Cuando estrenó su fantástica 'Joker' el pasado 2019, Todd Phillips hizo mucho más que retratar por enésima vez a uno de los villanos más explotados y reinventados de la extensa plantilla de DC. Además de cosechar una buena dosis de prestigio y de atraer las miradas de un público, a priori, ajeno a este tipo de licencias, demostró que en los grandes estudios había lugar para otro tipo de adaptaciones de cómics "pijameros".
Aquella primera piedra huyó drásticamente de los mecanismos y engranajes industriales que movían —y mueven— los hilos de las grandes superproducciones de este corte; dejando a un lado universos compartidos, escenas poscréditos, humor autoimpuesto y fan service para crear un largometraje autónomo sin miedo a abrazar sus referentes y a contar su propia historia saliéndose del camino marcado.
Con la extraordinaria 'The Batman', Matt Reeves ha optado por continuar recorriendo esta senda, capturando hasta la última gota de la esencia de la mitología del hombre murciélago y traduciéndola en tres horas imprescindibles que marcan una nueva cima en las aventuras cinematográficas del vigilante gothamita. 175 minutos oscuros en forma y brillantes en ejecución que rompen con etiquetas e ideas preconcebidas, haciendo que el concepto "cine de superhéroes" pierda todo su significado por muchas capas y antifaces que aparezcan en pantalla.
El mejor detective del mundo
Si echamos la vista atrás y la posamos sobre la filmografía de Reeves, no es complicado encontrar vínculos entre su trabajo en 'The Batman' y el que realizó en su última película hasta la fecha; la sorprendente 'La guerra del planeta de los simios'. En ella adoptó las bases de la franquicia y sus personajes y las moldeó a su parecer para transformar la épica de ciencia ficción asociada a César y compañía en un filme bélico con tintes de drama carcelario que poco tiene que ver con el clásico de Franklin J. Schaffner.
En el caso que nos ocupa, el director, alineándose con la visión realista proyectada por Christopher Nolan en su trilogía del Caballero Oscuro —aunque llevándola aún más lejos en términos de tangibilidad y verosimilitud—, hace al fin justicia al apodo de Batman que le define como el "mejor detective del mundo"; convirtiendo esta épica ambientada durante su segundo año vistiendo el manto del murciélago en un thriller procedural con fuertes ecos neo-noir que bebe tanto de referentes contemporáneos como 'Zodiac' o 'Seven' como de clásicos del policiaco setentero.
Partiendo de esta base, y emparentándola con títulos como el 'Año uno' de Frank Miller —esa narración en off— y, sobre todo, con joyas de la talla de 'El largo Halloween', 'Victoria oscura' o 'Si vas a Roma' de Tim Sale y Jeph Loeb, la narración fluye a toda velocidad y sin prácticamente tregua; empleando como principal motor una investigación que exprime los recursos habituales del género y cuya evolución y uso ejemplar de la causalidad invitan a permanecer clavado en la butaca, casi sin pestañear, convirtiendo su extenso metraje en prácticamente un suspiro.
Por supuesto, esto no quiere decir que en 'The Batman' no haya cabida para la acción. Si bien las setpieces están visiblemente dosificadas y relegadas a un segundo plano —excepto en el intensísimo clímax—, deslumbran al aparecer en momentos de gran coherencia a nivel narrativo y, como era de esperar, al hacer alarde de una espectacularidad envidiable; ya sea al volante del Batmóvil —alucinante su diseño y su integración en la cinta— o en unos combates cuerpo a cuerpo que rezuman autenticidad, coreografiados con mimo y ejecutados con una precisión envidiable.
Si estos intercambios de golpes, secos, crudos y exentos de artificios, se sienten tan veraces es, en parte, gracias a la presencia de un Robert Pattinson que sólo necesita un par de planos para revelarse como un Batman intachable —y que está acompañado por un reparto impecable sin una sola oveja negra—. Su físico se ajusta a la perfección a lo que cabría esperar del Caballero de la noche y su voz susurrante transmite esa rabia contenida que desata con sus puños, y, aunque su faceta como Bruce Wayne quede algo por debajo, hay que reconocer que encaja a la perfección con esta suerte de versión grunge en pleno proceso de autodescubrimiento.
Redondeando este cúmulo incesante de virtudes y casi envolviéndolas para regalo, se encuentran dos figuras esenciales para 'The Batman': Michael Giacchino y Greg Fraser. Mientras que las partituras del primero alimentan esa atmósfera mohína y casi irrespirable que exuda cada fotograma y te oprimen contra el asiento, la dirección de fotografía del segundo vuelve a reafirmarle como uno de los grandes DOP del momento tras su apabullante labor en 'Dune'; llevando al extremo las capacidades de la Arri Alexa LF con un apabullante juego de contrastes y claroscuros dominados por los negros más puros.
Muchas veces pecamos al colgar medallas y lanzar exabruptos sobre producciones que nos han marcado o que han logrado superar unas expectativas ya de por sí elevadísimas; pero, con 'The Batman', no me cabe la menor duda de que estamos ante una joya destinada a cambiar de una vez por todas un "cine de superhéroes" que lleva más de una década estancado entre autoindulgencias y fórmulas clónicas. Y todo esto teniendo muy poco que ver con sus presuntas homólogas recientes.
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