Reza el dicho popular que "rectificar es de sabios" y, siendo sinceros, pocas cosas sientan mejor que hacer las paces con uno mismo y el universo y entonar el mea culpa en un texto que, emulando al emérito, podría resumirse con un sencillo "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir". Para Juancar, lo de equivocarse siguió estando a la orden del día, pero os aseguro que, en mi caso, no hay vuelta atrás. Pongámonos en situación.
Después de ver en su momento la primera 'Terrifier', que no deja de ser un producto hijo de su limitadísimo presupuesto, y de desistir en mi primer intento de visionado con una 'Terrifier 2' que se me terminó indigestando por la combinación de una duración excesiva, un fandom machacón y una retahíla de noticias diarias que nos recordaban los vómitos que provocaban sus truculentas escenas, perdí todo el interés en la saga de Damien Leone.
Por supuesto, con esta animadversión —ahora sé que infundada— hacia el que, sin duda, es uno de los grandes fenómenos del cine de terror reciente, no tenía intención alguna de entregarme a los presuntos placeres de una 'Terrifier 3' que ha arrasado la taquilla estadounidense en un milagro digno de celebración y que puso patas arriba el Festival de Sitges. Pero fue entonces cuando un alegato inesperado a favor de Art el Payaso me hizo cambiar de perspectiva.
Todo depende del cristal con que se mire
Carlos, un buen amigo —y mejor guionista— que suele ser la voz de la razón, me dio un consejo después de escuchar mi desdén hacia la trilogía de slashers. Más o menos fue algo como "Víctor, vuelve a ver la segunda pero con otra perspectiva. Mira detrás del gore, ve al pase de la tercera y después me cuentas". Pocos días después, tras maratonear 'Terrifier 2' y 'Terrifier 3', le escribí un mensaje que ahora yace enterrado entre memes y reels de lo más grotescos: "ULTRAFAN DE TERRIFIER. Salgo de la 3 levitando".
Y es que, en efecto, estaba observando 'Terrifier' desde el ángulo equivocado. Tras dejar de arquear la ceja y liberarme de prejuicios vi claramente que lo verdaderamente importante de la trilogía y, especialmente, en sus dos últimas entregas, no radica en sus salvajes escenas de asesinatos ni en el repertorio de animaladas que el señor Leone proyecta en pantalla —que, por cierto, son geniales—. La miga, y lo que me ha hecho caer rendido ante ella, es la construcción paulatina de un universo interesantísimo.
La verdad es que llevábamos mucho, pero que mucho tiempo sin ver una saga del subgénero que se esforzase tanto por crear un lore que eclipsase a las toneladas de carne cercenada, vísceras y hemoglobina que salpican su metraje y a un villano con aura de icono pop de la talla de Art. 'Terrifier' lo ha hecho poquito a poquito, plantando semillas en la secuela que han empezado a germinar en una 'Terrifier 3' mucho más grande, mucho más ambiciosa y muchísimo mejor.
Recuperando la sabiduría de Carlos, no es difícil trazar líneas entre el hitazo de 2024 y una 'Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño' que en nos enseñó que las peripecias de Freddy iban mucho más allá de su creatividad para triturar adolescentes en sueños, cautivando gracias a una mitología que comenzó a crecer inesperadamente en 1987.
Lore, vísceras y lentes Panavision
Demonios del inframundo, maldiciones proféticas y un componente paranormal que parece guiñar el ojo a Sam Raimi han elevado a una 'Terrifier 3' que, por otro lado, atesora muchas más virtudes; comenzando por una protagonista que va más allá del tropo de la final girl para alzarse como un personaje con cara y ojos y que refleja todo lo que debería haber sido la Laurie Strode entrada en años de la última trilogía de 'Halloween', pero en versión veinteañera.
A todo esto, no podemos obviar lo bien que le ha sentado a la producción tener un presupuesto muchísimo más holgado —2 millones de dólares frente a los 250.000 de la anterior—. Esto ha permitido confeccionar un gore cinco tenedores para gourmets de las carnicerías fílmicas y envolver el relato con un empaque visual mucho más refinado que, combinando las capacidades de la ARRI Alexa 35 con lentes Panavision —y un buen proceso de color grading—, evoca a clásicos como 'Navidades negras' o 'El asesino de Rosemary'.
Probablemente, la mayor pega que pueda poner a 'Terrifier 3' es su condición de capítulo de transición hacia una inevitable —tanto a nivel narrativo como puramente industrial— cuarta parte que, de seguir con la tendencia vista hasta ahora, podría convertirse en una catedral del slasher que recordarán las futuras generaciones de aficionados. Esos que, como un servidor, aplauden y estallan en carcajadas al ver a un payaso eviscerar a un universitario con una sierra mecánica después de asesinar a unos cuantos niños inocentes sin ningún tipo de piedad —y con bastante cachondeo, claro—.
¡Ah! Y antes de que se me olvide, un último consejo: haced caso a vuestros amigos.
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