Hace poco hablábamos de ‘La cabaña en el bosque’ (‘The Cabin in the Woods’, Drew Goddard, 2011) y de cómo en ella se juega con las reglas del género de terror. Hoy hablamos de un caso similar, ‘Tucker & Dale contra el mal’ (‘Tucker & Dale vs. Evil’, Eli Craig, 2010), realizada un año antes. La ópera prima de Craig sigue el esquema clásico de los slashers —género yanqui, proveniente del giallo, pero con menos imaginación— y se enmarca sobre todo en el campo de la comedia pura y dura, haciendo hincapié en el siempre importante punto de vista.
La película se exhibió en el Festival de Sitges en la edición del 2010, y no conoció estreno comercial en salas de cine. A finales de este mes por fin se edita en nuestro país, tanto en DVD como en Bluray, esperando tal vez una carrera comercial ideal, aquella que no ha tenido en cine, y que estoy convencido, habría sido como mínimo decente. Sin ser ninguna maravilla, emerge como producto de evasión de sobrada inteligencia que parodia sin remisión, y sin hacer demasiado el tonto, todas las constantes del género. La diversión está garantizada. Palabra de cinéfilo exigente.
‘Tucker & Dale contra el mal’ narra la historia de un grupo de jóvenes que van a pasar unas pequeñas vacaciones a un remoto lugar con lago. A divertirse, y a morir. Premisa de sobra sobada por los miles y miles de relatos de terror moderno que forman parte del imaginario popular, y en el que nos conocemos de sobra todos los tópicos y elementos que forman la espina dorsal de este tipo de películas. Pero Craig da una vuelta de tuerca al asunto, y valiéndose del aspecto humorístico, inconsciente, que muchas de esas películas presumiblemente serias poseen, le hace un poderoso guiño al espectador más experimentado y se divierte con él.
El mismo ejercicio que proponían Whedon y Goddard, abriendo el abanico hasta límites insospechados, es ofrecido aquí por Craig basando su potencial en el juego del punto de vista. Nos presentan a un grupo de jóvenes estudiantes de fin de semana, y por otro lado a dos lugareños extraños que sólo tienen la intención de arreglar una cabaña que han adquirido para pasar sus vacaciones. No son lo que parecen. Bajo esa premisa los chavales están condicionados, puesto que llegado el momento clave —un accidente nocturno en el lago— los Tucker y Dale del título serán tomados como asesinos en serie.
Muertes de risa
“No importa lo que somos sino lo que parecemos que somos” es una de la frases pronunciadas por uno de los personajes centrales, que ven como de repente todo su mundo se desmorona porque tal y como ellos mismos rezan en cierto instante totalmente delirante, un grupo de jóvenes empiezan a matarse a sí mismo a lo largo y ancho de su propiedad. Craig es capaz de mantener la confusión entre los personajes, de forma amena, sin cargar las tintas, mientras desvela al espectador una de las máximas del cine: todo depende de la perspectiva desde la que mires las cosas.
Llegado el momento todo se aclara y puede que se pierdan un poco los papeles, o el norte, sin que ello afecte a la diversión, pero lo cierto es que lo mejor de ‘Tucker y Dale contra el mal’ se encuentra en su primera hora, cuando el miedo a lo desconocido —otro de los elementos clásicos del cine de terror— por ambas partes propicia situaciones de lo más hilarantes, e incluso surrealistas. Partiendo de la confusión se suceden muertes de lo más improbables y referencias varias a clásicos del terror, siendo la más evidente aquella a ‘La matanza de Texas’ (‘The Texas Chain Saw Massacre’, Tobe Hooper, 1974), por la premisa en sí, y por el momento de las avispas, previsible en cierto modo, pero muy disfrutable.
El espíritu de la película está cercano a lo que Edgar Wright hizo con su comedia sobre zombies, pero dentro del subgénero del slasher. Puede que haya demasiados personajes, y algunos se paseen por la película como meros adornos, además de cierta repetición de esquema, o una parte final demasiado complaciente, pero ‘Tucker & Dale contra el mal’ es un divertimento de los sanos, navegando continuamente sobre las constantes del género continuamente y tratando mejor al espectador que muchos de los productos a los que parodia.
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