Si hubiera que definir 'Titanes' en base a producciones superheroicas cercanas, podríamos decir que agarra el universo de las producciones DC de The CW ('Supergirl', 'The Flash', etc.), las sumerge en la estética oscura y violenta de las películas de la compañía, sobre todo en la más ligera 'Justice League', y toma buena nota de los hallazgos de puesta en escena y atmósfera urbana de las producciones Netflix basadas en héroes Marvel. Para añadir sabor, un picoteo de tormento adolescente, ya practicado en series como 'Cloak & Dagger' o 'Runaways'.
El resultado es exactamente el esperable ante semejante batiburrillo: una propuesta que cuenta con numerosos hallazgos, pero no necesariamente relacionados entre sí, y cuyo mayor problema es la irregularidad. De tono y de ritmo, pero sobre todo a la hora de encontrar una personalidad propia que la distinga de sus referentes. Es decir, una serie prometedora, lo suficientemente distinta a otras producciones superheroicas, pero a la que aún le falta empuje para hallar una identidad propia.
'Titanes' arranca cuando se cruzan los caminos de Robin, esto es, Dick Grayson (Brenton Thwaites), la tímida pero superpoderosa adolescente Rachel (Teagan Croft) y una mujer con poderes piroquinéticos y que ha perdido la memoria, Kory (Anna Diop). A ellos se une Gar (Ryan Potter), capaz de metamorfosearse en un tigre verde y, en una frenética huida de una familia de asesinos que persiguen a Rachel, se irán encontrando con otros héroes disfrazados, como los justicieros Halcón y Paloma, la insólita Patrulla Condenada, una Wonder Girl a la que esperamos ver más a menudo o el nuevo e inmaduro Robin.
Es jugosa la perspectiva de encontrarse con héroes menores de DC, algunos de ellos con un enfoque nunca antes visto en adaptaciones previas (un Robin enfrentado a Batman), otros (la mayoría de los Titanes) nunca vistos en imagen real, otros (la Patrulla Condenada, quien sabe si todo lo relativo al universo del Hombre Murciélago) anticipando lo que está por venir. Los fans de los superhéroes DC y los devotos de los Titanes (un grupo que nació como asumidamente menor, un conglomerado de sidekicks que encontró su lugar gracias a sucesivas e interesantísimas etapas en papel) tienen razones suficientes para darle una oportunidad.
'Titanes': la oscuridad no lo es todo
Claramente, 'Titanes' busca una identidad en el estilo realista y urbano de las producciones de Netflix/Marvel (las coreografías y secuencias de acción están claramente inspiradas en las de 'Daredevil' y compañía), y también en los conflictos éticos y las biografías con exceso de tragedia de las películas DC, hasta llegar a lo involuntariamente cómico: hay tantos huérfanos en 'Titanes' que la idea de que se hayan ido encontrando por casualidad obedece, posiblemente, a que habitan un universo en el que todo el mundo tiene un crimen a sus espaldas, una biografía turbia, un suceso sin resolver o un flashback enigmático.
Y es una pena, porque cuando la serie encuentra cierta originalidad, o cierta voz propia, funciona bien: las relaciones entre los personajes (las dos parejas de adultos y chavales que conforman el cuarteto protagonista) tienen personalidad y justifican la acción y las decisiones locas; el diseño de producción es interesante, y hay multitud de detalles a destacar (del lazo de Wonder Girl a los detalles del uniforme de Robin, de los poderes de Kory a los fabulosos trajes de Halcón y Paloma, sin duda los más sofisticados y coloristas de la temporada... tanto, que parecen venir de una serie distinta). Pero la mayor parte del tiempo, la serie está esforzándose más de lo que le conviene en convencernos de que es muy seria, muy dura y muy oscura.
Por desgracia, el fruto de este exceso de elementos dispares es una falta de unidad, y errores de cálculo tan notables como que el último episodio tenga una estructura particularísima, completamente anticlimática. O que episodios como el del flashback contando la historia de Halcón y Paloma (el más flojo con diferencia) estén ubicados en el peor punto posible de la temporada y supongan una bajada del ritmo que deja muy mal sabor de boca. Lo mismo sucede con la ruptura estética y de tono absoluta del episodio de la Patrulla Condenada, aunque lo cierto es que éste sabe a episodio de compromiso para construir otra serie, y es fácil perdonar su relativa salida de tono.
Hay elementos interesantes en esta primera temporada, sobre todo en lo que respecta a lo que no se había visto antes en una adaptación: Por ejemplo, con el cuestionamiento continuo de Batman y sus métodos (por cierto: ¿por qué si se habla continuamente de él no llegamos a verlo del todo?... ¡hasta 'Supergirl' enseña a Superman!). O con el enfrentamiento entre los dos Robin, los coqueteos con el género de terror y, sobre todo, la sensación de que podríamos estar ante el nacimiento de un universo de relativa coherencia, uno en el que caben Batman y la Patrulla Condenada. Por disparatado que resulte sobre el papel y por muchas aristas que haya que pulir. Hay mucho por hacer, la tibia acogida de 'Titanes' y del servicio de streaming de Warner no es la mejor de las señales, pero al menos señala en una dirección concreta.
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