'The Walking Dead: Dead City', este muerto está (algo) vivo. La edición '1997: Rescate en Nueva York' de la franquicia de zombis funciona pero está despojada de casi toda diversión

La nueva serie de 'The Walking Dead' nos ha enganchado lo justo para verla entera gracias a la ambientación y la química de sus protagonistas

Curiosidad morbosa, ése es el motivo por el que me propuse ver una de las doscientas continuaciones a la historia de 'The Walking Dead' que han salido o van a salir. Porque veréis, cuando se anunció esta historia protagonizada por Negan (Jeffrey Dean Morgan) y Maggie (Lauren Cohan), estaba casi seguro de que los iban a enrollar.

Así de desesperados creí que estaban, pero la realidad me ha dado un puñetazo: aunque no empieza mal, su desarrollo va tomando todos los vicios de la serie madre. Destripe que no le importa a nadie: no, no se lían en ningún momento, pero ojalá. Y me explico.

Dos pájaros, un tiro

Negan va por la vida poniendo cara de pena porque, ay, ya no le llena tanto hacer el mal gracias a la reinserción conseguida por Rick y su comunidad. Se siente como un crítico de cine en mitad del apocalipsis zombi: conoce muy bien el oficio, pero no hay ningún motivo por el que ponerse con ello.

¿Casualmente?, se tropieza con Maggie, a quien han secuestrado al vástago y necesita su ayuda. Como es obvio, preferiría hacer gárgaras con Fairy, pero el secuestrador es alguien del pasado de Negan: El Croata (Željko Ivanek), que vive en la ciudad que nunca duerme y que, ahora, tampoco muere del todo, Nueva York.

Un momento, ¿no habían quedado en buenos términos? Pues como eso no da el suficiente juego (imagina, glubs, que se ponen a hacer un drama serio sobre la posibilidad de enamorarte del asesino de tu marido), vuelven a llevar a Maggie a la casilla de la rabia incontrolable hacia Negan. Que está en parte justificada, pero no lo suficientemente bien narrada como para que tenga sentido.

Es increíble la química que tienen y lo acertados que están los guionistas de no lanzarles sexualmente al uno contra el otro.

No lo tendrán fácil, porque a Negan, aunque le duela lo de matar gente, ha seguido practicándolo como el que se pone a dieta y esconde chuches por la casa, y ahora le persiguen los sheriffs del asentamiento de Nueva Babilonia, que han puesto precio a su cabeza.

¿Conseguirán entrar en Nueva York? Desde luego. ¿Salvarán al pobre Herschel (Logan Kim) de las garras del Croata? A saber. Pero lo que hay en medio, y al final, es lo que nos va a preparar de verdad el debate: ¿'The Walking Dead: Dead City' merece la pena?

Huele a podrido (yo no he sido)

La premisa, desde luego, tiene su miga. Cuando por fin llegan a Nueva York, el espíritu es como el de un clásico como '1997: Rescate en Nueva York': una ciudad donde lo vacío es feo y lo concurrido hostil.

Seguramente, haya alguna lectura sobre el panorama audiovisual en que la película de John Carpenter fuera una expresión pop del gran apagón de la ciudad en 1977 (nuestros colegas de Xataka lo explicaron muy bien), solo 4 años antes de su estreno, y esta una expresión popular de la rapiña de viejas historias para mantener otras franquicias con pulso.

Sea como sea, tan pronto como llegan a la ciudad, y después del asombro inicial, este Espinof (¡por fin puedo poner esto en un texto sin referirme a esta página!) de 'The Walking Dead' demuestra que sigue teniendo la misma maña para generar situaciones imaginativas, el doble de recursos narrativos facilones y situaciones de guión que se notan artificiales desde lejos.

Que no te engañe la estética: son cuatro escenas no muy inspiradas.

Por ejemplo: en una ciudad de más de 8 millones y medio de habitantes censados, ¿la primera superviviente con la que se topan es una anciana que no habla inglés? Suena a recurso barato para generar tensión, porque no pueden hacerse entender y porque, aunque se maneja bien, la anciana necesitará ayuda.

Y así todo: la narración ocurre a salpicones y está deliberadamente hinchada, con las costuras saltándote a la cara. Lo que podría haber sido una película maja, se convierte en un monstruo de unas 4 horas, típico de estos tiempos... aunque con esa duración, Martin Scorsese ni se corta, ni le cortan. Por lo menos, los capítulos son más cortos (¡hay uno de 39 minutos!) y vaya si se notan, para bien, esos 10 o 20 minutos de menos respecto a la serie madre.

