La –inexistente- obsesión por la guerra civil es la excusa a las que más se agarran aquellos más críticos con las películas españolas, seguida a cierta distancia por el hecho de que el cine social tiene una importancia excesiva dentro de la industria del séptimo arte en España. Por mi parte, creo que son unas obras necesarias, pero también me alegro de que durante los últimos años se esté apostando por más cine de género sin que ello suponga dejar de hacer títulos de esas características.
Uno de los principales representantes de ese tipo de cine en nuestro país es Fernando León de Aranoa, director que sigo creyendo que nunca logrará hacer una película mejor que su notable ópera prima ‘Familia’ y que hace apenas unas semanas estrenó ‘Un día perfecto' (A Perfect Day), su primera cinta rodada en inglés. Se trata de una tragicomedia que busca mostrar el otro lado de la guerra, pero que acaba echando mano de una crítica de fogueo mejorada por el buen trabajo de sus actores.
’Un día perfecto’, el sinsentido de la guerra… otra vez
Son ya tal la cantidad las películas que han ofrecido un retrato crítico del sinsentido de la guerra que ha llegado un punto en el que da la sensación que no queda nada realmente que contar en ese punto que no sea redundante con lo que ya hemos visto con anterioridad. En este caso la clave es que el frente ya ha desaparecido y lo que quedan son altercados aislados y el miedo latente de población a que el conflicto reaparezca, una idea interesante sobre el papel que acaba dando pie a un mensaje poco efectivo que nunca llega a dejar auténtico poso.
Lo que sí me gustaría concederle a Aranoa es que, aunque no tengo claro si por ser consciente de ello o porque era su forma de querer darle un toque especial a ‘Un día perfecto’, el humor que introduce para matizar su componente trágico, que al menos es cierto que nunca cae en lo obsceno o excesivamente manipulador, funciona, como también lo hace su trabajo de puesta en escena, mucho más dinámico de lo habitual en él y que nunca hace gala de su estatismo habitual hasta ahora que podría haber resaltado la debilidad de su mensaje, tanto por redundante como por carecer de la energía necesaria para trascenderlo por sí mismo, siendo los actores los que lo consiguen en momentos puntuales.
También llama la atención la apuesta por una banda sonora bastante movida –y aquí conviene destacar el uso de famosos temas musicales-, aunque Aranoa se equivoca al utilizar en exceso un mismo tema de los compuestos por Arnau Bataller. Otro punto que alimenta la sensación de déjà vu que sobrevuela por toda la película, ya que incluso como crítica del absurdo de la situación en la guerra de los Balcanes palidece ante lo conseguido años atrás por 'En tierra de nadie' (No Man's Land), la cinta de Danis Tanovic que arrebató el Oscar a mejor película de habla no inglesa a 'Amelie' y que también tenía un interesante sentido del humor.
El buen hacer de los actores
No voy a negaros que lo que más me atraía de ‘Un día perfecto’ era su reparto, en especial el dúo protagonista interpretado por Benicio del Toro y Tim Robbins con unos personajes diferentes en su forma de lidiar con el hecho de estar un poco pasado de vueltas. Del Toro apuesta por un enfoque más cansado, dejando a las claras el motivo por el que su Mambrú quiere irse de la guerra, mientras que Robbins es el gran eje humorístico de la función, aliviando tensiones con gran acierto en todo momento y elevando unas bromas que sobre el papel tampoco son nada especialmente revolucionario.
Además, ese contraste de personalidades funciona muy bien sin tener que incidir nunca demasiado en él y también ayuda a que Mélanie Thierry pueda lidiar mejor con su Sophie, el personaje con una evolución más marcada y que es evidente que Aranoa quiere que sea el representante del espectador dentro de lo que sucede. Por suerte, la actriz francesa logra que eso nunca resulte moleste y sabe transmitir de forma eficiente los diferentes estados emocionales por los que pasa su personaje.
Por si parte, Olga Kurylenko cumple con holgura con el personaje menos agradecido de la función -y también el peor definido de todos por el guión-, el bosnio Fedja Stukan sorprende muy positivamente como el traductor y el debutante Eldar Residovic es cierto que no ofrece una interpretación memorable como Nikola, pero tampoco resulta nunca insoportable y con eso me vale. El resto, e incluyo aquí la poco más que anecdótica aparición de Sergi López, a caballo entre la corrección y el simple relleno necesario.
En definitiva, ‘Un día perfecto’ es otra más como crítica del sinsentido de las guerras y como tal nunca llega a destacar en demasía, pero su reparto consigue convertir en interesante una producción que de lo contrario habría sido una propuesta un tanto anodina. Con todo, artísticamente supera con creces a la discreta película española estrenada el mismo día que está gozando de un éxito comercial bastante mayor en nuestro país.
Otra crítica en Blogdecine | Cannes 2015 | Los Balcanes de Aranoa
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