que sus engranajes argumentales se parecen, son películas muy diferentes. El tono es totalmente distinto. Mientras que su ópera prima es ácida, desvergonzada y gamberra, juega a golpear y salir corriendo, su última película es más seria, adulta y triste, es una película de alguien que pasa de lucirse y trata de crear un discurso contundente y razonado sobre temas importantes. La cuestión es si lo consigue o no, y creo que esto dependerá bastante de cada espectador y su situación concreta al ver el film. Creo que Reitman es un tipo muy inteligente, tiene talento y ambición, pero no es todavía ese gran autor y cineasta que debe pensar que es; algo a lo que seguro habrá contribuido la prensa norteamericana, que se derrite con él, y los premios recibidos por su anterior trabajo, ‘Juno’, que estaba lejos de ser esa grandiosa película que nos vendieron.
Dicho con otras palabras, aunque se agradece el intento, Reitman no debería pretender dar lecciones sobre la vida a los demás. Y eso es lo que llega a hacer en ‘Up in the Air’. Durante un primer tramo deja que sea Ryan Bingham, el personaje de la novela de Kirn, quien tome las riendas, quien hable y quien se meta al público en el bolsillo (de un modo similar a como lo hacía Nick Naylor). Pero poco a poco Reitman le va complicando la vida a este hombre y es cuando empieza a mostrar sus cartas, a dejar caer su forma de ver las cosas, especialmente con el retrato de las dos mujeres que más tiempo acompañan a Bingham (la veinteañera y la casi cuarentona). Y en el último tramo es donde se revela el pastel (tranquilos, no voy a contar nada), donde Bingham se desmonta y pasa a ser Reitman, aleccionando al público. De ahí que se alternen momentos muy buenos, de auténtico cine, con otros lamentables, de completo charlatán.
Reflexión, equilibrio y contrariedades
No creo en eso de las películas perfectas. Todas, hasta los grandes clásicos, tienen defectos, porque son parte de un proceso que dura bastante tiempo, con muchas fases, en el que están implicadas muchas personas, así que en cierto modo es como un milagro que salgan bien. Pero evidentemente el talento de quienes las hacen queda impreso, y la habilidad de los narradores queda patente, de ahí que podamos pasar por encima de los puntos débiles y disfrutemos la película, en su conjunto. Haciendo balance, los aciertos de ‘Up in the Air’ pesan más que los errores. Mucho más. Sigo pensando que, por más que me guste ver cine palomitero, de acción y efectos especiales, no hay nada como un buena historia humana, apoyada en el trabajo de los actores, pareciendo que no hay cámara ni artificios, que estamos contemplando algo verdadero.
¿Cuántas veces vemos una película y podemos decir “me encantaría que ese personaje existiera para poder hablar con él”? Bueno, aquí pasa eso, y no sólo con el protagonista. Pero al César lo que es del César, George Clooney está fantástico. Aprovecha el estupendo personaje que es Bingham para desarrollarlo y darle vida, hacerlo creíble, de carne y hueso. El suyo es un personaje de los que no se escriben a menudo (en el cine), con personalidad, estilo y discurso; con su forma de hacer las cosas. Aunque luego se equivoque. En este sentido, podemos discutir si su evolución durante la película es más o menos forzada, pero repito, al final lo que importa es que el bloque funciona, a pesar de que pensemos que había mejores maneras de arreglar determinadas cuestiones. Vera Farmiga también está espléndida, tremendamente atractiva, en un personaje que normalmente suele estar representado de forma muy simplista en la gran pantalla. J.K. Simmons o Zach Galifianakis también intervienen en el film, en cameos que enriquecen la película; se ve que Reitman tiene amigos.
Para mí, la gran sorpresa es Anna Kendrick en el papel de Natalie, una joven brillante que sigue con rigidez lo que cree que está bien, pero en el fondo es una mujer débil e insegura. Con un impresionante expediente y grandes ideas, Natalie llega a la empresa donde trabaja Bingham para poner patas arriba su cómodo mundo. Éste argumenta que es muy inexperta para entender de qué va la profesión (la vida) en la que se ha metido, y su jefe (un estupendo Jason Bateman) le propone que lo demuestre, así que Bingham se lleva a la chica de viaje para que aprenda cómo es de verdad el negocio (la vida). Desde que están juntos, la película aumenta en interés. La diferencia de personalidades y de formas de ver el mundo, el contraste entre estos dos personajes permite profundizar en los temas de la película y la hace más entretenida. Con el tiempo, los dos aprenden un poco el uno del otro, fracturándose esa apariencia de sólida seguridad con la que iniciaron el viaje. Algo que me encanta del guión de Reitman y Turner es la debilidad interior de los personajes, sus contradicciones y sus autoengaños (la conversación sobre la madurez y la “vida real” es muy significativa), lo que los hace más humanos y creíbles.
Podemos, y debemos, criticar el excesivo subrayado que Reitman hace en el tramo final, su desacierto a la hora de encajar mejor la problemática de los despidos en la trama personal de los protagonistas, o escenas concretas donde el guión flaquea (la escena conflictiva de Danny McBride se resuelve de forma muy mecánica), pero pienso que ante todo hay que valorar el trabajo de los actores, los momentos de gran cine (la secuencia del despido por videoconferencia) y la intención de contar algo trascendente, que nos haga reflexionar sobre nuestras propias decisiones vitales. Para concluir, os dejo el primer tráiler de la película, una joyita de dos minutos que resume perfectamente la filosofía del protagonista. Repito, que nadie se pierda ‘Up in the Air’, y si no es mucho pedir, quiero leeros, quiero saber qué os ha parecido.
Otra crítica en Blogdecine:
‘Up in the Air’, sólida comedia con buenas interpretaciones y mejor guión