No ayuda una puesta en escena planísima, con unos diálogos narrados mediante plano-contraplano estáticos y sosos, más propios de un concurso de televisión que de una serie con algo de prestigio.

No esperes nada de este tipo.

A estas alturas, tenemos que mentalizarnos, si no lo hemos hecho ya, que 'The Walking Dead' es al género zombi lo que una guardería sin colores a la enseñanza infantil: funcionalmente, es todo correcto, pero está despojada de casi toda la alegría.

Muchos zombis, poca diversión

Disfruté muchísimo de 'The last of us' y uno de los motivos fue que volvió a convertir a los infectados (zombis) en un enemigo formidable y temible. No era necesario que salieran en todos los episodios, porque la mera sugerencia de uno vivo ya te hacía temblar las canillas y su acumulación daba lugar a momentos increíbles.

En el género, tradicionalmente, el número y persistencia de los zombis buscaba el fallo humano para imponerse, mientras que la vuelta de tuerca en las dos últimas décadas, eso de ser infectados, los volvió feroces, espídicos… pero fácilmente asesinables. 'The Walking Dead', en sus últimas temporadas, empobreció el género convirtiendo en común las hordas y en un chiste su liquidación mediante puñalada en la cabeza.

Pues lo siento, pero 'The Walking Dead: Dead City' vuelve a caer en los mismos vicios de la saga y, casi siempre, la presencia de zombis es ruido de fondo. Siguen siendo risibles hasta que el guión fuerza la mano y los vuelve un poco amenazantes. Sus escenas molestan y me dan ganas de darle al avance rápido, algo paradójico para una serie que remite a los zombis en su mismo título: es como si estuviera viendo 'The Crown' y quisiera adelantar cada vez que sale algún Windsor.

Solo hay dos situaciones que me alegraron el visionado de podridos: una primera relacionada con las alturas y las chicas del tiempo, y una segunda que homenajea sin vergüenza, o cita, o se relaciona por mera serendipia creativa con una película mucho mejor: 'Península', la continuación de 'Train to Busan'.

'The Walking Dead: Dead City', buenas ideas, ejecución regular

Esto es lo peor y ya lo adelantaba unos párrafos más arriba: 'Dead city' tiene buenas ideas que tienen que se abren paso entre minutos de tedio. No hay una que lo vertebre todo, sino que son varias que son lanzadas a la pared, a ver cuál se pega.

Por ejemplo: el arranque es más propio de una película de vaqueros (¿no has leído que hay incluso sheriffs?) y contrasta con la atmósfera del resto de episodios. Hay una transición apropiada barca mediante, pero aunque se emboce en el thriller de acción, mantiene pulsiones de western.

La idea de que Maggie necesite a Negan para acabar con un ex subordinado suyo, temible y sádico, es potente, pero se vuelve blanda con el paso de los giros de guión y con un final rocambolesco. Casi seguro que estarás de acuerdo conmigo en que no hacían falta estas alforjas para este viaje.

La idea de que Negan tenga capacidad para el mal y luche por ser buena persona suena muy bien, pero la propia historia solo incide en ello para sacar la próxima camiseta con la cara de Jeffrey Dean Morgan, no para discutir este tema. El resto, fuerza muy a propósito las situaciones para el siguiente estallido de violencia.

Me asombra lo rápido que desechan el uso de los tejados para desplazarse, algo lógico cuando las calles están incontrolablemente llenas de zombis, o ese estadio convertido en refugio.

Pero lo verdaderamente imperdonable es que su mejor idea se haga explícita en los últimos diez minutos del último episodio y solo sirva para sugerir el hilo de la siguiente temporada: la lucha por materias primas, un tema imperecedero y cada vez más.

Como siempre, 'The Walking Dead' entrega seis capítulos con lo justo para poder seguir, como un alumno con talento por igual para la tarea y para la pereza.

Parafraseando mi propia crítica de otras temporadas, porque si ellos reciclan, yo no voy a ser menos, 'The Walking Dead: Dead City' sigue siendo la prueba de que la franquicia puede seguir eternamente como un zombi, con las ganas justas de seguir andando, pero sin el alma de otros compañeros audiovisuales.

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