'The Babysitter' es lo nuevo de McG para Netflix (en realidad para New Line Cinema, de la que Netflix ha adquirido derechos de distribución internacionales; algún día habrá que hablar de cómo Netflix se apunta un tanto tras otro sin que su cantidad de producciones realmente propias sea tan alta como aparenta) y es un auténtico disparate. Violenta, excesiva, rebosante de humor zafio, hiperactiva y colorista. Lo que nos gusta. ¿O no?
Esta divertida y económica parodia del cine de terror teen con sectas a bordo y unos toques de "extraño en casa" al más puro estilo de los años noventa cumple perfectamente su misión de funcionar como desmadre sangriento y excesivo. Cuando se le buscan las cosquillas se desmorona un poco, sobre todo por su incorrección política, que más que militante o subversiva procede de estar demasiado pendiente de la facción de adolescentes en celo que hay entre los espectadores.
No hay que ir más lejos de la sinopsis para comprobarlo: Cole (Judah Lewis) es un adolescente encaprichado con su niñera Bee (Samara Weaving). Pese a que ya no tiene edad para tener niñera, la sobreprotección paterna le pone en una extraña situación: descubre que (ojo: spoilers leves) Bee forma parte de un culto satánico, y él forma parte nuclear de los horribles planes de su grupo.
Poco más hay en 'The Babysitter': una parodia del cine de terror que en algunos momentos sonroja por lo obviamente teledirigida que está a un público masculino con las hormonas desatadas. De ahí la plasmación de Bee como una chica de espectacular belleza, pero con intereses nerds (hay una secuencia destinada solo a hacerla deseable para los freaks de la ciencia-ficción) y con sus tonteos lésbicos que dan pie a la secuencia más vergonzosamente exploit del conjunto.
También son un poco de tragar saliva los chistes racistas a costa del único personaje afroamericano de la fiesta, que no es que haya venido para cubrir cuota de representatividad, sino directamente para hacer de bufón. Un panorama del que no sabemos si podemos exculpar al guionista Brian Duffield (responsable de 'Divergente: Insurgente' y 'La venganza de Jane'), pero desde luego, no a McG.
McG lleva, desde el principio de su carrera, luchando por ganarse el título de redneck oficial del mainstream USA, competición que quedó desierta cuando llegó Zack Snyder arrasando con todo. McG, un esteta del trasero enhiesto y de los colorines pop, es a la vez la gran condena de 'The Babysitter' y lo que la salva, si nos ponemos en modo estrictamente visual, de la quema.
Por una parte, vulgariza a base de humor tosco y tratamiento manido de personajes un punto de partida que podría tener cierto interés; por otra, hace brillar a la película desde el punto de vista estrictamente estético, con ideas ingeniosas, especialmente en la planificación de la violencia, lo que conduce a ciertos momentos momentos de splatter cómico muy destacables.
En esos momentos nos acordamos de lo divertidas y autoconscientes que eran las dos 'Los Ángeles de Charlie', epicas piezas de orfebrería descerebrada, y nos olvidamos de aquella secuela de Terminator que hacía que 'Genesys' fuera gloria bendita. Y sin pensar en el envoltorio, disfrutamos de las ocasionales dosis de mala baba y perdonamos los guiños complacientes al adolescente malcriado que llevamos dentro (¿en serio 'We are the champions' sin intención paródica a estas alturas, McG?).
El resultado es algo contradictorio en sus propios términos: divierte pero molesta a poco que nos pongamos exigentes. Incomoda pero, a la vez, cómo no disfrutar con su trotón jugueteo con tópicos del género, como la escena de la intervención policial. Quizás un guión que hubiera sabido sacar mejor partido de la idea de "una sola casa, una sola noche" y del cosmético elemento sobrenatural habría ayudado a que fuera más sencillo perdonar sus errores. Tal como está, 'The Babysitter' promete mucho más de lo que es capaz de ofrecer.
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