Los biopics son una constante del cine, ya que las compañías siempre van a encontrar a alguien cuya historia merezca ser contada. A día de hoy parece que el público está más interesados en las películas biográficas de grandes estrellas del mundo de la música, pero eso no quita para que sigan llegando con asiduidad otro tipo de propuestas como ‘Tolkien’, una cinta sobre el ya mítico autor de ‘El señor de los anillos’.
No ha sido la primera vez que alguien quiere contar su historia, pero todos los interesados se habían encontrado con la negativa de la familia del escritor y de la sociedad Tolkien. Eso no ha cambiado, ya que la película no cuenta con su aprobación, algo que sus responsables podían haber aprovechado para arriesgarse y salirse de los lugares más comunes de este tipo de propuestas. No ha sido el caso, pero al menos estamos ante un solvente biopic para conocer mejor la juventud de Tolkien.
Una “vida” estructurada en tres eventos
‘Tolkien’ gira alrededor de tres eventos decisivos en la juventud de su protagonista: el grupo de amigos que formó en el colegio, la mujer de la que se enamoró y su participación en la I Guerra Mundial justo cuando parecía haber encontrado su hueco en la universidad. Todos acaban estando conectados entre sí, pero su aparición se va sucediendo en el orden en el que los he mencionado y el primer acierto de la película es encontrar un adecuado equilibrio en el interés de los tres.
Para ello, el guion de David Gleeson y Stephen Beresford opta por dar prioridad a su vida personal sobre su talento como escritor, aunque en ningún momento se olvida de esto último, sobre todo del talento de Tolkien para la creación de otras lenguas. Sin embargo, lo que le interesa más a la película es esa conexión humana, incidiendo en cómo era, qué le llevó a tomar ciertas decisiones y cómo todo eso marcó su vida.
Al respecto, el cuarteto de amigos funciona muy bien para que el personaje salga de su cascarón y conozca el mundo más allá de sus limitados medios. No es que la película haga nada en especial para construirlo de tal forma que sea especial, pero a partir de ingredientes ya muy utilizados sí que el director Dome Karukoski consigue sienta sensación de autenticidad en esa amistad, algo esencial para que el espectador pueda entrar en la película.
Eso da pie a que Nicholas Hoult pueda mostrar cierto crecimiento como persona en el protagonista antes de que llegue el primer gran reto de la película. Y es que es muy fácil mostrar a dos personas en pantalla diciendo lo enamorados que están, pero es más complicado ilustrarlo de tal forma que potencies su química y aún más que uno se los crea como pareja.
¿Cuál es la solución aquí? Empezar por la simpatía, resaltando ese rasgo en ambos personajes durante sus primeras interacciones para conseguir que una actriz algo limitada como Lily Collins llegue después a iluminar la pantalla en algunas escenas clave en ese romance -esos también son alguno de los momentos donde más se percibe que en la dirección hay alguien que sabe algo más que poner las cámaras donde no molesten-. De nuevo, el libreto se complica poco, pero al menos no ejerce como saboteador de la credibilidad de esta relación.
‘Tolkien’ funciona mejor en lo personal que en lo profesional
Es entonces cuando llega el primer gran conflicto de la película, algo con lo que ‘Tolkien’ podría haber lidiado mejor, y es que a veces da por sentado que Hoult puede reflejar ese dolor interno a través del lenguaje no verbal sin terminar nunca de conseguirlo completamente -hay cierta rigidez en su interpretación de la que no consigue despojarse-. Además, pronto queda más o menos de lado en beneficio de otro problema que surge en su camino y donde la cinta está mucho más inspirada al abordarlo de forma ligera pero directa y efectiva.
Además, la película va mostrando poco a poco retazos de la gran imaginación de su protagonista, los cuales muchos conectarán sin problema con la Tierra Media, ese rico universo que crearía más adelante en su vida. Incluso nos regala algún momento de gran belleza visual, algo que Karukoski también busca en otros instantes como el momento bélico en el que el protagonista se ve rodeado de multitud de cadáveres.
El problema es que ahí la película siempre sabe a poco. Hay ocasiones en las que lo idóneo es dejar al espectador con ganas de más en lugar de saturarle, pero en este caso son pequeños chispazos que uno está deseando que den lugar a una llama viva y fascinante como lo sería después la obra de Tolkien. Supongo que algo de sentido tiene por ser una película sobre su etapa formativa, pero ahí sí que ‘Tolkien’ te deja un tanto insatisfecho.
En definitiva, ‘Tolkien’ es un eficaz biopic que funciona mejor cuando se centra en la vida personal de su protagonista que cuando tiene que mostrarnos su desbordante imaginación, ya que ahí parece ir con el freno de mano echado.
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