Todos sabemos que al británico Stephen Daldry le va eso de rodar con niños y terminar convirtiendo su película en un hit mundial que pasa a tener su propia adaptación musical en Broadway –sí, hablamos de la gran 'Billy Elliot' (id, 2000), su debut como director–. Pero también sabemos que le va el cine con un toque más comprometido –aquel primer largo ya lo tenía–, como vimos en 'El lector' ('The Reader', 2008) o 'Tan fuerte, tan cerca' ('Extremely Loud & Incredibly Close', 2011).
Su nueva película, 'Trash, ladrones de esperanza' ('Trash') vuelve a combinar la ternura que ofrecen un grupo de niños como protagonistas y su carácter más comprometido y social que, aunque no llegará a hit, sabe conmover con una historia sobre la corrupción y la pobreza brasileña. ¿Una combinación ganadora, Daldry?
Niños perdidos y corrupción en Brasil
Producida entre Inglaterra y Brasil, 'Trash, ladrones de esperanza' tiene algo que nos recuerda mucho –quizá demasiado– a 'Slumdog Millionaire' (Danny Boyle, 2008), aunque cambiando de continente. Y es que la película nos traslada a una favela brasileña, donde tres adolescente, Raphael, Gordo y Rat, sobreviven gracias a que escarban cada día en un gran basurero, donde tienen la esperanza de encontrar algunos residuos que les sean útiles y a la ayuda de un párroco americano y su ayudante.
Un día encuentran una billetera con dinero, una tarjeta de identificación, un mapa y un misterioso mensaje cifrado. Un policía ofrece a los chicos una recompensa por la bolsa, pero los tres niños deciden quedarse con ella, decisión que provocará la huida constante de Raphael, Gordo y Rat de la Ley, causando una trama en la que saldrá a relucir la corrupción del gobierno.
Tres niños muy, muy pobres que, de pronto, se hacen con una absura cantidad de dinero. Las comparaciones son odiosas y esta premisa tan similar a la película de Boyle, aunque como aquella, sabe jugar muy bien sus bazas y ambición de llegar a un público amplio con su ritmo ágil, sus buenas dosis de buen rollo y lucha por la injusticia, así como la ternura de casi toda historia protagonizada por niños.
No nos extraña que, ante el primer golpe de desconfianza que atraviesa la mente del espectador en la primera parte de la película –que piensa: ¡otra vez!–, éste consiga meterse de lleno en la trama y dejarse llevar por la aventura anticorrupción de los tres adolescentes, y más sabiendo que el guión lo firma ni más ni menos que Richard Curtis, el rey de la comedia romántica británica, que ayuda a agilizar la trama y dotarla del justo necesario toque de comicidad, ternura y acción que una película de estas características necesita.
Y una vez más, Stephen Daldry vuelve a conseguir la armonía de su reparto y demuestra su maestría a la hora de dirigir niños, y es que consigue que el trío protagonista Rickson Tevez, Eduardo Luis y Gabriel Weinstein ofrezcan lo que carece el otro, creando un combo perfecto de frescura, naturalidad, algo de gamberrismo y sobre todo los lazos de amistad que requiere la trama. Junto a ellos, el veterano Martin Sheen y la siempre maravillosa Rooney Mara –¡que alguien le dé el empujón que necesita para despuntar del todo, por favor!– y el brasileño Wagner Moura, completan el reparto.
Parece que sí, que Stephen Daldry ha encontrado la combinación ganadora porque 'Trash, ladrones de esperanza' funciona: resulta ágil, entretenida y además tiene mensaje. Eso sí, quien espere la cruda historia de corrupción y pobreza que se vive en Brasil contada de forma realista y cruda, lo nuevo de Daldry no es lo que buscan: 'Trash, ladrones de esperanza' es una película fácil y que, al fin y al cabo, busca crear un efecto buen rollero y esperanzador entre tanta miseria y corrupción en el corazoncito del espectador.
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