El humor de Adam Sandler no suele funcionar nunca demasiado bien fuera de Estados Unidos, país en el que hubo una época en la que arrasaba, aunque últimamente acumulaba más decepciones que éxito. Sospecho que eso ayudó a que las productoras de Hollywood dejasen de pelearse por conseguir sus servicios, siendo entonces cuando aparece en escena Netflix con una oferta por cuatro largometrajes en exclusiva que el protagonista de ‘Pixels’ no dudó en aceptar.
La primera de ellas fue ‘The Ridiculous 6’, un horror absoluto que tiene el dudoso honor de ser uno de los pocos títulos que ostenta un 0% de críticas positivas en Rotten Tomatoes. Algo mejor le ha sido con ‘The Do-Over’, ya que la segunda cinta de su acuerdo con Netflix ha elevado el porcentaje hasta el 6%. Un poco escaso para mi gusto, ya que es cierto que no llega, ni de lejos, a ser una buena película, pero sí es una de las más "decentes" que ha liderado últimamente.
Los eternos problemas de madurez
No hace falta ser muy avispado para percatarse de que uno de los temas recurrentes del cine de Adam Sandler -vale que él nunca ha dirigido ninguno de sus trabajos, pero la gran mayoría son películas suyas por encima de cualquier otra cosa- es la dificultad para madurar del protagonista y cómo esa dejadez le ha llevado a mantener una existencia tirando muy por debajo de su potencial real.
Esa es casi siempre la base para intentar que nos encariñemos con él, pero lo habitual es que cometa tantos errores por el camino en tantos frentes -enumerarlos todos sería una tarea casi interminable, pero se puede concluir que la mayoría provienen de los guiones donde él suele estar implicado en mayor o menor medida- que él nos acabe cayendo pesado y que su cuestionable sentido del humor, con tendencia a cruzar el absurdo con el machismo, nos aburra o incluso irrite.
En ‘The Do-Over’ también hay parte de eso, pero al menos se acierta al situar a Sandler en un plano relativamente diferente y que sea un efectivo David Spade el que acabe condenado a intentar dar sentido a un personaje con una vida mediocre que tampoco sabe cómo aspirar a algo más. Ahí es cuando surge Sandler como un cruce entre hombre decidido y cabeza loca para, literalmente, iniciar una nueva vida.
Hasta ahí no es que tengamos nada especialmente estimulante, pero sí que ‘The Do-Over’ se aleja en parte de esa tendencia al exceso en el cine de Sandler -y casi en su totalidad al servicio de justificar que tenga sentido que Spade acabe aceptando- y crea una dinámica curiosa entre sus dos protagonistas, lo suficiente como para mantener cierto interés hacia dónde va a ir todo tras completar su alocado plan.
’The Do-Over’ y el todo vale
Las cosas no tardan en complicarse y, seamos sinceros, el guion de Kevin Barnett y Chris Pappas no sabe demasiado bien qué hacer con la dinámica entre ellos dos más allá de las juergas sexuales antes de que el plan les estalle en la cara con una trama que prácticamente parece sacada de otra película. Es ahí donde ‘The Do-Over’ se jugaba el poder llegar a ser una película realmente estimable y mucho me temo que fracasa en su intento.
Por un lado, volvemos de nuevo a la inclusión de detalles para dejar en mejor lugar al personaje de Sandler, donde lo que realmente destaca es que en el plano físico da la talla dentro de la relativa exigencia que tiene, lo cual me despertó curiosidad por verle como villano en alguna película de acción real y no esto, donde esa faceta tiene un peso bastante marginal y, de nuevo, acaba siendo usado para bromas de corte sexual siempre que hay ocasión.
Más allá de eso, ‘The Do-Over’ se convierte en una especie de correcalles interminable en el que nada llega a ser emocionante y los giros de guion se ven venir a la legua, incluidos aquellos en los que la película traspasa todos los límites posibles de la incredulidad para intentar atar todos los cabos sueltos posibles y darnos un cierre a la altura de lo que sus responsables creen que merecen sus dos protagonistas.
Viendo lo que he escrito en estos últimos tres párrafos podría parecer que ‘The Do-Over’ se convierte en otro disparate sin pies ni cabeza en el que además su lado cómico pierde peso -¿es eso realmente algo negativo en una producción estándar de Adam Sandler?-, pero lo cierto es que la cinta dirigida de forma intrascendente por Steven Brill logra esquivar con relativa fortuna el aburrimiento, algo de lo que no pueden alardear ciertos blockbusters.
Quizá uno de los principales motivos para ello es que en esta ocasión de verdad hay una historia desarrollada y que todo lleva a una conclusión con cierto sentido según lo propuesto. Sí, se toman todas las licencias que creen necesarias -no precisamente pocas- y hay una enorme cantidad de baches por el camino, pero también ayuda a que uno no se desenganche de lo que sucede y siga viéndolo en lugar de limitarse a desear que todo acabe cuanto antes.
En definitiva, ‘The Do-Over’ es un gran paso adelante respecto a ‘The Ridiculous 6’, pero no lo suficiente como para que pueda deciros que merece la pena. Lo que sí puedo deciros es que nunca llega a ser ofensiva y que su deriva argumental es cierto que daba para muchísimo más, pero también que puede llegar más o menos entretenerte a poco que aceptes poner fuera de cobertura a tu cerebro. Ni tan mal, pero no le pidáis peras al olmo o sentiréis que habéis desperdiciado por completo vuestro tiempo.
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