Parece que lleva tanto tiempo “acompañándonos” que es fácil olvidarse de que la carrera de Scarlett Johansson ha pasado por varios altibajos. Su popularidad se disparó gracias a ‘Lost in Translation’, pero el batacazo de ‘La isla’ (‘The Island’) hizo que Hollywood perdiese el interés en ella para liderar grandes producciones. Por suerte para ella, eso coincidió con el inicio de su relación profesional con Woody Allen, la cual curiosamente llegó a su fin poco antes de su fichaje por Marvel.
La Viuda Negra terminó de consagrar a Johansson y el gran éxito de ‘Lucy’ provocó que aumentasen las peticiones de que tuviera su aventura propia. Cada vez parece más complicado que eso suceda, pero ella sigue trabajando sin descanso. Hace unos meses pudimos verla en la deficiente ‘Ghost in the Shell: El alma de la máquina’ y ahora le toca mostrar una imagen muy diferente en ‘Una noche fuera de control’ (‘Rough Night’), una película floja pero no del todo despreciable en la que lo mejor, eso sí, será disfrutar del aire acondicionado de tu sala de cine.
Ojalá se pareciera más a ‘Very Bad Things’
A estas alturas es casi imposible que cualquier producción de Hollywood se libre de comparaciones con títulos previos. En algunos casos tiene más sentido que otros y leyendo la premisa de ‘Una noche fuera de control’ era difícil no acordarse de ‘Very Bad Things’, la alocada ópera prima de Peter Berg. Allí el humor negro era el dominante, pero ese no es el camino a seguir en la cinta que nos ocupa -y es una pena, que suele acertar cuando le da un poco de cancha al humor negro-, la cual está más preocupada por llegar a una mayor cantidad de público y opta por una senda diferente.
¿Qué es exactamente lo que propone ‘Una noche fuera de control’ cuando un grupo de amigas mata accidental a un stripper? Creo que ni siquiera los responsables lo tienen del todo claro, pero sí que confiando en los excesos, los cuales hasta entonces se habían centrado en los diálogos, iban a conseguir llamar la atención del público. Sobre el papel no hay nada negativo en ella, pero toda comedia ha de crear un clima adecuado sobre el que construir sus gags y aquí da la sensación de que simplemente todo vale y por ahí es por donde la película se va viniendo abajo.
No obstante, empecemos por los primeros minutos, que sirven para presentar a las cinco protagonistas y entender un poco los pormenores tanto de su vida personal como de su amistad. Lo primero no podría ser más anodino -lo de la carrera política del personaje de Johnasson es uno de los puntos más flojos del relato y lastra su actuación-, mientras que en lo segundo no se llega a establecer una dinámica interesante, creando dos especie de subtramas que todos saben el punto de llegada sin que por el camino haya nada que nos enganche.
‘Una noche fuera de control’ falla bastante más que acierta
De esta forma, el atractivo de la cinta dirigida por Lucia Aniello, también guionista de la misma junto a Paul W. Downs, queda reducido a lo divertidos que puedan ser escenas o gags puntuales, sin llegar nunca a encadenar varias. Puede ser una frase por aquí o lo que hace un personaje allí, pero siempre es algo que luego cae en saco roto por la presencia de fácilmente otros cinco chistes o escenas que solamente sirven para estirar un poco más la historia.
No me cabe duda de que los principales responsables de ello son Aniello y Downs, porque las cinco protagonistas cumplen con relativa solvencia -al menos se las ve implicadas e intentando que el material que tienen entre manos funcione de la mejor forma posible- y el plantel de secundarios tampoco lo hace nada mal. Casualidad o no, el personaje interpretado por el propio Downs es el que más cerca tiene de tener un arco de personaje satisfactorio, pasando de su actitud retraída inicial a un exceso total. La cuestión es que tiene sentido y solamente alguna salida de tono impide que cuaje completamente.
Sin embargo, el verdadero eje de la película recae sobre Johansson, Kate McKinnon, Jillian Bell, Zoë Kravitz e Ilana Glazer y ahí parece más que sea el guion el que está improvisando en lugar de ellas. Sí que son necesarias las situaciones divertidas en cualquier comedia, pero hay que ir allanando el camino en lugar de forzarlas, y aquí esto último es el pan nuestro de cada minuto. ¿Qué así consigue algunas risas? Sin duda, pero también que sea una película muy irregular en la que además abunda más lo que no funciona que lo que sí lo hace.
Además, es cierto que se agradece que no vuelvan a ser los hombres los que se desmadren -eso ya lo hemos visto miles de veces y puede seguir siendo divertido, pero mejor que haya variedad-, pero ese toque femenino no va más allá de lo superficial y queda reducido a detalles aquí y allá en función de lo que les interese a los guionistas en ese momento -giros forzados, tanto argumentales como de actitud de los personajes, los que queráis-.
En definitiva, ‘Una noche fuera de control’ es una película discreta que al menos no fracasa por completo como comedia, ya que sí consigue sacar algunas risas al espectador. Lo hace, eso sí, a través de una apuesta que la condena a ser, en el mejor de los casos, un pasatiempo de usar y tirar. Lástima que nunca logre establecer un escenario propicio y opte por ir a lo loco a ver qué pasa.
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