Perdida en dos latas en muy mal estado, 'The Amusent Park' llegaba el pasado 2 de junio a las salas de cine más exquisitas de Francia antes de su cacareado estreno en Shudder. La película perdida de George A. Romero no decepciona y ofrece una angustiante pesadilla de poco menos de una hora. Y, sí, es todo lo buena que prometía ser.
Pesadilla en el parque de atracciones
Fruto de un encargo de las organizaciones religiosas Lutheran Service Society of Pennsylvania y la Fundación Pitcairn-Crabbe, 'The Amusement Park' nace con el objetivo de concienciar sobre el maltrato a las personas mayores. Recién salido de 'La noche de los muertos vivientes', y con los derechos de la película perdidos, Romero acepta la propuesta para realizar una película educativa por la causa.
'The Amusement Park' se rodó con un presupuesto prácticamente inexistente, de manera rápida y con un equipo de intérpretes formado por voluntarios. Como era de esperar, su historia oscura y surrealista en forma de fábula angustiosa y con un final como el que ofrece, hizo que los patrocinadores se negasen a emitirlo. Tras la muerte del director, la película fue finalmente (re)descubierta por su viuda Suzanne Deschent-Romero, que decide restaurar la película en 4K con la ayuda de la asociación neoyorquina IndieCollect. Y qué placer que aún podamos recibir regalos perdidos en el tiempo como estos.
La cámara que asfixia al personaje central (excelente Lincoln Maazel, que después se dejará ver de blanco en 'Martin') ofrece un continuo movimiento que amplifica la sensación de desorientación del protagonista. La impresionante puesta en escena también se apoya en los infinitos movimientos de los extras en plano y en un montaje brillante y rompedor, logrando esa atmósfera sofocante que impregna toda la película. Además, su duración la hace brillar como los grandes clásicos de las antologías de otros tiempos, aquellos grandes relatos concentrados en poco espacio que perduran y nunca han sido superados.
Una puerta hacia lo desconocido
Herido, exhausto, con lo que parecía ser un inmaculado traje blanco, el protagonista de la historia parece no tener salida ni posibilidad de escape a una pesadilla eterna que se retuerce a su alrededor. Tras una advertencia que nos recuerda tanto al Orson Welles de 'Fraude' como a un publirreportaje televisivo, Romero pone el todo por el todo con una chocante primera secuencia que será recordada.
Una vez en el parque, los pequeños detalles se apoderan del relato. Los curas que saludan a los niños, la diferencia de clases, de estados físicos, las rehabilitaciones o incluso las reacciones de una angelical niña rubia al escuchar el cuento de los tres cerditos, Romero no deja nada para la improvisación, aunque pueda parecer justo lo contrario. En otro de los momentos más duros de la película, porque esto es una película muy dura, una vidente nos coge de la mano para vivir el futuro que no queremos.
A medida que este hombre prosigue su camino, la mirada de los demás aumentará su malicia. Tratado como senil, incapaz y decrépito, el hombre de blanco, cada vez menos inmaculado, pasará por situaciones cotidianas en las que los ancianos son ridiculizados, increpados y abandonados. Es curioso que medio siglo después de esta campaña sigamos experimentando aún estos sucesos.
Como siempre, el cineasta utiliza elementos del fantástico como medio para desarrollar un discurso plenamente comprometido. Romero sigue con la mirada fija a los trastornos y pánicos de la sociedad estadounidense. Ese mismo año preparaba 'La estación de la bruja' para ilustrar la fuerza de los movimientos feministas y con 'Los Crazies' retrató la paranoia ante una misteriosa epidemia que llevaba a la locura. Visto en perspectiva, el cine de Romero es extrañamente profético en muchos aspectos candentes, y su última obra (en llegar a nosotros) no lo es menos.
Tras dos años de desorientación general, 'The Amusement Park' ha resucitado a uno de los reyes del terror para recordarnos que todos pasaremos por ese parque tarde o temprano.
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