‘The Discovery’ es la segunda película como director de Charlie McDowell tras la interesante, aunque sólo sobre el papel, ‘The One I Love’ (íd., 2014). Ha sido producida por Netflix y se suma a la muy apetecible lista de películas con las que el famoso portal aumentará su número de abonados. Se trata de un film de ciencia ficción que parte de una premisa muy atractiva: qué hay detrás de la muerte.
Si en su anterior film hablaba sobre las relaciones de pareja dentro de un contexto de pura Sci-Fi, echando mano del doppelganger y las teorías de realidades paralelas, en el presente se arriesga aumentando todos los elementos del mismo. Una especie de salto al vacío sobre un tema que ha fascinado al hombre desde hace siglos y que en ‘The Discovery’ alcanza formas de catártico viaje hacia lo único que importa: el amor. McDowell se unió al escritor de aquélla, Justin Leader, en la escritura del guion.
Del mismo modo que en su anterior película, McDowell va directo al grano y con una enorme naturalidad a la hora de proponer temas. ‘The One I Love’ es una película pequeña con cierta tendencia al subrayado; ‘The Discovery’ es una película mucho más ambiciosa, con rostros populares en su reparto, y con un crescendo realmente curioso. La película comienza como relato de Sci-Fi con mad doctor y todo, y termina siendo otra cosa, con giros inesperados incluidos.
Robert Redford da vida a un científico que ha demostrado la vida más allá de la muerte, hecho cuya noticia provoca el suicido masivo de gente que no puede esperar a tener una segunda oportunidad. Lo arriesgado de la interesante premisa es evitar las connotaciones religiosas, aunque no en pocos momentos muestra al científico y sus seguidores como si de una secta se tratase. Instantes en los que uno, antes de que el film concluya, puede echar mano de un film como ‘La invitación’ (‘The Invitation’, Karyn Kusama, 2015) como perfecto complemento.
Arriesgada y también típica
Además de temas como el cuestionarnos que haríamos como raza en caso de tener el conocimiento de la vida tras la muerte, ‘The Discovery’ se para más en el lado emocional de la historia, incluso del que emana de la premisa en sí. Redford se “enfrenta” a Jason Segel —más serio que nunca— que da vida a su hijo, un neurólogo que no comparte del todo los conocimientos de su padre. El consabido esquema del fantastique, el mad doctor casi siempre tiene a un compañero que le pone los pies en el suelo, aquí traducido en relación paterno-filial complicada con trauma y todo.
Con ecos de la impresionante ‘Proyecto Brainstorm’ (‘Brainstorm’, Douglas Trumbull, 1983), ‘The Discovery’ pasa de un tono serio, incluso oscuro, a un parte final en la que prima el giro sorprendente de guion —no tanto si se está un poco atento—, el jugueteo narrativo, que lejos de sumarse con coherencia al conjunto, deja entrever falta de agallas tirando de un final que hemos visto miles de veces y que no hace más que aportar una confusión que, hasta ese instante, no existía en el film.
Al igual que en ‘The One I Love’, los intérpretes están todos sensacionales, creyéndose totalmente sus personajes, actuando con una gran confianza y naturalidad. Tal vez los roles de Jason Segel y Rooney Mara sean algo más convencionales y tópicos, pero se compenetran a la perfección. A Robert Redford le llega con ser él mismo, único como pocos, de esos intérpretes físicos, con carisma a los que les basta con aparecer delante de la cámara sin importar qué personaje hacen, lo bordan.
Cuidado con Charlie McDowell con un gran presupuesto. Puede convertirse en otro de esos gurús de la Sci-Fi con millones de fans…y detractores.
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