En un (tronchante) episodio de ‘Extras’, serie protagonizada por el divertidísimo Ricky Gervais donde se da una particular visión del mundo del cine, la estrella invitada es Kate Winslet, haciendo de ella misma. En ese capítulo, la actriz está trabajando en una película sobre el holocausto (“¡otra más!” llega a decir) y, en un descanso, confiesa a los protagonistas (y al público) que si está haciendo eso es porque está harta de que la nominen al Oscar y nunca se lo den; que sabe que si hace una película sobre el tema, se lo darán. Lista, ¿eh?
Bueno, por lo pronto, Winslet ya ha logrado, entre otros, un Globo de Oro y un premio Bafta por su interpretación en ‘The Reader’, que vuelve a girar sobre las acciones de los nazis. Pronto sabremos si también consigue el Oscar, esa preciada estatuilla que tanto se le resiste; con la de este año, ya son seis nominaciones. Las apuestas la dan como favorita, aunque no habría que descartar a Meryl Streep o Angelina Jolie (lo tienen muy difícil, pero nunca se sabe). Lo cierto es que, al margen de los premios, 2008 ha sido el año de Kate Winslet. Su trabajo en la película que nos ocupa y en la amarga ‘Revolutionary Road’ dan fe de que estamos ante una gran actriz en un gran momento.
Basada en la novela de Bernhard Schlink, ‘The Reader’ (‘El lector’) fue al principio un proyecto que iba a dirigir Anthony Minguella, quien quería a Juliette Binoche (su protagonista en ‘El paciente inglés’) para el papel femenino principal. Pasaron los años y Minguella se conformó con la posición de productor, dejando la dirección a Stephen Daldry. Y de no haber sido por el embarazo que se produjo durante el rodaje de ‘Australia’, Nicole Kidman habría sido la protagonista de ‘The Reader’. Eso dio tiempo a que Kate Winslet terminara su compromiso con ‘Revolutionary Road’ y estuviese libre para ponerse a las órdenes de Daldry. Definitivamente, Kidman perdió una oportunidad de oro para recuperar su carrera. Aunque allá cada uno con sus decisiones, ¿verdad, quiénes somos nosotros? Si Kidman prefiere centrarse en su vida doméstica, su papel de esposa y madre, pues fantástico. Eso sí, los aficionados al cine hemos perdido a una talentosa actriz.
‘The Reader’ comienza presentándonos a Michael Berg (Ralph Fiennes) en la actualidad, si bien su mente está en otra parte, en otro tiempo; una distraída mirada a través de la ventana nos traslada al pasado, a su juventud en la Alemania de después de la II Guerra Mundial. Al igual que en ‘Las horas’, la anterior y estupenda película de Stephen Daldry, la acción no se nos muestra de forma lineal, sino que da saltos en el tiempo, ofreciéndonos los acontecimientos del pasado y el presente, especialmente de Michael, para darnos esa sensación de que el ayer sigue ahí, latente, influyendo lo que ocurre ahora. Los secretos de Michael le devuelven constantemente a un pasado que se niega a aceptar, pero del que no puede escapar.
Ese pasado está vinculado al otro personaje central de la historia, Hanna Schmitz (Kate Winslet), una misteriosa y solitaria mujer que le ayuda un día en que se encontraba enfermo, y con la que luego mantiene un tórrido romance. Berg (ahora David Kross) es aún un adolescente y se siente fascinado tanto por la mujer, mucho mayor que él, como por el sexo, el cual llega a convertirse en objeto de un curioso intercambio; a cambio de conseguirlo, Michael debe leer libros a Hanna. Un día, ella desaparece sin explicaciones, sin dejar rastro. Los años pasan, Michael crece y comienza sus estudios de derecho. Alemania también “crece” y de este modo el joven asiste al juicio de unas mujeres que actuaron para las SS, que cometieron crímenes para los nazis. Y Hanna es una de las acusadas.
Todo pasa entonces a centrarse en los juicios, tanto el exterior como el interior, el de las nazis y el de la amada. Por un lado tenemos al tribunal, que pretende llegar a la verdad (se supone) y castigar a las culpables (ídem), y al profesor y los alumnos de derecho, que reflexionan sobre lo que están viendo (¿acusar a estas mujeres para que la conciencia esté tranquila?). Por otro lado está Michael, que intenta comprender, por encima de otra cosa, quién era, y es, esa Hanna de la que se había enamorado. Quién es, porqué actuaba así, porqué desapareció. Poco a poco, las sombras se irán desvaneciendo y estará en sus manos, tras una tardía revelación, en sus confusas e inconscientes manos, la posibilidad de salvar o condenar a la que fue su amada.
No suelo revelar detalles importantes de la trama en mis críticas, no me gusta y no lo voy a hacer. Pero tras la importante decisión del joven Michael, ‘The Reader’ (‘El lector’) vuelve a dar otro giro, mostrando otro lado de los personajes principales. Y de este modo, como queda patente por las dos imágenes que he escogido para acompañar el texto, asistimos a otra forma de relación entre ambos. El paso del tiempo ha cambiado a Michael y a Hanna, pero su conexión sigue viva, marcada por ese pasado que compartieron juntos y con el que ambos han jugado de forma diferente. Es en este bloque donde personalmente creo que la película consigue ser algo diferente, donde destaca; no es otra más. Emociona de forma intensa, inquieta como pocas y traslada al espectador una sensación de verdad, de realidad, que resulta realmente inolvidable. Te marca.
Lejos de ser una película redonda (por ejemplo, me parece que el principio está muy forzado, y también que hay buenos momentos que se rompen por la estructura de las acciones paralelas), creo que ‘The Reader’ aporta cosas que otras no pueden. Es una película de gran fuerza, de un dramatismo verdaderamente conmovedor, con acontecimientos que nos obligan a reflexionar y sentirnos parte de la trama, y con un reparto (liderado, por supuesto, por una impresionante Kate Winslet) que aporta el realismo y la intensidad necesarias para la verosimilitud de la historia. No recaudará mucho, no se llevará más premios que los que consiga Winslet, pero tampoco caerá en el olvido. Esta película queda dentro, conmueve, deja huella. Como los secretos de los protagonistas.