-¡¿Quién eres?!-Nadie parece pillar el concepto de la máscara…
Cinco años después, Spider-Man ha vuelto a la gran pantalla. Regresa con una aventura que (pese a lo que afirma la engañosa publicidad) no tiene nada de nuevo, se trata de una reinterpretación de los orígenes del popular personaje, creado por Stan Lee y Steve Ditko hace cincuenta años. Tras el mal sabor de boca que dejó ‘Spider-Man 3’ (2007) y los problemas para sacar adelante una cuarta entrega, Sony Pictures reunió a un nuevo equipo y puso en marcha otro inicio de la franquicia con el que generar más secuelas, en pleno boom del cine de superhéroes. No obstante, sorprende que esta ‘The Amazing Spider-Man’ (2012) se parezca tanto, más de lo que debería, a ‘Spider-Man’ (2002); no es ni mucho menos el mayor punto débil de este reboot pero dice mucho de la cobardía de los productores, que en lugar de apostar por un enfoque verdaderamente fresco y arriesgado, han optado por reciclar elementos de probada eficacia. Una lástima, seguimos sin ver la gran película que merece el hombre araña.
Y eso que la primera parte de ‘The Amazing Spider-Man’ resulta bastante divertida, interesante y prometedora. Se inicia la película con una de esas grandes novedades argumentales que nos habían prometido; la misteriosa desaparición de los padres de Peter Parker. El guion de James Vanderbilt, Alvin Sargent y Steve Kloves (responsable de casi todas las adaptaciones de los libros de ‘Harry Potter’) nos lleva hasta la infancia de Peter, a un capítulo que tiene cierto aire de pesadilla y que termina con el niño siendo adoptado por sus tíos, Ben y May. De ahí pasamos al instituto, donde el protagonista sufre el acoso del macho alfa de su clase, Flash Thompson, personaje que tendrá mucha importancia si la saga continúa (hay un guiño al final que adelanta esa posibilidad) pero que de momento solo sirve para subrayar la progresión de Peter, un muchacho muy inteligente, reservado y desconfiado, habilidoso con el monopatín y aficionado a la fotografía, que se queda mudo cuando intenta pedir una cita a la encantadora Gwen Stacy (impagable la intervención de Ben: “¡Te tiene en su pantalla!”).
Peter intenta encontrar su lugar en el mundo y una luz se enciende cuando descubre fortuitamente un viejo maletín de su padre, en cuyo interior hay una serie de convenientes pistas que le llevan hasta el doctor Curt Connors, un brillante científico de Oscorp Industries (compañía de Norman Osborn, otro futuro villano) que realiza experimentos mezclando ADN de diferentes especies. Allí, tratando de atar cabos, Parker accede a una enigmática sala llena de arañas, y claro, una de ellas le muerde y le proporciona superpoderes… Al igual que en el primer film que dirigió Sam Raimi sobre el personaje de la Marvel, toca un encadenado de escenas en los que Peter va descubriendo y controlando sus nuevas habilidades de manera cómica, el acto irresponsable que desencadena en la muerte de cierto personaje (hay dos muertes en el film, ambas resueltas con escasa fortuna, como si diera un poco igual, pero acompañadas de gritos desesperados del protagonista, como mandan los cánones…) y la creación del disfraz de Spider-Man, primero una versión cutre y luego ya la definitiva (¡qué fácil parece!), con el perseguirá criminales y defenderá la ciudad de Nueva York.
Hasta ahí, ‘The Amazing Spider-Man’ funciona, hay algún momento tontorrón (Peter luciéndose en la pista de baloncesto) pero en general cumple perfectamente con el objetivo de entretener, enganchar y sentar las bases de un ambicioso proyecto narrativo. Comienza a derrumbarse cuando Connors, contrario a los planes de sus superiores, decide inyectarse el suero con el que había estado experimentando hasta entonces, convirtiéndose en el primer villano de este nuevo Spiderman, El Lagarto. La aparición del monstruo, lanzando coches por los aires como si fueran de juguete, es una de las mayores torpezas de la película. Quizá sea culpa de un montaje a última hora para aligerar el film (se echan en falta escenas vistas en fotos oficiales y tráileres) pero resulta escandaloso que Peter acepte como si nada la tarea de frenar a un gigantesco reptil humanoide y, sobre todo, que en lugar de sugerir, crear tensión y jugar con la imaginación del espectador, se revele enseguida el aspecto y las posibilidades del lagarto. La narrativa al servicio de los (impresionantes) efectos visuales. Tras varias peleas, se queda sin emoción el duelo del clímax. Tampoco le ayuda la convencional música de James Horner…
Hay momentos calcados a la primera ‘Spider-Man’, como si en lugar de un reboot fuese un remake (detalles del villano recuerdan al Duende Verde de Willem Dafoe), pero la película también “toma prestados” elementos de otros títulos sobre superhéroes, como ese momento romántico en la terraza claramente influido por ‘Superman’ o el aire trágico de Batman con el que se busca aportar profundidad psicológica a Peter, siendo ‘Batman Begins’ un obvio referente para los creadores de ‘The Amazing Spider-Man’. En cualquier caso, todo esto resulta asumible y carece de verdadera importancia. Grave es que se resuelvan situaciones con decisiones forzadas (Connors dejando expuesto su simple y disparatado plan en lugar de simplemente ejecutarlo) o increíbles casualidades (el obrero, ESE obrero en concreto, evitando la caída de Spider-Man) y dejar cabos sueltos para la segunda parte (¿qué pasa con el tipo del tatuaje?). Y lo peor de todo, Marc Webb fracasa con las escenas de acción, resultando atropelladas y confusas; hay excesivos cortes y un descontrol en el punto de vista. Más que espectáculo, hay mareo y ruido.
Era de esperar. Sony dejó ‘The Amazing Spider-Man’, una superproducción repleta de acción y pirotecnia, en manos de un realizador que solo había filmado una comedia romántica indie, la sobrevalorada ’500 días juntos’ (‘500 Days with Summer’). ¿Equivocación fruto de arrancar con el plan “lo importante es la historia y los personajes” para acabar buscando otro rentable blockbuster genérico? Posiblemente. Las torpezas de Webb con la puesta en escena las compensa en cierta medida con su talento para la dirección de actores; no debe ser fácil para el reparto trabajar en un set lleno de grúas, cables y cromas, tratando de aportar entidad a personajes que a veces son meras herramientas al servicio de la trama (el amor de instituto de Peter casualmente trabaja en Oscorp y además es la hija del jefe de policía). Andrew Garfield resuelve con naturalidad y convicción el doble papel de Peter y Spider-Man, es lo mejor del film junto a la breve aportación de Martin Sheen, mientras que Emma Stone y Rhys Ifans aportan carisma y eficacia a sus desaprovechados roles. El éxito de taquilla asegura al menos dos entregas más, esperemos que sean mejores que este dubitativo y decepcionante primer paso.
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