Llegada de la despensa de la pandemia, ‘The King’s Man: la primera misión’ es la inesperada mirada al pasado de Matthew Vaughn en su adorada saga de agentes secretos británicos, que recibe un tratamiento mitológico que deja de lado su vis más paródica y se propone como una verdadera exploración de su universo para alcanzar la raíz del nacimiento. Un enfoque que sorprende puesto que, por muy divertidas que sean las dos anteriores películas, no hay un fandom aparente.
Entramos en las películas de ‘Kingsman’ por su contraste entre la violencia, el humor y la socarrona mirada al carácter británico y cómo todo lo que tiene que ver con su elegancia es una mascarada, pero no es fácil imaginar a muchos seguidores de la saga aprendiendo sus conexiones como lo hace el universo Marvel, sin embargo, siempre son atractivas en taquilla y prometen un espectáculo de acción vibrante, sangriento y que no se pone demasiado solemne, lo cual hace que más secuelas de este mundo no sean un disparate.
Hazañas bélicas y clase de historia divertida
Lo que no era tan esperable era una precuela que se tomara tan en serio su universo, lo que muestra una verdadera devoción de Vaughn por sus agentes secretos que si bien puede no ser compartida por todos los que se aproximen a las películas, resulta extremadamente contagiosa, haciendo que realmente su planteamiento aparezca con una coherencia envidiable entre el pasado y futuro, y lo que es más importante, con un sustrato emocional verdadero, bien armado y con más matices de lo que parece a la hora de dibujar su dimensión ideológica.
Se ha puesto en relieve el tono indeciso de ‘King’s Man: la primera misión’ con respecto a las otras películas, pero aunque no es tan paródica e histriónica como las anteriores, no es ningún pecado que se tome tan en serio cuando plantea una historia de paternidad tan bien armada y manejada en sus giros. La película despista en sus primeros compases, porque no es la clásica película de acción y se plantea más como un cómic de historia pulp alternativa que se mueve entre la versión vis de ‘Malditos Bastardos’ (2009) y una lección seria de hechos clave.
Y es que, ¿quién quiere escenas de acción descerebradas cuando puedes asistir al asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando? Vaughn hace un resumen de los orígenes de la Primera Guerra Mundial caricaturesco pero mucho más didáctico de lo que parece, metiendo en la coctelera a personajes históricos y recordando a las novelas de aventuras de nuestros padres con una primera mitad en donde caben David Lean, Rudyard Kipling y el virtuosismo bélico de ‘1917’ (2019), por momentos parece una película de James Gray.
Más fiel a Bond de Ian Fleming que el Bond actual
Pero dentro tenemos sorpresas como la aparición de villanos reales como Rasputín, el monje loco, en una genial interpretación escatológica de Rhys Ifans o Mata Hari, Lenin… por momentos parece que la película recupera el tono de ‘Las aventuras del joven Indiana Jones’ (The Young Indiana Jones Chronicles, 1992), ‘Rocketeer’ (1991) o incluso la serie ‘Pennyworth’ (2019-), pero nunca pierde de vista su mirada casi de espectador curioso al carácter que forja a los caballeros británicos, desafiando las nociones mismas de su tradición para volverlas a reconstruir.
Es un lujo tener a Ralph Fiennes encarnando su papel de aventurero en una interpretación carismática e impecable, que va más allá del dibujo de trazo grueso y llega verdaderamente a emocionar con un arco sentimental más oscuro de lo que puede esperarse, pero al que se llega con algunas decisiones de guion que sorprenden, son valientes y dan mucho más carácter al conjunto que otras películas de la saga, incluso que la mayor parte de blockbusters de acción y aventura de este año. Esto no es óbice para que las escenas de espectáculo no sean impecables y con un toque de clase en la dirección, como ese duelo de espadachines con una proyección de la guerra al fondo o invenciones creativas como el punto de vista desde la base del arma.
‘The King's man: la primera misión’ acusa cierta falta de violencia gamberra y sangre que era marca de la saga pero a cambio nos da una divertida colección de aventura histórica, grandes secuencias bélicas y un tono más clásico y contenido que las anteriores, pero plenamente coherente con su espíritu de aventura añeja, que es rematada por una minipelícula Bond que parece mucho más Bond que la oficial de este año, que por algo Vaugh hizo el mejor 007 no oficial de Daniel Craig. Además deja la puerta abierta a una secuela, poco más se le puede pedir a un tebeo de acción real ambientado a principios del siglo XX.
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