El bloqueo creativo siempre ha dado alegrías a los amantes del fantástico. Desde los buenos tiempos de 'Misery' o 'Barton Fink' hasta la reciente 'Bliss', el artista, en cualquiera de las disciplinas a las que pueda pertenecer, ha hecho todo lo posible ética o espiritualmente para lograr finalizar su gran obra. 'The Strings', disponible en Filmin hasta el día 22 dentro de su programación del TerrorMolins, es la última historia sobre el síndrome de, en este caso, la partitura en blanco.
Terror en baja fidelidad
La película de Ryan Glover, segundo trabajo en la dirección tras la desconocida 'Hills Green', codirigida junto a Krista Dzialoszynski en 2013, repite en todas las funciones imaginables con su nueva historoa fantasmagórica. Escritor, productor, editor y director de fotografía, cede todo el protagonismo delante de la cámara a Teagan Johnston, cantante y compositora canadiense que se apropia por completo del relato.
Esta historia de horror y fantasmas en baja fidelidad sobre el miedo a la partitura en blanco y al aislamiento es una pequeña gran sorpresa que encuentra un equilibrio imposible entre los extremos. Aterradora y triste en su justa medida, 'The Strings' se siente cómoda entre horrores actuales que han jugado con distintas intensidades. Es imposible no pensar en títulos recientes como 'We Are Still Here' o 'A Ghost Story', tal vez las dos películas recientes que mejor pueden explicar el notable esfuerzo por ofrecer algo diferente que lleva a cabo su director.
La película elige ser una historia clásica de fantasmas y mansiones encantadas ambientada en la Canadá actual más aislada. La película tiene una puesta en escena exigente, con una panorámica eterna que nos sitúa geográfica y espiritualmente. Si uno entra en su juego desde esa primera escena, 'The Strings' solo ofrecerá alegrías.
Una historia canadiense de fantasmas
En pleno invierno una música que viaja a la cabaña aislada de su tía para trabajar en nuevo material se verá acosada por una misteriosa presencia oscura que parece habitar en la casa. Catherine trabaja en su primer disco en solitario tras una ruptura con un compañero de banda, y sus dudas y miedos terrenales y artísticos se darán de bruces con otros miedos menos tangibles y mucho más violentos.
A través de su relación con la fotógrafa que toma las fotos de su próximo álbum se irá aproximando a la oscura historia que salpicó la zona y la leyenda negra del lugar. La narración del personaje de Grace sobre la historia del pasado de la casa es una de las claves de la película y la primera aproximación al horror puro y sin estridencias que elige ser. Así, a través de lo estático y lo silencioso, navegando a través de las (estupendas) canciones de Johnston, 'The Strings' crea una atmósfera personal y acogedora, ideal para pasar un buen rato inquieto.
La película está llena de pequeños detalles que la engrandecen. Catherine se despierta todas las noches a las 03:00, hora en la que el sueño se encuentra en su nivel máximo de melatonina, y que es conocida como la hora de las brujas. Glover, interesado en remarcar el más allá a través de los programas que la protagonista ve en su pantalla, da un giro a la historia moderna de fantasmas en un viaje increíble, muy por encima de la media. 'The Strings' es una de esas pequeñas sorpresas que exprimen al máximo su premisa y sabe colocar los mejores ingredientes de los que dispone para ofrecer un producto de alto nivel. Eso sí, abstenerse cínicos y músicos poco amigos del loop, aunque al final no hay mejor loop que el de la historia de un fantasma.