Disparos, muertes, Irlanda y un final explosivo: hace tiempo que no nos lo pasábamos tan bien con Liam Neeson
Liam Neeson se convirtió en un héroe de acción a los 56 años con 'Venganza' y ya no ha querido bajarse de ese barco. A sus 72 sigue empuñando la pistola como nadie, tratando de salvaguardarse de explosiones varias e interpretando a un personaje estándar, ese asesino a sueldo que quiere dejarlo y promete que ese será su último trabajo. A veces le sale bien ('El pasajero') y otras no tanto ('La memoria de un asesino'), pero la mayor parte de sus thrillers se quedan en un punto indeterminado que no aburre pero tampoco maravilla. Es el caso de 'En tierra de santos y pecadores', que tiene unos pocos momentos brillantes bañados por una pátina de decepcionante más de lo mismo.
Sin ton Neeson
'En tierra de santos y pecadores' pretende ser una película con tono clásico para espectadores adultos. En lugar de ceñirse a un montaje espídico repleto de planos cortos y espectaculares, prefiere centrarse en los verdes paisajes de Irlanda, en ese asesino a sueldo que decide dar un paso atrás, en su recreación histórica y en calentar muy poco a poco la olla hasta llegar al inevitable punto de ebullición. Sobre el papel es fantástico, el retorno a un cine que nunca debió dejar de hacerse. Pero a la hora de la verdad, son mejores las intenciones que la práctica.
El primer acto de la cinta va un paso más allá del simple cumplimiento a pesar de caer en tópicos constantes (esa víctima cavando su propia tumba, ese asesino que pretende dejarlo, ese enamoramiento silencioso). Y después, la película nunca deja de ser sólida, pero se echa de menos el frescor de su inicio al comprobar que su metraje nunca termina de despegar, basando todas las expectativas del guion en un personaje duro pero con matices del que queda todo dicho en la primera media hora.
Es una lástima que, al final, 'En tierra de santos y pecadores' termine haciéndose reiterativa. De hecho, pretende que nos quede tan completamente clara la posición de Finbar en una Irlanda en conflicto constante consigo misma que ni la notable interpretación de Neeson puede salvar la película de un público mirando el reloj y esperando al inevitable baño de sangre con el que acabe todo. Es cine del que ya no se hace, sí, pero se siente tan nostálgico como desentrenado.
En tierra de pecadores de la pradera
Puede que me aburriera durante la proyección, y no es algo que negaré, pero fue uno de los aburrimientos más estéticamente bellos de los últimos años. Robert Lorenz, tres veces nominado al Óscar como director de fotografía por 'El francotirador', 'Cartas desde Iwo Jima' y 'Mystic River', da rienda suelta a todo lo aprendido a lo largo de las décadas mostrando una Irlanda con los típicos (y apasionantes) paisajes de siempre que deslumbran a la cámara. Al igual que en 'Almas en pena de Inisherin', los acantilados, el pueblo y la tierra verde son más que simple ambientación: se trata de una bellísima cárcel natural de la que es imposible escapar.
Pero no nos engañemos: no estaría hablando de esta película si no fuera por un Liam Neeson que, aunque siempre parezca interpretar al mismo personaje (el asesino crudo y frío que quiere retirarse pero no puede), sigue resultando una presencia imponente, creando un icono del cine moderno: él mismo. Junto a él está un espectacular Jack Gleeson como aprendiz de psicopata (sucesor, en parte, de su Joffrey Lannister) y una más que capaz Kerry Condon, que ponen la rúbrica a un reparto espectacular.
El apartado interpretativo, de hecho, ayuda a aupar una cinta cuyo guion queda lastrado por una falta de profundidad latente en ningún personaje que no sea su protagonista y que va perdiendo interés a medida que pasan los minutos hasta llegar a un final tan divertido como algo desentonado (y, todo sea dicho, un pelín cobarde). Al final, por mucho que lo revistamos con un gran reparto y una fotografía espectacular, un western irlandés de asesino rudo que quiere dejarlo de una vez no va a ofrecernos nada que no sepamos desde su minuto uno.
Pero 'En tierra de santos y pecadores' es capaz de sobresalir por encima de la mayor parte de películas similares a ella gracias a la tridimensionalidad de su protagonista, el ambiente de pesadumbre constante, un ritmo lento digno del Hollywood antiguo, las preciosas vistas de Irlanda, su marco político que le añade una capa más y un reparto que va mucho más allá de lo que normalmente se le pide en este tipo de productos. Dentro de la etapa moderna de Liam Neeson es uno de sus mejores trabajos... aunque eso, efectivamente, no sea decir demasiado.
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