Ángeles González Sinde ha adaptado y dirigido la novela de Elvira Lindo 'Una palabra tuya', con Malena Alterio, Esperanza Pedreño y Antonio de la Torre como protagonistas.
Rosario (Alterio) es la hija menor de una familia venida a menos, ha estudiado hasta primero de carrera y vive en una de las casas más bonitas del barrio de Argüelles. Trabaja como asistenta en el Edificio España y es obvio que se avergüenza, ya que cuando se reencuentra con Milagros (Pedreño), una antigua compañera de instituto, le miente diciendo que es empleada de banca y que va a conseguir un contrato fijo. Milagros conduce el taxi de su tío por las mañanas, pero no le saca ningún beneficio, ya que no tiene interés en encontrar clientes. Ambas pierden sus empleos y se colocan en una contrata de limpieza del Ayuntamiento. Su amistad es tan cercana que las compañeras piensan que son lesbianas y Morsa (de la Torre), un chico sencillo, se acerca a Rosario con la intención de comprobar si esos rumores son ciertos. Las vidas de Rosario y de Milagros están ensombrecidas por las tragedias del pasado y, aunque una ponga buena cara a todo y la otra se haga la dura, se puede comprender que no son capaces de ser felices.
Admiro mucho el trabajo de Lindo como guionista y sus libros de 'Manolito Gafotas', de los que la primera adaptación que se hizo –la que firmó Albaladejo— era un gran film social. Sin embargo, sus novelas para adultos no me terminaron nunca de convencer. Lo intenté con dos de ellas y confieso que ya ni siquiera me acerqué a 'Una palabra tuya'. Lo mejor que tiene la autora, que es esa capacidad para captar el habla cotidiana y crear humor en momentos críticos, me parecía que se plasmaba mejor en sus películas y en estos libros infantiles. En la adaptación de 'Una palabra tuya' los personajes son lo que tiene más valor y eso viene claramente de Lindo, aunque el trabajo de las actrices ha aportado mucho a esa creación de tipos humanos.
Ya que ambas intérpretes han hecho sus trabajos más celebres en series televisivas cómicas, no han tardado en levantarse los prejuicios contra sus actuaciones en la película con la queja de que están igual que en la tele. Probablemente si se tratase de actores norteamericanos de otro tipo de producción, el hecho de que repitiesen el papel, como hacen muchas estrellas de renombre, se consideraría un aliciente. Mi opinión es que tanto Pedreño como Alterio son lo mejor de un film que no es ni mucho menos perfecto; de una película que, sin ellas, habría resultado igual que tantas producciones españolas que lo único que saben hacer es aburrirte con situaciones cotidianas para más adelante asestarte un golpe con un acontecimiento triste y que así no puedas decir que la película no vale nada porque quedarías como alguien insensible.
Ambas actrices aportan a 'Una palabra tuya' un tono agridulce que es muy importante para restarle gravedad y pretenciosidad. Al mismo tiempo, tienen el mérito de saber trasladar el humor de Lindo, la forma de ver la vida de esta mujer: siempre con una sonrisa en los labios, pero cercana en todo momento a la verdadera tragedia y sin restarle un ápice de importancia.
Pedreño interpreta a un personaje que resulta muy difícil porque es muy extremo. Con una actriz con menor encanto, Milagros podría haber quedado como una tonta o haber hastiado demasiado pronto al espectador. Alterio tiene también un difícil trabajo porque debe transmitir mucho subtexto, es decir, expresar una gran cantidad de sentimientos sin decirlos directamente con palabras. Esto está logrado perfectamente y considero que no cae antipática, a pesar de la sequedad con la que se comporta o la altivez que parece tener. Se comprende muy bien su inicial rechazo a considerar a Morsa como el hombre de su vida, reflejado en esa intención de no descender de clase social que está expresada en una frase muy elocuente: "Sí, hombre, hasta Fuenlabrada me voy a ir yo ahora". Rosario es el personaje que más aprende con la película, que más madura: ella misma comprenderá que no tenía sentido toda esa delicadeza de la que la acusa Milagros. Antonio de la Torre aporta el punto justo que necesitaba la película o que necesitaban conocer esas mujeres: si ellas son personas que le dan tantas vueltas a las cosas que no son capaces de ser felices, él es alguien tan sencillote que ve la vida de una forma mucho más positiva.
En el film vemos, por lo tanto, un poco del alma de Elvira Lindo, un mucho del alma de las dos actrices principales e incluso bastante del alma del actor, Antonio de la Torre. Lo que no vemos por ninguna parte es el alma de la directora y guionista, por mucho que ella asegurase en la rueda de prensa que había adaptado esta novela porque lo necesitaba. Lo que aporta González Sinde a la película se queda frío, como le ocurre casi siempre a Gracia Querejeta. La manera de dirigir de la presidenta de la Academia es muy sobria, ella misma lo declara así, lo cual creo que funcionaría muy bien con este tipo de historia si la sobriedad se refiriese únicamente a la puesta en escena –entendamos aquí puesta en escena por tamaño de planos, movimientos de cámara y montaje, no por la verdadera acepción de la expresión—, pero no se limita a eso, la frialdad también está en la historia. Se percibe un gran vacío en más de la primera mitad del metraje, que sólo llenan las actrices.
Esta parquedad en la dirección de González Sinde se mezcla en momentos muy concretos con ese costumbrismo humorístico cercano a Almodóvar que Elvira escribe de lo lindo. La mujer que arroja la basura desde su ventana podría haber sido Chus Lampreave en cualquier film del manchego. Los inicios del film, en un pueblo de Toledo, también se podrían encontrar en sus películas. Sin embargo, del lado más propio de la directora lo que vemos se parece más a 'La soledad', de Jaime Rosales. Dos extremos demasiado diferenciados que van tirando de la película, como si fuese una goma elástica, sin permitir que se asiente en un tono concreto, en una forma de narrar que se vea propia de la cineasta.
El guión de González Sinde crea una estructura en flashbacks que probablemente no estaba en la novela. Debido a eso, la información que tiene la capacidad de emocionarnos se reserva para un momento cercano al final en el que se carga todo el dramatismo de la película. Si durante un largo fragmento inicial, 'Una palabra tuya' podría ser cualquiera de estas películas que no nos cuentan nada y son aburridas –del aburrimiento, en este caso, nos salva la gracia de las actrices—, el momento en el que la temperatura dramática sube sí que tiene la capacidad de poner la piel de gallina. El final es muy efectivo sin que el truco de guión de reservarse la información se haga especialmente evidente o parezca tramposo.
Finalmente, 'Una palabra tuya' es una película que te hace pensar y que sirve muy bien para que nos demos cuenta de que casi siempre nos quejamos de nuestras situaciones casi como deporte, sin pensar realmente lo que sufren los demás. Aunque se abren muchos temas: la familia, la maternidad, las drogas, la pobreza, el paro, los problemas psicológicos… cada persona que vea el film puede quedarse con un aspecto más concreto del que extraer una conclusión. Y por lo tanto, se pueden olvidar las imperfecciones de la película para llevarse una impresión positiva.
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