Es odiada y venerada. Es denostada y a la vez considerada hito del cine mundial. Sus efectos especiales han envejecido fatal e igualmente aún asombran. Estamos hablando de 'Tron', una película que, al igual que 'Blade Runner' fue estrenada en 1982 con un fracaso estrepitoso, y los años le han dado el status de obra de culto que personalmente creo que se merece.
Dirigida y escrita por Steven Lisberger, 'Tron' cuenta la historia de un genio de los videojuegos, Flynn (Jeff Bridges), cuyas fantásticas ideas son apropiadas por un compañero suyo, y por ello es expulsado de la compañía, y monta una cadena de máquinas recreativas. En un incidente no muy bien explicado, Flynn accede al mundo interior de su propio videojuego, de forma literal. Sus moléculas son transportadas desde el mundo real al ordenador en forma de programa.
A 'Tron' le pesa mucho el hecho de haber sido producida por Disney. Su carácter infantiloide y superficial, unido a su maníqueo guión, lastran considerablemente el enorme potencial de la historia. De esta forma, la película es infinitamente más interesante por su aspecto visual que por su argumento intrínseco. Y en este aspecto, no puedo sino decir que 'Tron' es una película enormemente adelantada a su época. Las secuencias enteramente generadas por ordenador se combinan con la estética del mundo real de una forma increíble. De esto sólo podemos concluir que Lisberger es un auténtico genio, y es una pena que después de 'Tron', su carrera se volatilizara, aunque por lo visto tiene algo preparado para el próximo año que tiene muy buena pinta.
Las referencias al mundo de la informática y la tecnología en general son de lo mejorcito. Resulta especialmente simpático el encuentro de Flynn con un ente que sólo puede responder "sí" y "no", a lo que el protagonista deduce que se trata de un bit. El universo virtual creado por Syd Mead y Jean Giraud es arrollador. Para la época, realmente podía creer el espectador que los personajes se encontraban dentro de un videojuego.
Lo más entretenido de 'Tron' es sin duda la carrera de motos virtuales, en la que varias motos van recorriendo un escenario cuadriculado, y la primera moto que choque contra la pared, o la estela dejada por alguna de las motos, pierde. Evidentemente, y como estamos en la Disney, Flynn va sobreviviendo a una y otra pruebas como medio para ganar el videojuego y volver al mundo real. Asimismo, resulta incomprensible cómo los programas que ayudan a Flynn (que son homólogos de los programadores amigos del protagonista en el mundo real), parecen tener motivaciones, sentimientos, sexualidad, e incluso miedo.
De todas formas, es un deleite ver 'Tron' no sólo como un título fascinante en su apartado visual, sino como un estudio analítico de la influencia posterior en películas e incluso en videojuegos. Su propuesta de realidad virtual, aunque está desarrollado de una forma cándida, es notorio en cuanto a su fuerza conceptual. La omnipresente música de Wendy Carlos, a veces está acertada y otras resulta redundante y poco adecuada, pero no se puede negar que contribuye al hipnótico mundo virtual, así como el excelente manejo de sonidos y la perpetua sensación de que hay "algo encendido" para que todo siga su curso.
Para los que hemos crecido con un Amstrad, NES o MegaDrive (cada uno en su etapa), no podemos sino sentirnos identificados con la asombrosa extemporaneidad entre la película y la realidad, y cómo la evolución, que en 'Tron' es una pura fantasía cinematográfica, poco a poco se nos hace más verosímil.
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