La fiebre ya ha bajado un poco, pero los zombis llevan años siendo los grandes protagonistas del cine de terror, destacando también su presencia en la pequeña pantalla, donde ‘The Walking Dead’ es la única que puede discutir la supremacía de ‘Juego de Tronos’. Sin embargo, cantidad no equivale a calidad y muchas de ellas a duras penas logran ser algo mejores que una pérdida de tiempo.
Eso no debe ser obstáculo para tener esperanzas en que, aunque sea muy de vez en cuando, llegue alguna propuesta con muertos vivientes o infectados que realmente merezca la pena. Muchos comentarios apuntaban a que ‘Train to Busan’ (‘Busanhaeng’) iba a ser la próxima en lograrlo. No puedo negar que tenga escenas muy potentes y también que sea un entretenimiento salvaje, pero no comparto todo el entusiasmo provocado por la primera cinta en imagen real de Yeon Sang-ho.
La apuesta por la acumulación
Tras unos primeros minutos un tanto calmados pensados más para que conectemos con sus dos protagonistas y, en bastante menor medida, el resto de pasajeros, ‘Train to Busan’ no tarda en convertirse en una propuesta frenética que lo confía todo a que la acumulación sea la base para que pasemos un muy buen rato. Esa misma acumulación es la que da pie tanto a sus mayores logros como a sus principales problemas, pero hablemos del curioso híbrido por el que apuesta Sang-ho.
‘Train to Busan’ une dos elementos contrapuestos: Un planteamiento narrativo más propio de occidente, incluyendo algunos toques de cómic -pero de los más excesivos y con menos apego por el realismo, que el cómic es algo muy amplio como para no concretar un poco-, con unos personajes más orientales, incluyendo ahí lo ya visto en otras producciones en lo referente a un comportamiento muy peculiar, en algunas ocasiones imposible de explicar.
Esas dos sensibilidades son determinantes para que esa tendencia a la acumulación brille en algunos momentos, mientras que en otros simplemente queda raro. Está claro que en una historia de zombis hay que ser generosos con lo que podamos aceptar que suceda, pero hasta en eso tiene que haber unos límites que ‘Train to Busan’ ignora en beneficio de la acción y, esto quizá más inesperado, el drama, ya que Sang-ho se preocupa por mucho más que sus dos protagonistas.
'Train to Busan', ¿la película de zombis soñada?
De hecho, la película da en todo momento la sensación de estar dando al espectador lo que se supone que quiere de una película de este tipo y ampliándolo al máximo para que su impacto sea el mayor posible. Eso se traduce en un ritmo frenético en el que la masacre zombie está presente en casi todo momento, también a apuntes sociales, una de las principales aportaciones en su momento de George A. Romero, algunas gotas de humor y a buscar el vigor emocional de casi cualquier microhistoria de los pasajeros.
Sobre el papel, ‘Train to Busan’ es lo que todo amante del cine de muertos vivientes estaría deseando ver, pero a la hora de la verdad esa saturación se traduce en que Sang-ho no logra conseguir que su apuesta por ir siempre a más funcione. Además, entra en escena lo inevitablemente previsible que resulta -una de las herencias de confiar más en la formula narrativa occidental-, forzando algunos comportamientos difíciles de comprender que a su vez aminoran la carga dramática de ciertos momentos.
La clave al final es que cuando funciona, ‘Train to Busan’ es una gozada, un pasatiempo zombi que deja en ridículo a la mayoría de películas de ese tipo estrenadas durante estos últimos años, pero cuando no lo hace deja al descubierto que en su intento de aglutinarlo todo, falla a la hora de encontrar un eje que la sostenga cuando se vuelve repetitiva y su fuerza se desvanece por algunos de los motivos ya expuestos.
Con todo, la vibrante puesta en escena, la música que le viene como un guante o un tramo final donde todo salta por los aires y realmente se consigue dar con las teclas adecuadas para que funcione en lo emocional logran superar esos clichés en los que Sang-ho se apoya durante la práctica totalidad del relato –presente principalmente en la parte de crítica social, pero también en el resto en mayor o menor medida- y que en algunas fases se habían vuelto en su contra.
En definitiva, no creo que ‘Train to Busan’ sea una nueva obra cumbre del cine de zombis, pero sí es una buena película con algunas escenas estupendas -el tratamiento de la acción está muy logrado y no se cortan con el gore pero tampoco abusan sin sentido de él- y que te hará pasar un buen rato. Normalmente habría sido más que suficiente para quedar poco menos que encantado con ella, pero me ha sabido a poco después de tantas recomendaciones ajenas…
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