Enfrentarse a una nueva temporada siempre es difícil. Tanto para el que la realiza como para el que la ve. Más, aun, si estamos hablando de la última temporada. Netflix ha estrenado hoy la cuarta temporada de 'Por trece razones', su controvertido drama adolescente que nos ha ido desenamorando a medida que pasaban los años.
En esta ocasión llegamos al último semestre para los alumnos del Liberty High, comenzamos con un funeral (!) y saltamos seis meses al pasado para ver qué ha pasado e intentar averiguar quién está en el ataúd mientras exploramos las secuelas que ha dejado todo el caso de Bryce (Justin Prentice) en el instituto.
Entre ellas las psicológicas, con Clay (Dylan Minnette) viendo continuamente apariciones tanto de Bryce como de Monty (Timothy Granaderos) mientras que parece haber una campaña de acoso hacia Clay por incriminar a Monty y, por tanto, ser responsable de su destino.
El mismo patrón de siempre
Brian Yorkey diseña la temporada 4 de 'Por trece razones' con el mismo planteamiento que la temporada 3: un cóctel de misterios, secretos, mentiras e incluso paranoias con los nervios a flor de piel y enfrentamientos largamente pospuestos.
Diálogos enigmáticos, faltas de confianza entre los personajes y, por lo general, una aproximación deprimente a la vida y el último año del instituto. Así, en estos episodios (he podido ver cinco de diez) nos introducen en una olla a presión que lleva cuatro años a fuego lento y pitando pero que nadie se atreve a abrir... y tarda en hacerse a pesar de la urgencia.
Muchas veces hablamos de que 'Por trece razones' era una historia de una temporada y creo que, más allá de si se ha estirado o no como un chicle (los episodios son largos... y se hacen largos), creo que gran parte de la culpa es que los protagonistas son odiosos. La empatía a la que tanto se apelaba en su primer año está desvanecida por completo.
Temas importantes en modo masoquista
Porque si bien creo que los temas que tocan son importantes y, de hecho, falta bastante más consciencia de ello en el ambiente escolar de lo que nos gustaría pensar, el cómo se plantea en el guion no creo que sea el mejor modo.
Ojo, que no me refiero al lado más controvertido con su grafismo y la representación del suicidio, el acoso escolar, el tema de los abusos sexuales y violaciones. Es más bien la poca gana de tratarlo sanamente, de proveer esperanza o apoyo emocional dentro de la serie. Ya no hay esa empatía que se transmitía en la temporada 1 y los personajes dan tantos tumbos que pasa a ser indiferente lo que pase con ello.
Me puse a ver la temporada 4 de 'Por trece razones' con algo de esperanza y curiosidad por ser el final de la serie y, la verdad, si bien me parece ligeramente mejor que la anterior, sigue con los mismos pecados de siempre sin redimirse. Ni la serie ni los protagonistas.
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