'Tipos legales', la última noche

'Tipos legales', la última noche
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Muchas veces se confunde el cine de personajes con las cintas destinadas al exclusivo lucimiento personal de su protagonista, quedando muy dañados el resto de elementos necesarios para dar forma a una buena película. Los ejemplos de ello son incontables y es algo que no cesará, ya que en ocasiones hasta han servido para hacer ganar un Oscar a su intérprete principal —no hay que remontarse mucho para encontrar el caso de Meryl Streep en ‘La dama de hierro’ (‘The Iron Lady’, Phyllida Lloyd, 2011)—, pero, sin llegar a ser una película que vaya a cambiar nuestra vida, ‘Tipos legales’ (‘Stand Up Guys’, Fisher Stevens, 2013) afortunadamente se aleja hasta cierto punto de esa cansina tendencia.

Nadie puede culpar a su productora por centrar la —escasa— campaña promocional de ‘Tipos legales’ en el trío de ases de la actuación que encabeza su reparto, aunque así hayan promovido una idea equivocada en sus potenciales espectadores. Lo cierto es que los auténticos protagonistas de la función son Al Pacino y Christopher Walken, quedando reducida la presencia de Alan Arkin a una trama secundaria de las muchas que sirven para perfilar las motivaciones, deseos y tragedias personales de los personajes de los dos primeros. Y es que la codificación genérica de ‘Tipos legales’ es mucho menos importante que su capacidad para transmitir al espectador la amistad de sus dos protagonistas y el delicado momento por la que ésta pasa.

Imagen de Christopher Walken en

Hace ya más de una década que nos llegó ‘La última noche’ (‘25th Hour’, Spike Lee, 2002), apasionante largometraje protagonizado por un inmenso Edward Norton que nos narraba sus últimas 24 horas de libertad antes de tener que ingresar en prisión. Esa idea va un paso más allá en ‘Tipos legales’, ya que se nos cuenta la última noche de vida de uno de sus protagonistas, el cual va a ser asesinado por su mejor amigo o simplemente ambos compartirán el mismo trágico destino. El guión del debutante Noah Haidle no tiene interés alguno en desarrollar el suspense de la historia, pues su principal ambición es retratar su amistad e ir mostrando lo que más que una crónica de una muerte anunciada es la sucesiva consecución de las últimas voluntades del futuro difunto.

Fisher Stevens, director con escasa experiencia tras las cámaras —está más acostumbrado a trabajar delante de ellas—, hace bueno el lema de como en los viejos tiempos y decide olvidarse de cualquier modernismo efectista en el trabajo de puesta en escena, confiando quizá demasiado en que sus protagonistas sean capaz de elevar un guión un tanto mejorable. De hecho, el único momento en el que abandona la invisibilidad es durante su secuencia final, homenaje directo —y no es el único, aunque la trascendencia del trabajo de Stevens en el hecho a la película que hizo ganar un Oscar a Al Pacino es inexistente— a uno de los más célebres desenlaces de la historia del cine.

Imagen de la película

La excesiva confianza de Stevens en el trabajo ajeno da como resultado una estructura episódica, dando la sensación de que varias de las pequeñas tramas que abre —las visitas al prostíbulo, las escenas compartidas con una desaprovechada Julianna Margulies, etc.— no tienen suficiente consistencia por sí mismas, quedando por lo general relegadas a servir como apuntes más o menos simpáticos —la potencia sexual de Pacino y Arkin— sobre los protagonistas. La correlación entre ellas también es algo escasa, ya que no hay una sensación de ir a más como sí pasaba en la notable ‘¡Jo, qué noche!’ (‘After Hours’, Martin Scorsese, 1985) y sólo la efectividad aislada de ciertas situaciones —todo lo dedicado a Vanessa Ferlito y sus ansias de venganza— otorga un interés adicional a lo que vemos en pantalla.

No seré yo el que os descubra que Al Pacino, Christopher Walken y, en menor medida, Alan Arkin son la razón de ser de ‘Tipos legales’, algo que aprovechan para demostrar más su saber estar delante de la cámara y ese puntito de carisma tan peculiar que tiene cada uno que en desplegar todo su arsenal interpretativo. Todos ellos son conscientes de estar, al igual que sus personajes, en los años finales de su carrera, prefiriendo hacer especial inciso en la amistad que los une y la necesidad de saldar cuentas pendientes antes de abandonar este mundo. Se agradece también que no caigan en el error cada vez más extendido de introducir a personajes jóvenes con demasiado peso para que el relato sirva también como un retrato generacional de lo pasado y lo que está por venir.

‘Tipos legales’ no es un gran entretenimiento y tampoco una película apasionante que aprovecha al máximo las posibilidades de su historia, pero sí que es una muestra suficientemente estimulante de los últimos coletazos de unos personajes que ya han dejado atrás sus mejores años. Un cálido retrato de la amistad y la necesidad del perdón y una segunda oportunidad para seguir adelante por poco tiempo de vida que pueda quedarnos.

Otra crítica de Blogdecine: 'Tipos legales', cuando la experiencia lo es todo

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