'Tomorrowland: El mundo del mañana', una gran aventura que falla al final

Es evidente que todos nos guiamos en mayor o menor medida por los anteriores trabajos de los protagonistas o los directores de una película a la hora de dar preferencia a su visionado, siendo esta la forma más básica de prejuzgar una obra audiovisual. Justo o no, lo cierto es que en el caso de Brad Bird siempre he tenido claro que quiero ver lo que haga sin importar la historia que cuente o si es una producción animada o en imagen real, ya que me gustan mucho los cuatro largometrajes que ha estrenado hasta la fecha, siendo 'El gigante de hierro' (The Iron Giant) mi favorito.

Sin embargo, todo lo que está rodeando a 'Tomorrowland: El mundo del mañana' está adquiriendo un preocupante matiz negativo, ya que es su película que peor recibimiento ha tenido por parte de la crítica americana y además su recorrido comercial está siendo bastante decepcionante. Teniendo eso en cuenta no culpo a aquellos que estén pensando en la posibilidad de un primer traspiés por parte de Bird, pero lo cierto es que estamos ante una gran aventura que sólo baja realmente el nivel durante su fallido tramo final.

'Tomorrowland: El mundo del mañana', diversión sin cinismo

Seguro que a muchos de vosotros os importa bien poco cuál es la productora detrás de una película, pero esto puede jugar un papel esencial en lo que podemos esperar de ella, llevando en algunos casos a la frustración por querer algo muy alejado de los objetivos reales de la cinta en cuestión. En el caso de 'Tomorrowland: El mundo del mañana' queda claro casi de entrada que es una película avalada por Disney y que lo que va a ofrecernos es una aventura familiar en la que no hay espacio alguno para el cinismo en su amable enfoque.

Este detalle tampoco se aleja demasiado del tono propio del cine de Bird con la excepción de 'Misión Imposible: Protocolo Fantasma' (Mission: Impossible – Ghost Protocol), pero ahí su objetivo era integrarse dentro de una franquicia ya establecida, por lo que podríamos decir que no cuenta. En el caso que nos ocupa su gran reto era lidiar con el hecho de que en el guión también había metido mano el a veces temible Damon Lindelof y lo cierto es que el libreto tiene alguna laguna aquí y allá, pero no hay nada demasiado grave como para que realmente reste a lo que se nos está contando.

Lo realmente importante es que Bird consigue dar con un agradecido tono ligero en el que la enorme aportación de los efectos visuales está supeditada a una correcta evolución de la historia en lugar de ser un recurso con el que impactarnos de forma hueca. Sí que es cierto que le falta un poco de profundidad, pero la acción está en constante movimiento y no sé si será que simplemente me dejé llevar, pero yo disfruté bastante con lo que sucedía en pantalla por mucho que la premisa de la película suene más apasionante de lo que acaba siendo realmente.

Eso sí, el gran problema de esa presunta desilusión argumental -hay que valorar las películas como lo que quieren ser y no lo que podrían ser o lo que te han llegado a vender que sería- pasa desapercibido hasta el último acto, donde Bird tiene que detener la acción y dar una explicación y una resolución convincentes a todo lo visto hasta entonces. Es ahí donde el interés decae, pero porque no consigue tener la fuerza necesaria, algo que se nota tanto en el gran momento dramático de la película como en un decepcionante cierre que, dentro de lo malo, al menos encaja con lo visto hasta entonces.

Britt Robertson, un soplo de aire fresco

Pese al buen trabajo de Bird -aunque no tengo ningún problema en calificarla como su peor película hasta ahora-, el gran triunfo de la película está en el incuestionable acierto de casting que ha acabado siendo la poco conocida Britt Robertson, ya que le energía y entusiasmo que aporta a Casey resultan contagiosas y ayudan a que pasemos por alto esos pequeños problemas del guión que comentaba más atrás. Nunca podremos agradecer lo suficiente a Lindelof proponer obviar el recurso fácil y que la protagonista fuera una mujer, ya que estoy convencido de que 'Tomorrowland: El mundo del mañana' sería mucho peor sin Robertson.

Por su parte, George Clooney demuestra su solvencia habitual con una pequeña variante de ese tipo de personaje que tan bien se le da, mientras que la jovencísima Raffrey Cassidy también está a la altura en un rol que, eso sí, no ofrece tantas posibilidades para lucirse como el de Robertson. El resto cumplen con corrección, aunque es una pena que se desaproveche a Laurie, ya que encima cuando tiene más importancia es durante ese flojo tramo final.

En definitiva, 'Tomorrowland: El mundo del mañana' es una aventura Disney muy disfrutable que, por desgracia, no consigue tener la fuerza necesaria durante su decepcionante desenlace, aunque no es algo tan importante como para que toda la diversión previa deje de importar. De hecho, no se merece el recibimiento tan negativo que ha tenido, pero por mi parte os recomendaría ver antes el otro estreno de esta semana del que os hablé ayer, pues creo que es la mejor película de lo que llevamos de 2015.

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