Dos décadas después de que Paul Verhoeven trasladara al cine el relato ‘Podemos recordarlo por usted al por mayor’ (‘We can remember it for you wholesale’, Philip K. Dick, 1966), en ese violento e imaginativo espectáculo titulado ‘Desafío total’ (‘Total Recall’, 1990), nos llega una nueva reinterpretación del mismo material a cargo del impersonal Len Wiseman. Lamentablemente, su ‘Total Recall (Desafío total)’ (‘Total Recall’, 2012) es un rutinario blockbuster absurdo, blando y tedioso, una pérdida de tiempo.
En la piel de Douglas Quaid/Hauser, el doble personaje que encarnó Arnold Schwarzenegger en la versión de los 90, encontramos ahora a (un supermusculado) Colin Farrell, un actor que suele alternar trabajos puramente comerciales con propuestas más arriesgadas y sustanciosas. El irlandés encarna a un obrero del futuro insatisfecho con su vida —muchos se cortarían un brazo por tener una esposa como Kate Beckinsale— que acude a “Rekall”, una empresa que promete experiencias extraordinarias dentro de la mente, algo así como sueños programados. Quaid quiere vivir una gran aventura como espía… y es exactamente lo que consigue, de una manera inesperada. El procedimiento de “Rekall” activa viejos recuerdos de Quaid, que de pronto se convierte en un peligroso fugitivo.
A diferencia de lo que ocurría en ‘Desafío total’, en esta nueva versión no se permite dudar si Quaid está viviendo una fantasía, lo que bajo mi punto de vista es un error. Pero según sus responsables, ‘Total Recall (Desafío total)’ no es un remake de la película de Verhoeven sino una nueva adaptación del texto de Dick —donde se juega con la realidad, la memoria y el falso recuerdo—; así aparece reflejado en los créditos. Es una jugada cada vez más habitual, teniendo el remake connotaciones negativas, pero en la mayoría de los casos es simple y llanamente mentira, un engaño. Es el caso de este film. Aparte del título —¿por qué no bautizarlo como el relato original?—, repiten varios de los momentos más característicos del trabajo de Verhoeven: aparece la prostituta mutante con tres tetas, un enemigo de Quaid desmembrado por un ascensor…
Pero todas esas situaciones que en la película de 1990 sucedían de manera natural aquí se sienten forzadas; en unos casos son evidentes guiños a los fans pero en otros se intenta reciclar torpemente cambiando elementos, personajes o el momento de la trama. Algún que otro homenaje se entiende y se agradece —la mujer que se parece a la máscara que empleaba Schwarzenegger— pero resulta incomprensible que hayan incluido tantas referencias cuando mantienen que el nuevo guion está basado en el cuento de Dick, no el libreto de Ronald Shusett, Gary Goldman y Dan O´Bannon —con colaboración sin acreditar de David Cronenberg—. En realidad, ‘Total Recall (Desafío total)’ llega a parecer una involuntaria “spoof movie” de éxitos modernos de la ciencia-ficción, un burdo y cobarde batiburrillo de ideas y escenas que funcionaron previamente en otros populares títulos del género.
A lo largo de unos excesivos 130 minutos podemos encontrar también claros rastros de ‘Blade Runner’ (Ridley Scott, 1982), ‘Minority Report’ (Steven Spielberg, 2002), ‘Yo, robot’ (‘I, Robot’, Alex Proyas, 2004) y ‘Origen’ (‘Inception’, Christopher Nolan, 2010), entre otras. De todos modos, lo peor de ‘Total Recall (Desafío total)’ no es que copie de todas partes y no ofrezca nada nuevo —hasta la música de Harry Gregson-Williams parece una mezcla de trabajos de Hans Zimmer— sino que los personajes son caricaturas inverosímiles y la historia se limita a encadenar agotadoras secuencias de acción, repletas de persecuciones y saltos imposibles, tiroteos y peleas inútiles —tras mil y un golpes como mucho sale un poco de sangre en la ceja—, que resultan tan esquemáticas y frías, tan clónicas e insípidas, que solo despiertan bostezos. Y así queda al descubierto el bochornoso guion de Mark Bomback y Kurt Wimmer.
Tanto los guionistas —empeñados en hacer chistes malos sobre el matrimonio— como el director —encantado con los destellos luminosos— son incapaces de aprovechar el interesante planteamiento original, buscando avasallar al espectador con el espectáculo más ruidoso y vertiginoso posible; el problema es que Wimmer no sabe dotar de ritmo a la narración ni tiene talento para orquestar secuencias de acción, y las ridículas situaciones escritas por Bomback y Wimmer —el teléfono manual, la tecla del piano, el oportuno fiel amigo de Hauser…— hacen imposible disfrutar mínimamente de lo que sucede en la pantalla. Es una pena que el desaprovechado reparto, encabezado por Farrell, Beckinsale, Jessica Biel, Bryan Cranston y Bill Nighy, solo tenga que correr, saltar, dar golpes y soltar frases que parecen pensadas por críos. No aportan nada, igual que el visionado de la película.
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