Estamos acostumbrados a que Hollywood nos deslumbre con historias de éxito y sueño americano, personas que incluso en la derrota social siguen viviendo bajo sus propias normas y sueños que acaban cumpliéndose. Pero 'To Leslie' no es ninguna de esas historias: es el retrato de una persona destruida sin objetivos ni vida, ahogada en el alcohol y los recuerdos de su único golpe de suerte.Es una canción country en formato audiovisual, la melancolía hecha película, el epílogo terrorífico al cuento de hadas yanqui que nos han vendido durante décadas.
La pesadilla americana
'To Leslie' no es la historia de cómo un golpe de suerte (ganar la lotería) puede llevar a que una persona pierda todo lo que ama, incluyendo ella misma. Al contrario: cuando la película comienza, la vida de Leslie ya es un borrón y una nota al margen. No vamos a ver un cuento sobre cómo caer al fango y seguir luchando desde allí, sino uno sobre cómo (y por qué) sobrevivir cuando ya estás muerto por dentro.
Leslie es tóxica. Es capaz de arruinar cada relación que toca y cada persona a la que se acerca por culpa de una adicción incontrolable, el recuerdo de un pasado exitoso que no volverá y el remordimiento constante. Ella sabe que no es la persona que quiere (y puede) ser, pero no tiene los recursos ni la fuerza de voluntad para salir del sitio más solitario del mundo: su propia cabeza. En el fondo, 'To Leslie' es una historia de terror intimista contada en clave de drama. Porque todos podríamos ser ella si las cartas que jugamos estuvieran ya marcadas.
Hace tiempo que no veía una película como esta. Es rotundamente pequeña, pero se nota que todos los integrantes del equipo, desde una superlativa Andrea Riseborough hasta un director curtido en televisión que es consciente de la oportunidad que tiene, por primera vez, de contar algo propio. Y lo hace sin temor a que el público de 2023 no muestre interés en una historia de fracaso con una protagonista repudiable, un ritmo pausado y en el que los primeros planos son tan importantes como los planos generales del motel de carretera en el que transcurre la mayor parte de la historia.Cero glamour, sueños de clase baja, amor de vertedero. 'To Leslie' no es una película agradable en el panorama audiovisual actual, pero quizá por eso su actitud rebelde de quien no tiene nada que perder resulta tan refrescante.
Ha caído el Gordo
La película que consiguió arañar por sorpresa una nominación a mejor actriz de la manera menos tradicional posible ha sabido colocarse en la línea de salida para ser descubierta por algo más que festivales y público cultureta, que es (reconozcámoslo) a todo lo que una película que no llega a un millón de dólares de presupuesto puede aspirar hoy en día en un ambiente en el que la publicidad lo es todo y el overbooking fílmico es real.
Por suerte, ha valido la pena arriesgarse y apostarlo todo por esta cinta: su destrucción y análisis de ser una perdedora en un pueblo de Texas donde el sueño americano pasa por comer hot dogs en una feria y tener un techo bajo el que cobijarse. En un lugar en el que la tristeza, la melancolía y los rencores son vecinos de cama, Leslie se trata de aferrar a lo único que alguna vez hizo que pareciese especial: ganar la lotería. Un potencial cambio de vida que, desde entonces, se convierte en una eterna promesa: del "puedo cambiarlo todo" al "prometo que cambiaré".
Leslie fue la más grande durante unos días, la prueba de que hay salida, de que el sistema funciona y las clases bajas también pueden ganar de vez en cuando. El problema es que la victoria, al menos momentánea, vino con diferentes maldiciones: el alcoholismo, la marginalidad, la nula comprensión del mundo que le rodea, la anulación de todo sentimiento que no sea el de la soledad y el continuo y absurdo dolor. Beber no para divertirse, sino para poder aguantar otro día. El sueño americano.
Chequeando el cheque
Podría convertirse en un clásico americano contemporáneo, pero 'To Leslie' dista mucho de la perfección. La observación de la derrota continua de su protagonista es fascinante, pero los secundarios nunca llegan a ser tan interesantes como ella por culpa de un trasfondo que nunca termina de pasar del boceto y que convierte a Sweeney (un sorprendente Marc Maron) en un alma caritativa un poco aleatoria y a su compañero Royal en un simple esbozo de trauma que nunca llega a impactar del todo al espectador, que ya tiene bastante con centrarse en Leslie.
En unos tiempos en los que incluso el cine más independiente parece falto de verdad, esta película la ofrece en cada fotograma. Una verdad desgarradora, cruda, sin revestimientos de fantasía o esperanza: el retrato de una adicción sin filtros que destruye y marchita cada vida que toca.
Hacía mucho tiempo que una película no te permitía vivir en ella, pasar cada hora solitaria limpiando un motel de mala muerte y soñar con poder ser una persona funcional al lado no de quien te quiera bien, sino de quien te abre la puerta, aunque sea un poco, al amor que te has negado durante décadas.
Si 'To Leslie' fuera una canción, sería la balada country más triste posible, ambientada entre puestas de sol ignoradas por el dolor de la vida, moteles donde nunca parece alojarse nadie, restaurantes sin clientes y la lenta muerte en vida que asola a una protagonista incapaz de afrontar el éxito y de vivir con el fracaso, adicta a su propia derrota, tan fascinante de contemplar en una pantalla como insoportable de aguantar en la vida real. Si echabais de menos las películas pequeñitas con algo que contar estáis de enhorabuena: no la dejéis pasar.
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