Hace ya tiempo que cada estreno de una película de Marvel es un acontecimiento. Sus películas pueden gustar más o menos, pero creo que nadie puede discutir que su universo cinematográfico tiene tal importancia en el mundo del cine actual que apenas Star Wars puede hacerle frente y en ambos casos Disney es la dueña de todo, por lo que es hasta cierto punto lógico que quieran ir sobre seguro para no arriesgarse a perder el favor del público.
Eso sí, el caso de Marvel es particular, ya que hay muchos superhéroes con una franquicia propia dentro de otra mayor y Thor es el que había despertado un menor interés con sus aventuras en solitario. Tocaba probar con algo diferente para la tercera entrega y fue ahí donde llegó el sorprendente fichaje de Taika Waititi para dirigir ‘Thor: Ragnarok’ y lo mejor que puede decirse de la película, además de que supera a sus dos predecesoras, es que se nota que es suya aunque no sea suficiente para estar entre lo más destacado de Marvel.
Un paso adelante para Thor...
Si pienso en las películas más divertidas de Marvel creo que solamente situaría a ‘Guardianes de la Galaxia’ (‘Guardians of the Galaxy’) por encima de ‘Thor: Ragnarok’, pero un detalle esencial para entender la cinta de Waititi es que su sentido del humor difiere de forma importante del de James Gunn. En ambos casos hay cierta proximidad a la desmitificación a través del absurdo, pero aquí se coquetea con la parodia en oposición al toque gamberro de los guardianes.
Ese detalle resulta esencial para diferenciar ambas propuestas y también para entender la elección de Waititi, quien hace unos años estrenó la estupenda ‘Lo que hacemos en las sombras’ (‘What We Do in the Shadows’), donde realizó un ejercicio similar. Y digo similar porque estaba claro que su libertad de acción en una gran producción como ‘Thor: Ragnarok’ iba a estar más limitada y también que su sentido del humor iba a estar al servicio de lo que no deja de ser una aventura “estándar” de un superhéroe.
No he entrecomillado lo de estándar antes por casualidad, ya que aquí se opta por una estética alejada de lo visto en las dos anteriores entregas -la primera marcada por el toque shakespeariano de Kenneth Branagh y la segunda algo más impersonal, aunque no por ello inferior, por estar Alan Taylor tras las cámaras- para apostar por un look retro con colores chillones que a la hora de la verdad encuentra su mejor aliado en la estupenda banda sonora de Mark Mothersbaugh, pues es quien mejor entiende lo que parece buscar la película.
Más allá de eso, nos queda un relato que quiere alejarse del patrón marcado por otras aventuras de Marvel, recreándose para ello en las etapas intermedias -pienso aquí sobre todo en el extenso segmento de metraje ambientado en el planeta Sakaar-, ya que es ahí donde Waititi tiene más material para que el humor predomine. Y no voy a negarlo, ‘Thor: Ragnarok’ consiguió que me riera en multitud de ocasiones y también da el material adecuado a Chris Hemsworth para que brille más allá de su físico.
De hecho, ya en su efectivo prólogo se ve que esa fuerte presencia de lo cómico va a ser lo que más brille, con las escenas de acción usurpando su presencia con relativa frecuencia ante la necesidad de ofrecer al espectador lo que espera de un relato de estas características. No creo que Waititi haga un mal trabajo ejecutando esas escenas, pero sí se le nota más servicial, no queriéndose arriesgar más de la cuenta y es ahí donde entra en escena lo que más temía: que ‘Thor: Ragnarok’ acabase resultando genérica.
…pero no para el universo de Marvel
¿A qué afecta realmente eso? A la supuestamente temible amenaza que representa una Cate Blanchett que cumple con tanta holgura como desaprovechado está su personaje. Aquí me temo que ‘Thor: Ragnarok’ reincide en su problema de no saber sacar todo el provecho a sus villanos, siendo Thanos la prueba de fuego definitiva para ver si se han limitado demasiado por esa presencia mayor o si es algo con lo que terminan de saber qué hacer.
Conviene matizar que eso es algo que en el caso de ‘Thor: Ragnarok’ solamente llega a hacerse patente durante un tercer acto algo decepcionante, ya que incluso como gran espectáculo de acción se queda corto. No hay tampoco un giro inventivo como en ‘Doctor Strange’, simplemente se caen en los fallos habituales en aras de la sobrecarga de efectos especiales sin que sean nada revolucionarios o haya algún tipo de emoción real que nos implique en mayor grado.
No es nada especialmente molesto, pero sí que evidencia que esa revolución que nos habían prometido para ‘Thor: Ragnarok’ no lo es realmente tanto. Es cierto que hay varias sorpresas agradables, y no pienso solamente en la parte de humor, la introducción del magnífico personaje de Tessa Thompson -solamente con sus primeras apariciones ya aporta más que Natalie Portman en las dos anteriores entregas- o la genial utilización de Hulk, ya que uno de los mayores logros de Waititi es saber equilibrar su característico humor con la necesidad de que la historia progrese y no acabemos tomándonoslo todo a guasa.
En eso último también tiene su importancia el guion firmado por Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher Yost, pero el propio Waititi comentó que se habían improvisado muchas cosas y es ahí donde surge una frescura que hace que la película sea ante todo un entretenimiento de primera. Por lo demás sí que hay algún cambio importante dentro del universo de Thor y espero que eso no lleve a realizar una lectura sociopolítica que en realidad no va a ninguna parte más allá de potenciar la vena heroica del relato.
Siendo más directo, ‘Thor: Ragnarok’ cumple con holgura como entretenimiento, logra hacerte reír en incontables ocasiones y supera a sus dos predecesoras, pero también cae en una serie de errores habituales de las producciones Marvel que llevan a que sus mejores momentos sean en realidad las situaciones intermedias -o de transición- en lugar de las partes que deberían ser más importantes. Vamos, que es un paso adelante para ‘Thor’ pero no para el universo mayor del que forma parte.
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