-Prefiero morir comiendo hamburguesas que vivir a base de coliflores al vapor. Frank (Frank Langella)
No hay duda de que los aficionados a la ciencia-ficción estamos de enhorabuena. Varios de los estrenos más importantes de los próximos meses --'After Earth' (M. Night Shyamalan, 2013), 'Elysium' (Neill Blomkamp, 2013), 'Gravity' (Alfonso Cuarón, 2013), 'El juego de Ender' ('Ender´s Game', Gavin Hood, 2013)...-- pertenecen al género, así como los nuevos proyectos de consagrados cineastas como Christopher Nolan, Steven Spielberg o James Cameron, que volverán a tocar temas tan jugosos para el cine como los viajes espaciales, las máquinas inteligentes y la vida extraterrestre.
A pesar de la gran cantidad de torpezas y mediocridades siempre me han interesado las películas de ficción científica. Y a menudo me he encontrando defendiéndolas ante todos los que creen que la rama es poco menos que una excusa para lucir efectos visuales, colar acción rutinaria o satisfacer a los frikis. A grandes rasgos --e independientemente de la calidad-- creo que podríamos dividir las propuestas entre las que se apoyan en el género para ofrecer entretenimiento y las que invitan a reflexionar sobre el ser humano a través de un gran avance técnico o un posible escenario futuro. 'Un amigo para Frank' ('Robot & Frank', Jake Schreier, 2012) se incluye en el segundo bloque y, sin ser una joya, es un film más que recomendable.
Sobre la soledad, la vejez y las máquinas
Se trata del primer largometraje dirigido por Schreier y tuvo su presentación en el festival de Sundance del año pasado, donde compartió con 'Valley of Saints' (Musa Syeed, 2012) el premio Alfred P. Sloan --enfocado a obras con temas científicos--, al que luego sumaría el galardón del público en Sitges. Christopher Ford, amigo y compañero de estudios del realizador, firma un guion ambientado en un futuro cercano donde la convivencia con robots es algo normal. La trama se centra en el viejo y solitario Frank (Frank Langella), a quien cada vez le cuesta más esfuerzo ocultar su pérdida de memoria.
Preocupado, su hijo (James Marsden) le regala un autómata (movimientos de Rachael Ma, voz de Peter Sarsgaard) presentándolo como un "sirviente" que limpiará la casa y preparará la comida. Como es lógico, en un primer momento a Frank no le hace ninguna gracia que un avanzado electrodoméstico empeñado en mejorar su salud rompa la tranquilidad de su rutina --a nadie le gusta que le despierten a las 7 de la mañana para desayunar un pomelo y arreglar el jardín...-- y lo siga a todas partes. Pero lo cierto es que no tiene a nadie más, poco a poco abandonará el mal humor y empezará a caerle bien este nuevo "amigo" que escucha y acompaña, hasta que la máquina se convierte en una presencia imprescindible en su vida.
'Un amigo para Frank' podría centrarse en los conflictos y temas que se presentan en su primera mitad, como la soledad, la demencia senil, la memoria --humana y artificial--, la difícil relación familiar, la amistad, el beneficio y la dependencia que pueden generar las máquinas --cambiamos al robot por los aparatos electrónicos que manejamos a diario--, la nostalgia frente a una sociedad que avanza de manera imparable o la pérdida de humanidad que puede traer el progreso, pero los autores se guardan un par de ases en la manga para animar la trama --los giros de manual--, y al igual que ocurría en la reciente 'Tierra prometida' ('Promised Land', Gus van Sant, 2012), dependerá de cada espectador verlo como una tomadura de pelo o como un artificio justificable para hacer la película más llevadera.
La última sorpresa chirría bastante pero su carga romántica la hace fácil de aceptar. Para mí el mayor problema es lo convencional y lo tontorrón de algunas actitudes de los personajes secundarios, que fracturan la solidez de la tragicómica peripecia del protagonista. Marsden tiene diálogos tan manidos que aburren y los roles de Jeremy Strong y Jeremy Sisto no se alejan demasiado de los villanos que encontramos en productos infantiles. Liv Tyler y Susan Sarandon están más convincentes y no desentonan tanto ante una formidable interpretación de Frank Langella --capaz de expresar más con una mirada que con mil frases-- y su increíble química con el anónimo y frío robot, dejando escenas realmente divertidas y emocionantes. Además, la película no pasa de los 90 minutos, es imposible aburrirse.
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