Va a llegar un punto en el que los superhéroes nos saturen tanto que odiemos la mera mención de que va a hacerse otra película protagonizado por uno de ellos, pero mientras tanto van a seguir llegando nuevas adaptaciones de casi cualquiera que haya tenido cómic. Sin embargo, es aún más molesto que ya quieran combinar esta moda con la de los reboots para revitalizar franquicias agotadas cuando uno de esos superhéroes no funcionó demasiado bien en su última (y muchas veces primera) aparición cinematográfica. Ése ha sido el caso de Spiderman, que ya contaba con una trilogía previa dirigida por Sam Raimi que no dejó muy buen sabor de boca con su tercera entrega, por lo que decidieron sacar adelante un reseteo del personaje para que los derechos no volvieran a las manos de Marvel. No importaba que poca gente lo quisiera, pero siempre quedaba la esperanza de que saliera algo bueno de ahí.
Algunos recordaréis que hace unos meses revisioné el primer ‘Spider-man‘ y no quedé demasiado satisfecho con la experiencia, pero no hizo que mi interés hacia ‘The Amazing Spider-Man’ aumentase. Sin embargo, ya os avanzo que esta nueva versión de los primeros pasos del trepamuros me ha dejado muy sabor de boca cuando lo que me temía era básicamente lo contrario.
Los puntos fuertes de ‘The Amazing Spider-Man
Una de las cosas que más me llamaron la atención durante la película fue su naturalidad, es decir, que no busca una trascendentalidad, sino que lo que oyes y ves te parezca algo que podría estar pasando perfectamente. Aquí lo filosófico (ese tono oscuro con el que la vendieron durante un tiempo tiene una importancia bastante limitada) o las ansias por ser bigger than life están muy contenidas y lo importante es la verosimilitud del desarrollo de los personajes y de las relaciones entre ellos. Cierto que se recurren a aciertos elementos arquetípicos, pero sin que lleguen a aparecer algo visto mil veces. Además, Marc Webb controla de forma notable la progresión narrativa de todas las tramas, mientras que el guión cuida bastante los diálogos y el devenir dramático de los acontecimientos.
Seguro que muchos estáis temiendo que eso quizá sea cierto, pero que llegado un punto todo va a quedar reducido a una sobredosis de efectos especiales y poco más. Pues bien, es cierto que ‘The Amazing Spider-Man’ no desaprovecha la oportunidad de intentar impactar a los espectadores a través de piruetas visuales, pero lo hace sin abusar de los retoques digitales para que todo transmita mayor credibilidad, y cuando resultan imprescindibles se usan de forma muy acertada (estupendo el Lagarto, uno de mis grandes miedos). No llega a un nivel para decir que menos es más, pero sí que es una buena muestra de lo que lo mejor puede ser optar por ese oxímoron que es que los excesos han de estar perfectamente controlados.
No obstante, lo que consigue que ‘The Amazing Spider-Man’ no sea otra película de superhéroes más es el estupendo trabajo de su reparto. Por una parte, con Andrew Garfield viene a suceder lo que ya me pasaba con su personaje de la estupenda ‘La Red Social’: Su aspecto físico no termina de cuadrar en el rol de pringado de instituto, pero su talento interpretativo lo compensa con creces para el rol de Peter Parker. Además, tiene el suficiente carisma para ser un Spiderman más que digno. Aún mayor es el acierto de fichar a la genial Emma Stone como Gwen Stacy, ya que no se me ocurre ninguna actriz joven de Hollywood que combine tan bien el ser encantadora e inteligente, algo que vuelve a demostrar en esta ocasión.
Y es que, en general, todo el reparto brilla con luz propia en las ocasiones que el guión les brinda, aunque eso es algo que destaca más en el caso de Rhys Ifans y Denis Leary. El primero transmite perfectamente el conflicto moral que se le presenta a Curt Connors sin recurrir a excesos, mientras que su Lagarto resulta el perfecto villano inicial, un detalle que no se suele tener muy en cuenta en estas producciones. Y es que no sé qué manía tienen las películas introductorias de superhéroes de querer usar a las primeras a uno de los villanos más emblemáticos que tengan, ya que así lo gastan antes de tiempo luciéndolo menos de lo que deberían. Por su parte, Leary asimila a la perfección su rol de enemigo por ignorancia del trepamuros (y también receloso de Parker por eso de ser el novio de su amada hija Gwen), un aspecto de la historia muy importante en el caso de este superhéroe. Del resto merece la pena destacar a Martin Sheen y Sally Field como los tíos del protagonista, los cuales tienden a ser la representación de la amabilidad, pero tienen sus momentillos de lucimiento sin recurrir a diálogos demasiado discursivos, y el cachondísimo cameo de Stan Lee.
