Megan Fox parecía destinada a convertirse en una gran estrella de Hollywood, pero su carrera se torció tras unas polémicas declaraciones contra Michael Bay que llevaron a que no se contase con ella para 'Transformers: El lado oscuro de la luna'. Su papel como April O'Neil en 'Ninja Turtles' y su superior secuela la devolvió a primera línea, pero la cosa no ha terminado de volver a despegar tras tomarse un descanso coincidiendo con la finalización de su paso por la serie 'New Girl'.
Su nombre está volviendo a sonar con cierta fuerza en este 2021, año en el que tuvo un pequeño papel en 'Fauces de la noche' y en el que ha formado parte del reparto de 'Los Mercenarios 4'. Aún tardaremos en tener de vuelta a los viejos héroes de acción de vuelta, pero donde sí podremos verla a partir de este viernes 12 de noviembre es en 'Till Death. Hasta que la muerte nos separe', un intenso y cruel thriller con toques de terror en el que Fox está muy convincente haciendo todo lo posible por salir con vida de una situación de lo más complicada.
De menos a más
El arranque de 'Till Death. Hasta que la muerte nos separe' no invita al optimismo, ya que tiene un enfoque dramático llevado de forma poco estimulante a la hora de abordar la historia de una pareja en crisis que viaja a una cabaña aislada para intentar recuperar la magia del pasado. O al menos eso es la idea, pues todo se complica sobremanera a la mañana siguiente, siendo entonces cuando la película despega y no deja de ir a más hasta tocar techo en sus últimos momentos.
Dicho de otra forma, hay que pagar un peaje que quizá algunos no estén dispuestos a aceptar. A fin de cuentas, son más de 20 minutos en una película que no llega a los 90. Tampoco es que sea insoportable, pero sí monótono, ya que el guion de Jason Carvey parece deleitarse más de lo necesario para lo que realmente aporta un inicio muy en la línea de lo que vimos hace no tanto en 'El juego de Gerald' y en menos tiempo.
La cosa cambia cuando la peli vira para convertirse en una curiosa variante del subgénero home invasion que lleva a Fox a verse envuelta en un retorcido y sangriento juego del gato y el ratón que sabe cómo ir elevando la sensación de peligro de forma paulatina y sin recurrir a giros de guion estúpidos. Puede que haya alguna reacción que cuesta asumir desde la calma de nuestra butaca o sofá, pero a veces se nos olvida que hay situaciones en las que no hay tiempo de meditar tus acciones y toca dejarse llevar por decisiones motivadas por la visceralidad.
Los puntos fuertes de 'Till Death. Hasta que la muerte nos separe'
Eso es algo que el director debutante S.K. Dale sabe reflejar con una energía fuera de toda duda, mostrando una pericia para el manejo de la cámara que hace pensar que nos dará muchas alegrías en un futuro cercano. Y es que en 'Till Death. Hasta que la muerte nos separe' sabe manejarse muy bien entre la tensión y el suspense para atraparnos y no soltarnos durante todas las penurias a las que ha de enfrentarse su protagonista.
De esta forma, lo que no deja de ser una historia dentro de los parámetros que uno podría esperar -la mayor sorpresa no deja de ser ese giro que provoca un cambio de tono radical entre el primer acto y los dos siguientes- mantiene el gancho necesario para que el espectador se sumerja en lo que sucede en pantalla. Siendo ahí donde la aportación de una inspirada Fox resulta esencial.
Confieso que Fox nunca me había parecido una actriz especialmente estimulante -aunque alguna buena actuación, como la de 'Si fuera fácil', ya tiene-, pero aquí está muy convincente, tanto en lo físico, donde a priori parte con cierta desventaja, como en lo emocional, donde juega con un rol que tiene lo suyo de scream queen pero mostrando una determinación muy superior a lo habitual en este tipo de personajes. Eso quiere decir que sabe sufrir muy bien, pero también pasar al ataque siempre que es necesario. Eso sí, brilla más cuando lo que se requiere de ella es más una entrega física que cuando los diálogos pasan a primer plano.
En resumidas cuentas
'Till Death. Hasta que la muerte nos separe' no es una película que vaya a cambiarte la vida y además empieza algo floja, pero luego remonta y se convierte en una película estimulante en el que resultan esenciales tanto lo que aporta Megan Fox delante de las cámaras como el debutante S.K. Dale detrás de ellas.
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