Iron Man, Thor, Capitán América y Hulk son por ahora los superhéroes que han protagonizado una película dedicada en exclusiva para ellos de la mano de Marvel. No tardarán en llegar más y he de reconocer que tengo especial interés en lo que pueda hacer James Gunn con sus ‘Guardianes de la Galaxia’ (‘Guardians of the Galaxy’, 2014), pero soy consciente que no todas van a ser igual de estimulantes y entretenidas. También tengo claro que la peor primera entrega hasta ahora fue la protagonizada por Thor en 2011 a las órdenes de Kenneth Branagh.
Uno de los grandes atractivos de ‘Thor’ es que era una cinta que se alejaba más de lo esperado del estándar habitual de las producciones Marvel, pero ser diferente no equivale a ser mejor. No quiere esto decir que considere que ‘Thor’ es una mala película, pero sí una bastante descompensada y por debajo del resto de producciones Marvel con la salvedad de la discreta ‘Iron Man 2’ (Jon Favreau, 2010). Con todo, era un entretenimiento bastante digno, pero con ‘Thor: El mundo oscuro’ ('Thor: The Dark World, Alan Taylor, 2013) han demostrado que las cosas podían hacerse mejor, tanto en términos artísticos como en su naturaleza de gran pasatiempo palomitero.
’Thor: El mundo oscuro’ y el estándar de Marvel
A priori puede que las producciones Marvel transmitan la sensación de que van a ser entretenimiento sin respiro, pero lo cierto es que todas ellas dosifican bastante la utilización de las escenas de acción para así moderar dentro de lo posible sus multimillonarios presupuestos. Esto se traduce en un mayor espacio para los diálogos, que están más cuidados de lo usual en cintas así, y la inventiva de los directores para evitar bajones de interés más o menos pronunciados. ‘Thor: El mundo oscuro’ es un buen ejemplo de ello y también de su capacidad para capar cualquier elemento disonante del plan de acción que tan meticulosamente han elaborado.
La carrera de Alan Taylor hasta la fecha había estado centrada casi en exclusiva en la pequeña pantalla, siendo su trabajo detrás de varios episodios de la estupenda adaptación televisiva de ‘Juego de Tronos’ (‘Game of Thrones’, Varios directores, 2011-En emisión) lo que le ha permitido conseguir grandes oportunidades en el cine como la que ahora nos ocupa o la ya anunciada quinta entrega de la saga ‘Terminator’. Lo cierto es que no tengo nada en contra de lo demostrado por Taylor en ‘Thor: El mundo oscuro’, ya que la corrección es la nota dominante, casi como si estuviera rodando un episodio de ‘Juego de Tronos’ y no una película que ha costado no mucho menos de 200 millones de dólares, es decir, manteniendo un tono uniforme ya fijado de antemano. Haciéndolo todo lo bien que pueda para que luzca al máximo, pero sin aportar nada de su cosecha.
Si nos paramos un momento a valorar el guión de Christopher Yost, Christopher Markus y Stephen McFeely, no tardaremos en llegar a un conclusión similar. Fue bastante comentada en su momento la necesidad de grabar nuevas escenas para potenciar la presencia de Loki, admitiéndose también que el propio Joss Whedon hizo varias correcciones en el libreto para conseguir que todo encajase mejor, tanto dentro de la propia película como en el universo cinematográfico de los superhéroes Marvel. Esto es algo que uno puede percibir viendo ‘Thor: El mundo oscuro’, ya que el humor, sin ser ese tan característico que solamente sabe hacer Whedon, tiene una presencia importante a modo de alivio de los momentos de tensión –hay incluso un gag durante la batalla final un tanto ridículo si pensamos un poco en ella, pero innegablemente efectivo-, siendo Loki uno de los principales responsables de ello.
Podría parecer que me estoy quejando amargamente del hecho de que ‘Thor: El mundo oscuro’ abrace sin reparos su condición de entretenimiento industrial, pero la parte positiva es que el estándar de Marvel es mucho más estimulante que el actual en los blockbusters de Hollywood. Esto consigue que una película de transición como la que nos ocupa se te pase volando por mucho que sepas prácticamente todo lo que va a pasar –Marvel ha usado demasiado pronto y de mala manera una carta que aquí ya empieza a volverse un poco en su contra-, ya que todo está orquestado con detalle para que el espectador siga la acción de forma fluida, disfrute con buenas escenas de acción y conozca un poco más sobre los protagonistas de la función y lo que está por llegar –ni se os ocurra perderos la primera escena de las dos que hay durante los créditos finales-.
Una (casi) modélica aventura de transición
‘Thor: El mundo oscuro’ no es más que un pequeño paso en una dirección que seguramente encuentre su primer punto culminante en la secuela de ‘Los Vengadores’ (‘The Avengers’, Joss Whedon, 2013 2012), y eso es algo que hay que tener muy claro para evitar posibles decepciones. El bastante aceptable villano interpretado por Christopher Eccleston no deja de ser mero relleno por mucho que quieran conectarlo con la mitología de Asgard, ¿y es que quién va a creerse ahora que alguien tiene posibilidades reales de acabar con el planeta sin que SHIELD o alguno de los otros superhéroes hagan acto de presencia?
Una vez aclarado esto, ¿hay algo que desentone? La respuesta es no, ya que el único que se aleja realmente de sus constantes es un Loki que necesitaba urgentemente un lavado de cara para no empezar a hacerse repetitivo, y es ahí donde ‘Thor: El mundo oscuro’ brilla más, tanto en su peculiar caída a los infiernos como en su posterior posibilidad de redimirse en una alianza a priori imposible con su hermanastro. De hecho, es aquí donde vemos a Tom Hiddleston dando lo mejor de sí como Loki, y eso es suficiente para que el hecho de que el resto poco menos que se limite a repetir su rol asignado –Hemsworth es el otro que consigue algo más de cancha, pero en escenas que comparte con Hiddleston y sus loables esfuerzos no son suficientes para estar a la altura de su hermanastro en la ficción- nunca llegue a resultar molesto.
‘Thor: El mundo oscuro’ es la perfecta demostración de que un entretenimiento estándar avalado por Marvel es bastante mejor que la mayoría de grandes superproducciones actuales. Todo está bien medido y no hay espacio para híbridos que pueden salir mejor o peor, pues el objetivo nunca fue dar lo mejor de lo mejor. Podríamos y deberíamos exigir más, pero también hay que reconocer que lo que aquí podemos encontrar es un muy buen entretenimiento que supera con holgura a su irregular predecesora.
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