Los problemas de la película
En general, el guión de James Vanderbilt, Steve Kloves y Alvin Sargeant es bastante acertado, pero hay una serie de pequeños detalles que empañan el resultado final. Uno de ellos es que es cierto que atan bastante bien determinados cabos sueltos, pero lo hacen a través de una serie de casualidades que llega un punto en el que resultan un tanto molestas. Además, pierden una oportunidad de oro para regalarnos un final coherente alejado del típico happy ending con una escena final que echa por tierra todos los méritos de lo que sucede en el epílogo.
El otro punto especialmente conflictivo está relacionado con la identidad secreta del protagonista, ya que no termina de resultar convincente que en la primera entrega se quite la máscara delante de tantos personajes. Lo peor es que, si mal no recuerdo, en la primera de ellas lo hace en una escena especialmente dramática que provoca bastante extrañeza al entrar en conflicto con el tono general de la película. El resto ya depende de cada cual que resulte más o menos molesto, pero siendo un superhéroe novato alejado de los excesos trascendentales se puede llegar a entender. Y también que sea algo que a partir de ahora debe controlar mucho más.
Bueno, y está el tema del 3D. Es cierto que esta vez la película está rodada nativamente en ese formato y que hay escenas en las que se nota (hay hasta algún momento logrado), pero sus méritos me vuelven a resultar, en líneas generales, de poca importancia y, la verdad, mejor verla en 2D y ahorrarse los euros extra.
Las odiosas comparaciones
Habréis notado hasta ahora que he evitado las comparaciones entre el ‘Spider-Man’ de Sam Raimi y este ‘The Amazing Spider-Man’ de Marc Webb, y lo he hecho porque he creído más conveniente valorar la entidad individual de esta nueva propuesta. Eso sí, una vez hecho sí que hay espacio para las odiosas comparaciones entre los dos inicios cinematográficos de las aventuras de Spiderman.
La primera diferencia drástica es que en la de Raimi se nota una querencia a ser trascendental, pero sin ir más allá de ciertas frases grandilocuentes (el ya desgastado “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”) que, vista hoy en día, no terminan de funcionar, mientras que Webb opta por esquivar esto en favor de una mayor naturalidad de lo que vemos, amén de ofrecer bastantes diferencias respecto a su precedente para justificar su mera existencia más allá del hacerlo mejor. Y es que la primera quería optar más por lo emocionante fallando cuando se alejaba de eso (y a veces también cuando abordaba ese aspecto), mientras que en esta ocasión se hace más hincapié sobre lo emocional (sin pegar bajones cuando hay que meterse en otras lides).
Eso sí, aún más molesta es la sensación de que en ‘Spider-Man’ eran más importantes las escenas aisladas que el conjunto, por lo que se alternaban momentos bastante esforzados (algunos no terminaban de funcionar por unos efectos visuales que ya entonces cantaban por momentos y que hoy son risibles por momentos) con otros que rozaban lo sonrojante, cosa en la que reincidiría posteriormente (ese espantoso epílogo de ‘Spider-man 2’), mientras que en ‘The Amazing Spider-Man’ está todo más cohesionado, aunque sea a costa de que determinadas tramas argumentales no tengan una cierre a la altura (esa parte de la película con Spider-Man un poco rollo justiciero de la ciudad)
No obstante, la gran diferencia es el reparto, y es que es cierto que en ‘The Amazing Spider-Man’ se echa de menos ver a J.K. Simmons como el deslenguado J. Jonah Jameson, pero ahí se acaba todo lo añorable de la versión de Raimi. Sería cruel decir que la diferencia es abrumadora en todos los casos, pero sí que se da tanto el caso del protagonista (Tobey Maguire sólo daba la talla hasta cierto punto como Parker) como de su interés amoroso (aquí sí que no hay discusión posible entre la sosa Kirsten Dunst y la adorable Emma Stone por mucho que sean personajes diferentes). El resto, pues todo mejor en ‘The Amazing Spider-Man’, aunque sin ser algo tan descarado.
En definitiva, ‘The Amazing Spider-man’ es una buena demostración de que una franquicia aparentemente agotada aún puede dar mucho de sí, tal y como ya demostró también ‘El Origen del Planeta de los Simios’ el año pasado. Y es que si tienes un director que sabe lo que hace, un guión que no va dando bandazos y un buen reparto, lo más normal es que te salga algo que merezca la pena, y que encima funciona a las mil maravillas como entretenimiento veraniego. Eso sí, es por los pequeños detalles (y cierta tendencia del guión a atar ciertos cabos sueltos a través de casualidades) por lo que ‘The Amazing Spider-man’ no llega a ser muy buena, pero eso no impide que sea una película muy recomendable que supera holgadamente el otro inicio de las aventuras de este superhéroe que vimos hace ya diez largos años.