El nuevo episodio de 'Tiger King' de Netflix se titula simplemente 'Tiger King y yo' y fue añadido el 12 de abril a la plataforma. Sin ser un especial propiamente dicho, separado del contenido de la serie, sí que funciona como epílogo virtual de lo que hemos visto, pero no añade mucho a la historia y ni siquiera aparece Joe Exotic.
Lo primero que llama la atención es el formato elegido para esta nueva entrega, básicamente un conjunto de entrevistas separadas a personajes del mismo llevadas por el actor Joel McHale realizadas en chat de video debido a las limitaciones del aislamiento debido al brote de coronavirus. Ni una imagen editada, cero material nuevo y tan solo alguna foto de Joe Exotic o Carole Baskin aquí y allá.
Un material prescindible y sin profundidad
Más allá del interés que puedan tener los protagonistas de la increíble historia que cuenta 'Tiger King', el estilo del episodio no está a la par del documental y no guarda una coherencia argumental o de estilo. Ni tiene dirección ni ritmo, más allá de las cadencias que llevan las conversaciones de McHale con cada uno de los entrevistados. Aumenta la impresión de que, en realidad, la idea de la serie tiene más que ver con los realities más zafios.
En los siete episodios previos hay una narrativa, que va dejando ver el estado surrealista de la cultura white trash norteamericana, los problemas de la falta de regularización de armas y explotaciones de zoos como los que aparecen, y de ahí que la singularidad de Joe Exotic y derivados tenga mucho de documental casi antropológico. Pero a veces daba signos de estar demasiado enamorada del circo que presenta con detalles sensacionalistas que aquí, finalmente, se hacen norma.
El estilo no se diferencia mucho del que puede tener un Jorge Javier Vázquez, preguntando a personajes sobre los que se siente superior, con la posición de Joel McHale siendo especialmente altiva cuando les pregunta por temas peliagudos. Se nota demasiado que tanto él cómo los entrevistados están a disgusto, haciendo el trabajo porque hay dinero de por medio, sin una muestra de interés honesto en los temas que comentan.
Poca nueva información, ninguno de los verdaderos protagonistas
La falta de empatía de McHale y los guionistas tiene su punto álgido cunado entrevistan a Josh Dial, al que le preguntan con ninguna educación por sus dientes, que se arregló al acabar la serie. La forma en la que habla McHale a Dial recuerda a las rondas de preguntas a "el Pirri" por periodistas españoles, que le invitaban para poco más que reírse de él. Un poco lo mismo que hacían 'Cronicas Marcianas' y la actitud de Javier Cárdenas.
Quitando esto, los "protagonistas" (no están ni Carole Baskin, ni Bhagavan Doc Antle, ni Exotic) actualizan cómo están: El zoo de Jeff Lowe está cerrado por coronavirus, John Reinke está lidiando con su nueva fama en medio de la pandemia y Saff revela que tuvo que ver el vídeo de su accidente muchas veces porque Exotic solía usarlo como formación de seguridad para nuevos empleados. Josh Dial revela que nunca recibió tratamiento después de presenciar la muerte de Travis Maldonado y comenta que sabe que Joe Exotic "Está al tanto del éxito de la serie está disfrutando de cada minuto de todo esto".
Más allá de que todos piensen que Joe Exotic debería permanecer entre rejas, como "plato fuerte" dejan la entrevista a Rick Kirkman, cuya mayor aportación es el macabro relato de una mujer que llevó al zoo un caballo porque no podía cuidarlo y Joe dijo que se encargaría de él, pero en cuanto se fue, supuestamente, disparó al animal para dárselo de comer a los tigres. El hecho de que este dato se deje para el final habla mucho de las intenciones de Netflix con este pobre y efectista especial, que no resulta interesante ni como material satélite extra de los siete episodios anteriores.
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