Richard Linklater ha desarrollado una carrera de lo más ecléctica durante los casi 30 años que lleva haciendo películas. Algunos se centrarán sólo en títulos como la -¿por ahora?- trilogía que se inició con ‘Antes del amanecer’ (‘Before Sunrise’) o la aclamada ‘Boyhood’, pero en su filmografía hay títulos de lo más diverso como ‘Escuela de rock’ (‘School of Rock’), ‘Fast Food Nation’ o ‘Bernie’ que también merecen ser tenidos en cuenta.
Sin embargo, este próximo viernes llega a los cines españoles ‘Todos queremos algo’ (‘Everybody Wants Some!!’), una película con la que regresa en cierto modo a sus inicios, pues él mismo la definió como una secuela espiritual de ‘Movida del 76’ (‘Dazed and Confused’), cinta hoy de culto y que ayudó a lanzar la carrera de varios de sus protagonistas, pero que tampoco era una maravilla y que ha superado ampliamente con la refrescante naturalidad que ahora nos ocupa.
Movida del 80
El gran punto en común de ‘Todos queremos algo’ con ‘Movida del 76’ es que ambas buscan reflejar un estado de ánimo muy concreto en los jóvenes, pasando aquí del último día del curso en un instituto a los previos al comienzo del año académico en la Universidad. Como es lógico, en ambos casos conocemos a personajes que están pasando por fases diferentes, desde los novatos hasta los veteranos, y cómo influye eso en la relación entre ellos.
Sin embargo, ‘Todos queremos algo’ cuenta con la baza añadida de poder dar unidad a esa relación a través de la pertenencia común al equipo de béisbol sin que ello suponga la necesidad de eliminar cualquier posible hostilidad entre ellos -lo primero que descubre el protagonista al llegar a su nuevo “hogar” es a dos compañeros que dicen odiar a los que juegan en su posición- y abriendo además la posibilidad de explorar sus personalidades sin tener que caer en la oposición directa demasiado a menudo.
Esto ayuda a crear un clima de naturalidad que es lo primero con lo que Linklater te engancha a esta suma de microhistorias que por sí mismas podrían haber quedado abocadas a lo anecdótico -algo que a mi parecer afecta a ratos a ‘Movida del 76’-, ya que por sí mismas van más en la línea de ser el complemento a una historia mayor, ya sea con otros compañeros o a ser el cierre de un relato mayor, que era lo que sucedía en el caso de ‘Boyhood’, de ahí que el director también la considere como una especie de secuela de su mayor éxito.
En el caso de ‘Todos queremos algo’ se opta por una refrescante variedad que ayuda a enmascarar por completo cualquier tipo de lugar común que pueda aparecer en la parte centrada en Jake -convincente Blake Jenner- y ese inicio de relación romántica con Beverly -encantadora Zoey Deutch-. No obstante, sería justo decir que no hay nada revelador tampoco en sus compañeros, pero sí una curiosa normalidad que te va seduciendo y dejándote con ganas de más.
La seductora sencillez de ’Todos queremos algo’
Todo lo apuntado previamente es algo cuyas bases Linklater saber establecer muy bien desde el guion y acompañarlo con una puesta en escena acorde, marcada por una notable sencillez -que no simpleza- en la que la gran clave no es tanto el evitar caer en complicaciones innecesarias como conseguir que todo fluya con esa naturalidad que busca, confiando en que sus diálogos y la forma de ejecutarlos por parte de los actores sean la guinda perfecta.
Para ello, Linklater ha optado por un reparto marcado por actores con escaso recorrido o que hasta la fecha habían destacado principalmente por su trabajo en la pequeña pantalla. Sospecho que durante su visionado no seré el único que se quede un rato preguntándose de qué me suena esta o aquel actor, pero es una distracción que rápidamente queda de lado por lo fácil que es dejarse llevar por una historia que busca reflejar ese estado de ánimo concreto que mencionaba antes.
Con esa idea en mente, vamos conociéndoles y cogiéndoles cariño a todos, incluso con aquellos cuya personalidad podría resultarnos un tanto antipática en la vida real. El mejor representante de ese peculiar aura es el personaje de Wyatt Russell, un gran aficionado a la televisiva ‘The Twilight Zone’, serie homenajeada de forma tanto explícita como implícita, siendo esta última la realmente interesante por ayudar a reforzar el propio objetivo de ‘Todos queremos algo’.
Una de las grandes claves para captar la belleza de un momento vital tan concreto es que Linklater renuncia a todo tipo de cinismo y nos ofrece un acercamiento limpio y sin juicios de ningún tipo a lo que propone. Si acaso, quizá resulta un retrato demasiado amable para algunos, pero ahí reside precisamente su fuerza y también en tener las ideas tan claras a la hora de mostrarlo, consiguiendo además la impagable complicidad de sus actores y adornándolo, como era de esperar en él, con una gran selección musical de temas de la época.
En definitiva, ‘Todos queremos algo’ es una película que incide de forma refrescante y encantadora en un estado de ánimo muy concreto propio de la juventud, y lo hace además demostrando una gran inteligencia para que nos vayamos encariñando con sus protagonistas y sus pequeñas historias y que nos quedemos con ganas de más por mucho que concluya en el momento idóneo. Hace falta más cine así.
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