'Tipos legales' ('Stand Up Guys', Fisher Stevens, 2012) reune a tres actores de la vieja escuela, Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin, para ofrecernos un simpático thriller en el que los tres intérpretes demuestran que la experiencia lo es todo, y jugando con su propia imagen en el cine elevan la calidad del film por encima de la media. Lo cierto es que ver reunidos a esos tres es algo que no se ve todos los días —Walken y Pacino es la primera vez que coinciden en una película, porque citar aquella cosa dirigida con Martin Brest no merece la pena—, y aunque en manos de otro realizador la cosa habría dado para mucho más, nos encontramos ante un film nada desdeñable que habla con nostalgia y buen humor de los viejos tiempos, la amistad y las segundas oportunidades.
El film supone el penúltimo trabajo tras las cámaras —sí, la película nos llega con el habitual retraso al que estamos acostumbrados y a nadie pilla desprevenido— de Fisher Stevens, al que el público recordará como actor en trabajos como las dos entregas de 'Cortocircuito' ('Short Circuit', John Badham, 1986), un director en todo caso poco adecuado para dirigir a esos tres monstruos, aunque por otro lado, permanece en segundo plano dejando que los actores sean la película. 'Tipos legales' no pasará a la historia del cine, pero ya les gustaría a otros muchos productos de entretenimiento tener la frescura y solidez de este.
(From here to the end, Spoilers) Al Pacino da vida a Val, que tras 28 años en la cárcel es puesto en libertad. El único que va a recogerle es Doc (Walken), antiguo compañero de correrías y que ha recibido un encargo muy especial, asesinar a Val por ser el causante de la muerte del hijo del gangster para el que trabajaban hace tiempo. Mientras la hora llega ambos pasarán una última noche de juerga en la que habrá tiempo para prácticamente todo, incluso rescatar a su viejo amigo Hirsch (Arkin), internado en una residencia para ancianos en la que se está pudriendo. Un argumento sencillo —del novato Noah Haidle— que a pesar de algunos lugares comunes, contiene algún que otro momento inspirado y ciertas dosis de humor negro siempre bien recibidas en estos tiempos de chistes fáciles.
'Tipos legales' parece avanzar por bloques, aquellos que protagonizan los distintos personajes que se encuentran con los protagonistas, y que poco a poco van definiendo sus verdaderas personalidades, más allá del hecho de que fueron criminales, ahora en su etapa final mirando de frente a la muerte. El recorrido nocturno pasa por una casa de citas, en la que los actores se prestan a un chiste sobre sus aptitudes sexuales, bien distintas en cada uno de los casos —el chiste sobre las consecuencias de las cualidades de Hirsch en la cama es de una mala leche que apenas se nota y respira verdad por todos lados—, diversos robos en algunos establecimientos, una simpática huida de la policía en un coche robado, o ayudar a una joven violada, curiosa intervención de Vanessa Ferlito.
'Tipos legales' transcucrre sin sobresaltos, siempre dentro de una gran corrección, sin molestar y también sin entusiasmar. Es en su tramo final cuando toma conciencia de sí misma por así decirlo, y nos deja un bonito cierre en el que Stevens juega a ser Sam Peckinpah, pero manteniendo las distancias. El discurso puede ser algo simple, pero es efectivo y las concesiones a la galería se reciben con los brazos abiertos, pues el goce del film se encuentra en las miradas de los tres actores, ya de vuelta de todo, como sus personajes, añorando viejos tiempos —¿quién sabe si en ciertos instantes no están hablando de sí mismos?— y recitando emotivas elegías de despedida. El acierto está también en que tanto guionista como realizador no cargan las tintas, sin subrayar inecesariamente los chistes o los momentos emotivos.
Aunque 'Tipos legales' es una historia sobre hombres, sobre los viejos tipos duros, resulta curioso el universo femenino que se muestra en el film. De entre todas las actrices que desfilan por la película, me quedo con Addison Timlin y su envidiable naturalidad, la camarera del bar al que siempre acude Doc todas las mañanas y que representa algo más. Es la consecuencia de su pasado, y es su futuro, su permanencia en esta vida, la última persona que pronunciará su nombre produciéndose así la segunda muerte de todo ser humano.
Sencilla y directa, como en los viejos tiempos y con una imagen inolvidable, unos contenidos Walken y Pacino trajeados de negro y caminando hacia su destino, seguidos por un efectista travelling que culmina con un the end, como debe ser.
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