‘Trampa para turistas’ (Tourist Trap, 1979) fue uno de los primeros trabajos del productor Charles Band, antes de formar las famosas compañías Empire y Full Moon Productions, con las que, junto a su padre Albert hicieron numerosas películas de serie B que marcaron el pulso del cine de terror independiente de los 80 —cuando indie significaba más sangre, tetas y punk rock— y causaron estragos en los videoclubs en los 90.
Pero antes de ‘Re-Animator’ (1985) o ‘Ghoulies’ (1985), se posicionaron en el mercado con una película realmente extraña que nadie supo identificar cuando salió. Por una parte se quiso promocionar como parte de una temprana explosión del slasher a la sombra del éxito de ‘La noche de Halloween’ (Halloween, 1978), pero no seguía tan claramente esos códigos como, por ejemplo ‘Viernes 13’ (Friday the 13th, 1980), aunque ciertamente, tenga unos cuantos elementos típicos de subgénero.
El protoslasher perdido
Tenemos a la chica buena que va a sobrevivir porque está vestida de forma recatada, mientras que las demás tienen puesto lo mínimo sin quitarse la ropa —fue uno de los primeros papeles del “Ángel de Charlie” Tanya Roberts, especialmente explosiva en este film—, lo que sigue el elemento de la “final girl” y, por supuesto, hay una serie de asesinatos y escenas de caza a cada uno de los jovenzuelos que llegan a un lugar abandonado. Pero sin embargo, el asesino (también enmascarado) no va matando por matar sino que juega, deja vivir y retoma más tarde.
Las situaciones en las que las víctimas son perseguidas son previsibles y ubicables en el cliché más puro, sin embargo, ‘Trampa para turistas’ se distancia de otras por su atmósfera irreal, casi surrealista que va cerrando filas sobre escenas espeluznantes con teléfonos que suenan con el cable sin estar conectado, sonidos poco identificables, gritos y un diseño de sonido completamente inusual coronado por una banda sonora increíble del habitual de Brian De Palma, Pino Donaggio, que añade un espectro de pesadilla lúcida a cada pieza.
‘Trampa para turistas’ sería un buen representante de ese cajón de sastre de películas de terror cargadas de estilo y muy representativas de la américa profunda que se puede etiquetar como gótico americano. Un cine que se deleita exponiendo el reflejo oscuro de la sociedad estadounidense y su abandono rural. Por ello, sus escenarios suelen ser mataderos locales cerrados o viejos museos de cera de carretera abandonados que ahora se pasan por alto, que son el seno de la desintegración de la unidad familiar y otras lecturas metafóricas muy acentuadas en los 70.
Un influyente American Gothic sobrenatural
Emplazada en una casa con pasado oscuro y retorcido similar a ‘Psicosis’ (Psycho, 1960) y con una máscara que recuerda a la de Leatherface, en ‘Trampa para turistas’ Chuck Connors interpreta al señor Slausen, propietario de un museo de cera que funciona como una versión redneck de Anthony Perkins como Norman Bates. Connors se divierte en una gran actuación demente con escenas como la de Dawn Jeffory atada a una mesa que recuerda irremediablemente al filme de Hooper.
El filme está plagado de momentos que comparte el ADN taxidérmico de las anteriores pero tiene muchos hallazgos propios que parecen salidos de filmes de terror italianos de Dario Argento o Mario Bava. Una gran carga visual y poca atención por una narrativa arquetípica, ideas de montaje puramente artísticas sin más intención que la transmisión de sensaciones, por ejemplo hay momento en los que un personaje grita en el que el sonido del grito se puede escuchar antes de que lo emita, de forma soterrada, en una pista más baja de volumen y distorsionada.
Pocas veces se reconoce la influencia de este film en el renacer del terror de los 2000, en los que remakes como ‘La casa de cera’ (House of Wax, 2005)— cuyo argumento es muy similar— o incluso el de ‘Las colinas tienen ojos’ (The Hills Have Eyes, 2006) cuyas ideas de maniquíes en un pueblo abandonado tienen más que ver con este film que con el de Wes Craven. En general tantos films que comienzan con problemas con el automóvil en el medio rural tienen tambén un poquito de este film.
Maniquíes y telequinesis
El director David Schmoeller trabajaría en el futuro en otras películas para los Band posteriormente, algunas de las cuales tienen elementos de ‘Trampa para turistas’ aquí y allá, en particular ‘Crawlspace’ (1986), con Klaus Kinski como otro psicópata demente que persigue a las mujeres a través de una vieja casa, o ‘Puppetmaster’ (1989), que presenta figuras animadas mágicamente, en este caso títeres, acechando a la gente a través de un hotel abandonado.
Esos elementos son los que hacen especial a la presente, una extraña mezcla entre un terror muy físico y reconocible, en la tradición del gótico americano puro y la inclusión de un elemento sobrenatural que no es satánico o de culto. Los maniquíes inanimados crean todo un rango de caras y formas siniestras que son manejadas a la perfección por Schmoeller, que hace aparecer sus movimientos y extremidades en el borde del rabillo del ojo. Pero lo interesante es que se mueven gracias a la telequinesis, algo que crea otro nexo de conexión con ‘Carrie’ (1976) además de Donaggio.
Quizá por eso tiene una efusiva recomendación de Stephen King en su libro de 1981 ‘Danza Macabra’ en la que la cataloga de "verdadera joya". Aunque durante muchos años, ‘Trampa para turistas' ha estado en el lado de los filmes menos reconocidos de su etapa, olvidada y resignada a ser una reliquia de una era pasada de películas de terror que nunca aparecerá en Netflix, pero en los últimos años ha ido conociendo un merecido reconocimiento lento, pero seguro y el tratamiento de lujo en sus restauraciones para edición doméstica dan buena fe de ello.
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