Las voces críticas con la absolutamente desmesurada avalancha de estrenos que acompaña a los excesos de las plataformas de streaming tienen en 'The Wandering Earth' un buen punto a favor de sus protestas. Es la primera superproducción china de ciencia-ficción de esta envergadura y con solo 50 millones de dólares de presupuesto se ha convertido, en apenas unos meses, en la segunda película china más taquillera de la historia. Y ha sido estrenada en Occidente por Netflix sin la más mínima fanfarria, casi de tapadillo.
Es cierto que la plataforma atiende más a sus propias producciones que a las ajenas que solo distribuye. Y que la película es, en muchos aspectos, china al doscientos por cien y, por tanto, complicada de digerir por unos gustos occidentales cada vez menos amigos del riesgo. Pero con todo, y pese a que la película sufre de una notable elefantiasis y una pasmosa carencia de originalidad, el resultado es un blockbuster muy defendible. Y sobre todo, es dueña de una categoría visual que no estamos habituados a ver en nuestras pantallas, mucho menos en un estreno exclusivo por streaming.
La película adapta una novela de Liu Cixin, ganador de un premio Hugo que ha visto publicadas en español obras como 'El fin de la muerte' o 'El problema de los cuerpos', y cuya 'The Wandering Earth' (en realidad una colección de relatos, entre ellos el que da título a la película) llegará en septiembre de 2019 a las librerías españolas. El relato, mucho más breve que la película, esquiva el conflicto aventurero principal de ésta, y plantea desde su misma base si el drama que dispara la acción inicial no será en realidad un engaño del gobierno del planeta Tierra.
La película va mucho más allá: en el futuro, se calcula que el Sistema Solar se verá consumido por el propio Sol y los gobiernos terrestres encuentran la solución equipando a la Tierra con diez mil motores que hacen moverse al planeta, y bajo los que existen poblaciones subterráneas de supervivientes que ya no pueden poblar una superficie desolada. Un grupo de personas tanto desde la Tierra como desde una estación espacial internacional tendrán que hacer frente a la posible colisión contra Júpiter a causa de la tracción gravitatoria de este.
Sobre el papel, un auténtico dislate argumental (repetimos: un planeta Tierra con motores que convierten a la roca azul en una nave orgánica y colosal) que resulta creíble gracias, por una parte, al extraordinario aplomo con el que se narra toda la acción, a menudo con una literaria voz en off que resume décadas de vida en la Tierra a golpe de elipsis. Y por otra, recurriendo a unos efectos especiales excelentes y creíbles, pero no especialmente realistas: todos los fenómenos que se ven en 'The Wandering Earth' transmiten una peculiar escala planetaria gracias a su tratamiento casi pictórico, que orienta a las imágenes del film hacia una especie de poesía colosal, astronómica.
'The Wandering Earth': la Tierra omnivagante
La película hace muy bien su trabajo, impecable para un blockbuster de su tipo, de ir encadenando casi sin dificultad situaciones de tensión una tras otra, cada una derivada de la anterior. Todo dentro de un ritmo febril doblemente meritorio si tenemos en cuenta que no hablamos de persecuciones automovilísticas a gran velocidad, sino de estructuras del tamaño literal de planetas, es decir, que cuestiones como las situaciones contrarreloj y las decisiones a vida o muerte tienen una escala cósmica. Y aún así la mayor parte de las veces las escenas consiguen ser emocionantes y los personajes empáticos, gracias las relaciones que los unen, que se nos describen de forma sencilla, rápida y comprensible, a medio camino entre el tópico y el esquematismo funcional.
El problema es que llega un momento en el que nos distanciamos de su estupenda estética terrosa, empolvorizada, como nacida de una especie de post-apocalipsis de altísima tecnología, a causa de sus situaciones de segunda o tercera mano. Todo lo que sucede en la estación espacial lo hemos visto ya, tanto a nivel argumental (la IA rebelde se ajusta a todos los tópicos del género, desde '2001: Una odisea en el espacio') como en las set-pieces de acción, que conforman una versión ruidosa de 'Gravity'. En la Tierra mientras tanto vemos cómo se desarrolla una especie de reciclaje mastodóntico de 'Armageddon' en términos invertidos. No hay plagios explícitos, pero la sensación de déjà vu es considerable.
Es una amalgama de tropos de la ciencia-ficción regurgitados por la vía de la sensibilidad oriental: los potenciómetros de los sentimientos y la falta de pudor al 11 y, a la vez, la espectacularidad colosal, a veces rozando lo abstracto en su falta de medida. Todo ello en un saqueo sin complejos de convenciones procedentes del cine occidental de género. El potaje es puntualmente indigesto porque en ocasiones su brutalismo estético y su escala no rima bien con sus (convencionales) dramas humanos, que se mueven en un plano casi doméstico.
En cualquier caso, su éxito en China es perfectamente comprensible, y sus virtudes, bastante elocuentes. Escapista en el sentido más amplio y asequible de la palabra, abanderada de un humanismo para todos los públicos y sin complicaciones y a la vez capaz de poner sobre la mesa algunos conceptos de ciencia-ficción dura y levemente literaria, es evidente que 'The Wandering Earth' merecía bastante más atención de la que se ha ganado en su estreno digital en Occidente.
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