'Un cuento de verano', los ojos de un niño

‘Un cuento de verano’ es el título con el que se ha estrenado en España la nueva película del realizador polaco Andrzej Jakimowski, originalmente llamada ‘Sztuczki’, que creo que significa “trucos”. Como suele ocurrir, este tipo de obras aparecen en pocas salas, sin apenas (o ninguna) promoción, y se marchan sin que nadie lo note, estando el gran público condicionado a prestar atención, casi exclusivamente, a los productos comerciales “made in USA” o a los nacionales, si han contado con la suficiente atención por parte de los medios.

Muchas veces, uno revisa la cartelera y al encontrar ese título que le han dicho que tiene que ver (ya sea personal o impersonalmente), para de buscar y se decide a cumplir y pasar por taquilla. Pero en otras ocasiones, uno no quiere ponerse el casco de hormiga, y quiere huir de todo lo que le suene, buscar algo de lo que no sepa nada o casi nada. Así que echa un vistazo a la cartelera y, entre tanta cosa parecida, sobresale un título. Algo que no encaja ahí. Despierta la curiosidad. El argumento pinta bien, candidata a los Oscars, premios en varios festivales; todo parece encajar. Vamos a probar suerte.

Puedo deciros que a los pocos minutos de empezar la película, ya me estaba arrepintiendo de seguir mi dañado instinto; “mon amour” se desesperaba a mi lado, y si fuéramos dibujos, no me cabe duda que a ella le habrían pintado unas nubecillas grises sobre su cabeza y a mí un par de enormes gotas de sudor en la frente. Afortunadamente, la película va mejorando, aunque en general, la verdad es que no os la recomiendo en absoluto, a menos que queráis impresionar a alguien diciendo que habéis visto una película polaca. No suele funcionar para ligar, pero quizá sí en alguna reunión de universitarios seudoprogres y/o antisistema.

‘Un cuento de verano’ nos presenta a Stefek (Damian Ul), un niño de seis años que desea que su padre vuelva a casa. Es verano, y el chaval tiene mucho tiempo libre, dedicándose a jugar con sus soldaditos de plomo, unas palomas y, sobre todo, a observar a la gente que espera en la estación del tren. Allí es donde encuentra a su padre, aunque nadie le cree, ni siquiera su hermana, que está más preocupada por conseguir un empleo bien remunerado. Stefek tratará de jugar con las circunstancias y alterar el destino de ese hombre, para que vuelva con su madre.

Aunque el argumento parece indicar otra cosa, en la película apenas pasa nada. Jakimowski se limita a mostrarnos escenas del pueblo, la mayoría con el chico como excusa, sin que ocurra nada llamativo. La gente hace su vida, el tiempo pasa, y tú estás ahí mirando. Como Stefek, aunque él al menos parece divertirse colocando sus juguetes en la vía del tren o tratando de averiguar el porqué de las cosas que no parecen tener sentido. Que las palomas no le hagan caso y a un viejo sí, que una bolsa de papel acabe en la papelera y otra no, que a un tipo le compren manzanas y a otro no, aun vendiendo lo mismo… cosas así.

Creo que os lo podéis imaginar perfectamente. Plano del niño mirando. La hermana hablando italiano. Un papel en la acera. Un tren que pasa. Un vagabundo que mira en la basura. Unas palomas. Unos viejos charlando. El niño mirando. La hermana arreglándose para ir a una entrevista de trabajo. Palomas volando. El supuesto padre esperando el tren. El novio de la hermana pensando si vender su coche. El niño mirando. Repetir todo durante mucho tiempo.

Sin embargo, Andrzej Jakimowski no es un vendedor de seguros. Tiene una idea y una historia que contar. Así que al cabo de una media hora, si no te has desesperado o estás contando ovejitas, comenzarás a descubrir un plan maestro. Todo eso que se ha ido mostrando, la vida tranquila y apacible de un pueblo corriente en una época propicia para el sueño, va a ser alterado poco a poco, a través de pequeños detalles, para revelar un nuevo camino, con nuevas posibilidades que alteran lo cotidiano. ¿Acaso podemos alterar nuestra suerte? ¿Jugar con el destino de lo que nos rodea?

Jakimowski plantea una película que hay que ver con paciencia y con los ojos ingenuos de un niño, atento a todo, buscando con mirada curiosa el porqué de cada acción, de cada comportamiento, de cada elemento de un momento concreto. Y así es como puedes llegar a la conclusión de que no te han tomado el pelo, sino que has experimentado una sencilla historia realista sobre lo que pasa en nuestra vida, aun cuando parece que no parece nada. Mención especial para el reparto, compuesto por actores no profesionales.

Os dejo a continuación el tráiler, por si aún estáis dudando:

Portada de Espinof