Con más de 150 episodios a sus espaldas, con una narrativa que se ha limitado a arrastrarse y seguir los puntos más manidos, cuesta creer que se pueda decir algo bueno, realmente bueno, de 'The Walking Dead'. Pero aquí estoy, dispuesto a comerme mis palabras, o al menos a dejarlas en remojo: el parón navideño ha sentado bien a la serie.
Porque, el último episodio, emitido este domingo 22 de marzo (¿ya estamos a 22?, ¿y seguimos en marzo?; ¿AÚN es 2020?¹), 'En lo que nos convertimos' viene a ofrecer un interesante punto y final al personaje de Michonne (Danai Gurira) y ayuda a que sigamos digiriendo el anterior capítulo, 'Camina con nosotros'. Es la calma de lo que, supongo, será el mejor final de temporada que ha visto la serie en un tiempo.
*Aviso de SPOILER: destripes de los últimos capítulos a continuación.*
'Michonne: Endgame', o ingredientes para una guerrera
Apartemos las elucubraciones a un lado y al lío: a Michonne la habíamos dejado en el episodio 8, ‘El mundo antes’, dirigiéndose con un tipo llamado Virgil (Kevin Carroll) a una isla llena, en teoría, de armas y munición. Mientras, sus compañeros se han enfrentado a los Susurradores e incluso han conseguido la cabeza de Alfa (Samantha Morton), aunque a un coste tremendo, con Alexandria amenazada y Hilltop carbonizada.
Como era obvio, Virgil no resulta de fiar. Siendo ‘The Walking Dead’, estaba claro que, o bien era un traidor o un loco, y ha acabado perteneciendo al segundo grupo: la familia para la que pedía ayuda Virgil ya está muerta, siendo esa “ayuda” que Michonne los mate porque a él se le da mal (y porque es su familia, ¿podrías culparle?).
Lo interesante y jugoso del episodio, lo que explica que en sus primeros minutos muestren a Michonne no ayudando a Andrea (Laurie Holden), es que Virgil droga a Michonne y ésta flipa con una vida alternativa que es, a la vez, un grandes éxitos de la serie.
En esta vida, después de no rescatar a Andrea y de ser ignorada por Daryl (Norman Reedus), se une a las filas de los Salvadores de Negan (Jeffrey Dean Morgan). No le va mal, porque Negan, en la famosa ronda de béisbol de la séptima temporada, le cede el bate para matar a sus amigos, lo que a su vez provoca que Rick (Andrew Lincoln), acabe con su vida y con la alucinación.
Como ver el interior de una olla a través del pitorro
Esta visión, y el descubrimiento de que Rick estuvo por allí, llevan a Michonne a que se lance a buscarle. Por ponerlo en negro sobre blanco (o en blanco sobre negro, si sois de ahorrar batería), no puede dejar atrás al hombre al que dio su corazón, aquel que le enseñó que, en vez de sobrevivir, podría formar parte de una comunidad y crecer con ella. Por eso perdona la vida a Virgil.
Pero para ir a por Rick, a Michonne le falta una cosa: la bendición de su ahijada, Judith, que deja claro que la guerra con los Susurradores ha terminado y que, a lo mejor, es su padre quien necesita más la ayuda.
La mejor sorpresa (o la peor, ahora llegaremos a eso) viene al final, cuando Michonne descubre una enorme caravana en dirección a un destino que no conoce, pero que podría reunirla con Rick. Adiós, Michonne.
Mismos ingredientes, sabor algo distinto
No puedo decir que haya sido de las mejores despedidas que ha tenido un personaje de ‘The Walking Dead’, pero sí se echaba en falta este mimo a la hora de hacerlo. Está bien sacar a tus protagonistas con golpes de efecto porque, en una serie tan larga, cada efectismo es un balón de oxígeno, pero Michonne se merecía algo más. También algo mejor.
Es un clásico de la serie dar una cosa buena junto a una mala, y este episodio ha hecho malabares con cosas muy mejorables, como el ritmo o el plan estúpido de Virgil para retener a Michonne, y detalles espléndidos como el cuarto de los ahorcados (una vez más, 'The Walking Dead' demuestra que puede, pero no quiere, crear atmósferas malsanas con muy poco) o la parte alucinatoria, inédita a estas alturas y, como toda novedad, muy bienvenida.
También ha sido notable la labor de disfrazar ese viaje de descubrimiento interior de Michonne en forma de tripi a lo 'Qué bello es vivir'. Está claro que el nombre de Virgil para el antagonista del episodio no ha sido casual...
'The Walking Dead': dar a probar y esconder el guiso
En cuanto a la escena final y mi comentario sobre que era la mejor, y a la vez peor, sorpresa, es por todo lo que implica ver esa caravana en dirección a un asentamiento presumiblemente enorme. Después de la increíble escalada de tensión vivida desde los episodios 9 a 12, que culminaron con Gamma (Thora Birch) muerta, el sacrificio de Earl, Alfa decapitada por un Negan que seguía las órdenes de Carol… después de la calma ganada, ahora parece lo más lógico saltar a un escenario nuevo y apasionante. Y no será así.
Si estás al día con la serie, pero no con las noticias relacionadas con ella, te diré que Danai Gurira sale de ‘The Walking Dead’ sin intención, que se sepa, de volver, y que toda esta parte final apunta a una cacareada trilogía de películas ambientadas en el universo de la serie y protagonizadas por Rick Grimes. Pero, hasta que eso se materialice de alguna manera, esta escena nos da a probar algo que nunca podremos saborear del todo.
A la espera del segundo plato y el postre
Quedan tres episodios por delante y, a lo largo de esta temporada, ‘The Walking Dead’ se ha librado de localizaciones, tramas y personajes, quizá para poder centrarse mejor de cara al final de esta temporada y que la siguiente, la temporada 11, deje de ser tan indigesta como venía siendo la serie.
Sea como sea, la serie ha ido mejorando tanto en sólo cinco episodios que, quién sabe, la crítica que hagamos en Espinof de la temporada completa incluya un vídeo de un servidor comiéndose su propia crítica del principio de esta décima temporada.
Si te fijas en los epígrafes de este artículo, ya me estoy preparando mentalmente. ¿Creéis que me libraré en el último segundo y ‘The Walking Dead’ volverá a sus soporíferos cauces o que, en efecto, cenaré mi texto?
¹N. del Ed.: Sí, seguimos en 2020.
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