Stephan Elliott realiza la comedia ‘Una familia con clase’ basándose en la obra teatral ‘Easy Virtue’, de Noel Coward, en la que ya se había basado Alfred Hitchcock en 1927 para rodar ‘Vida alegre’.
En esta versión, Ben Barnes interpreta a un mimado niñato hijo de una familia campestre inglesa, que se enamora de una sofisticada mujer estadounidense que le supera en edad, Jessica Biel. Tras casarse en secreto, el matrimonio acude a la casa de los padres de él, donde la madre, Kristin Scott Thomas, ofrece un frío recibimiento a su nueva nuera, Larita, ya que siente envidia de su aspecto y de que sabe disfrutar de la vida. Las cuñadas, Kimberley Nixon y Katherine Parkinson, aunque en un primer momento la admiran, en seguida sienten, como su madre, la misma envidia malsana hacia Larita. Colin Firth, el padre del recién casado, es el único que comprende a la norteamericana. Pero lo peor que le ocurre a Larita en esta guerra recién desencadenada es que ni siquiera su marido está de su parte.
Lo que más destaca de ‘Una familia con clase’ es el ingenio y la acidez de sus diálogos, así como el gran diseño de personajes. Esto es herencia de la obra de teatro, obviamente, y me da algo de pena tener que reconocer que uno de los mejores guiones en cuanto a la dialéctica de sus conversaciones que he visto este año no sea tal, sino una adaptación fiel de una pieza teatral, pues esto quiere decir que prácticamente ya no se escriben buenos guiones con inteligentes diálogos.
Pero no significa que Stephan Elliott no tenga mérito, pues en este film hay que reconocerle una gran habilidad para hacer eso que se llama “airear” una obra de teatro, es decir, dotarla de variedad de escenarios, de movimientos de personajes y hacer que las escenas no se eternicen… en menos palabras aún: convertirla en cine, hacer que no parezca que han colocado una cámara ante una platea. En otras adaptaciones que hemos visto recientemente –valga como ejemplo ‘The Women’, pero se podría decir de casi cualquiera— se hace muy patente que estamos presenciando un libreto escrito para el escenario porque no se ha adaptado bien, no se ha terminado de convertir de un formato en otro. Pero ‘Easy Virtue’ podría verse sin saber que es una traslación de una pieza teatral y hasta pensar que fuese un guión de cine original. Nada le ha quedado rígido o artificioso, como podría haber ocurrido, nada te remite a un formato que no es el que estás viendo.
El film está situado en los años veinte –la ambientación es muy elegante—, pero tiene algunos recursos modernos curiosos. El inicio llama la atención negativamente, con una fotografía en blanco y negro mal quemada y una simulación de un cartel en la que el cartón piedra es más una forma de hablar que una realidad. Pero esto está presente sólo en el comienzo y a partir de ahí, todo se narra con total naturalidad. La banda sonora también es parte de la diversión de esta película. Escuchamos en varias ocasiones versiones diferentes de canciones de hoy en día que encajan perfectamente con la época. Muchas veces se reconoce su autoría únicamente si se presta atención a la letra.
El elenco de esta película es una delicia. Mi amigo Ben Barnes, que no me convenció mucho como Príncipe Caspian, salvo por su acento español, aquí demuestra que sí sabe actuar y que lo que necesitaba era un papel que le gustase y le motivase. Colin Firth se comporta durante todo el film de forma muy discreta y apenas tiene tiempo de lucir sus capacidades interpretativas o de demostrar que, como personaje, hay algo ahí debajo con carisma e interés. Pero es suficiente que se trate de él para que dé gusto verlo. Y, claro, tratándose de un inglés, comprendes que nunca exprese su verdadera personalidad y que se lo guarde todo.
La parte femenina del reparto es aún mejor. Kristin Scott Thomas está soberbia en un papel borde, reprimido, acomplejado… podría parecer exagerado visto desde nuestro siglo, pero probablemente no se alejaba en absoluto de seres reales de la época. Katherine Parkinson saca aún más partido de las malas caras que pone en la serie ‘Los informáticos’ (‘The IT Crowd’), y es de lo más humorístico de toda la cinta. Ella y su hermana, Kimberley Nixon, parecen dos personajes de una novela de Jane Austen, lo cual indica que ‘Easy Virtue’ tiene tanto potencial que incluso con dos de las secundarias se podría extraer suficiente trama como para crear una historia que se sostuviese por sí sola.
Y nos queda la protagonista, Jessica Biel, una mujer que había hecho papeles en películas tan malas que pensaríamos probablemente que no valía para nada, salvo para adornar el fotograma. Pero sorprende gratamente lo bien que encaja en el personaje y lo bien que hace su interpretación que para nada es un papel sencillo, pues tiene que aceptar todo tipo de comportamientos que darían una mala imagen de ella y mantenerse intacta. Durante casi todo el metraje es la única que puede despertar empatía y eso no es fácil de mantener con un comportamiento más o menos excéntrico.
En resumen, ‘Una familia con clase’ (‘Easy Virtue’), que se estrena mañana, día 1 de enero, es una divertida comedia con ácidos diálogos y personajes muy bien retratados de guión e interpretados por sus actores. Tiene un elenco de lujo en el que no falla ninguno de los intérpretes y se disfruta no sólo por su humor, sino también por el mensaje optimista que desprende.
En Blogdecine: Tráiler y póster de ‘Una familia con clase’ (‘Easy Virtue’).