Aún recuerdo mi primer visionado de ‘Terminator’ de James Cameron, un frío sábado de 1985 en un viejo cine de Ourense. Allí con 14 años quedé muy impresionado con la visión apocalíptica de un futuro realmente desesperanzador firmado por un entonces desconocido Cameron (había dirigido ‘Piraña 2: Los vampiros del mar’, más mala que el hambre). Con el paso de los años en posteriores visionados, fui comprobando que la sensación que me había producido la película no era por mi adolescente e impresionable personalidad. Mucho después llegó ‘Terminator 2’, película que si bien no me convenció tanto como la anterior (prometo volver a revisarla un día de estos) contenía algunas secuencias inolvidables. Sea como fuere, ambas mostraban brevemente un futuro desolador que infundía un gran temor. El destino de la humanidad era someterse a las máquinas, hasta que John Connor apareció con un pequeño resquicio para la esperanza.
Nada de esto aparece en ‘Terminator 3’, en la que Jonathan Mostow filmó una buena persecución con una grúa y nada más. Nick Stahl, inolvidable en la serie ‘Carnivale’ y patético como Connor, no tenía el carisma suficiente, y Schwarzenegger se repetía demasiado con el personaje que mejor ha sabido interpretar. Cuando parecía que no habría más películas sobre temibles Terminators, va y aparece McG (responsable de lindezas como ‘Los ángeles de Charlie’, protagonizada por tres muñecos insoportables) y se atreve a intentar aportar algo a la saga con ‘Terminator Salvation’, irónico título donde los haya, dada la calidad de la ¿película?
‘Terminator Salvation’ está ambientada en el 2018. John Connor es el líder de la resistencia en la lucha de humanos contra las máquinas lideradas por Skynet. Obsesionado por encontrar a Kyle Reese (de quien sabe por las grabaciones que su madre, Sarah Connor, le dejó), se cruzará en su camino con Marcus Wright, alguien que sólo recuerda haber estado en el corredor de la muerte, y que lleva consigo un importante secreto que puede suponer el fin de la humanidad. Marcus se unirá a Connor en la lucha contra las máquinas. Evidentemente el tráiler se encargó de fastidiar la sorpresa de Marcus, pero aunque no lo hiciera, creo que era fácilmente deducible, sobre todo porque si no, el penoso prólogo de la película (en el que sale una espantosa Helena Bonham Carter) no tendría razón de ser. ¿Por qué esa manía de incluir prólogos en las películas que no hacen más que estropear el devenir del argumento?
Tras esa introducción, viene una engañosa secuencia de acción con helicópteros en la que McG juega a planificar, olvidándose de imprimir ritmo a la escena, o emoción. Se presenta al personaje de Connor, más tarde a todos los que forman la resistencia y así sucesivamente en una película formada por bloques que carecen de unidad, y donde se intenta impresionar al espectador con efectos especiales tan bien hechos como mal empleados. Éstos quedan por encima de la película, sin aportar nada a la historia (mínima) que se narra. Una historia que bien podría haber escrito mi perro en una noche de descomposición, dada su aplastante simpleza, su falta de garra e interés, y sobre todo por pasarse por el forro el universo creado por James Cameron, por destrozar de cabo a rabo el futuro que nos hizo soñar, que nos hizo temer.
El futuro expuesto por McG, y sus dos guionistas (los mismos responsables de la tercera entrega) es una completa memez, una mezcla insulsa de las películas de Mad Max, con ecos hasta de ‘Transformers’. ¿Alguien me puede explicar cómo en medio del desierto aparece un robot gigantesco que ataca a varios personajes que no le han oído acercarse? Que todo esté destruido no tiene nada que ver con hacer temer al espectador la posibilidad de un futuro controlado por máquinas, las cuales por otro lado no impresionan ni lo más mínimo. El robot gigante es un ruidoso de narices, las motos pueden tumbarlas con una cuerda (toma detalle de guión inteligente), y los terminators que todos conocemos hacen acto de presencia en el tramo final del film, cuando un digitalizado Schwarzenegger provoca más vergüenza ajena que otra cosa.
La puesta en escena de McG es de las que claman al cielo, incapaz de dotar al film de ritmo, estropeando todas las secuencias de acción sin ni siquiera ser capaz de narrar dos acciones en montaje paralelo, por lo que toda posible emoción queda anulada; y es que ‘Terminator Salvation’ es una película sin emoción, uno no siente absolutamente nada cuando la ve, ni siquiera proporciona el esperado entretenimiento que se supone una de estas películas debe ofrecer. De ella poco se esperaba en verdad, pero los límites a los que llega son verdaderamente insultantes, llena de situaciones ridículas, resueltas de forma abrupta e inverosímil (la persecución que culmina en el puente es para abandonar la sala). Es el colmo de las películas de Sci-Fi: que nos podemos creer la existencia de un mundo ideado, pero que no nos traguemos todas las situaciones planteadas en el argumento por irrisorias.
Hasta los guiños a las otras entregas están realizados sin ganas, y colocados a lo largo de la trama sin ton ni son. Citemos por ejemplo la famosa frase que pronuncia Kyle Reese en el film de 1984 cuando encuentra a Sarah Connor: “Ven conmigo si quieres vivir”. En la presente la pronuncia cuando se encuentra con Marcus. O la forma en la que éste le enseña a manejar un arma, puede verse que en el film original (o sea, cuando más adelante viaja al pasado) roba una idéntica de un coche de policía y que maneja como Marcus le enseñó. Son detalles que evidentemente emparejan a las películas, presumibles nexos de unión entre ellas, pero que en el fondo no son más que paja. El guión es tan rematadamente malo que se quedan en nada.
Llegados a este punto,uno puede pensar que tal vez el reparto de ‘Terminator Salvation’ podría salvar a la película de la quema, pero no es así, al contrario, ayuda a que ésta se hunda aún más, pues los personajes simplemente no existen. Christian Bale realiza una de sus más sosas interpretaciones como John Connor, carente de carisma, e interpretado sin ganas como si al actor sólo le interesase cobrar el sustancioso cheque al final del rodaje y listo, a vivir de rentas. Bryce Dallas Howard, la preciosa Bryce Dallas Howard decepciona como la pareja de Connor, embarazada, simplemente puesta ahí para señalar que Connor tendrá descendencia (madre mía, que saga más larga nos van a colar). Anton Yelchin nos hace echar mucho de menos a Michael Biehn, y hasta logra que nos caiga mal el personaje. Michael Ironside sale en dos escenas poniendo cara de pocos amigos y se acabó. Y el que se supone el descubrimiento de la película, Sam Worthington, parece estar interpretando otro papel en otro film distinto. Mucho me temo que este actor empezará a ser famoso de verdad gracias a cierta película de James Cameron que se estrena en diciembre.
‘Terminator Salvation’ es un bodrio apocalíptico, una tomadura de pelo de más de 200 millones de dólares que trata al espectador como a un idiota. Un puñetazo directo a los recuerdos de todos aquellos que temblaron de emoción con el ya lejano trabajo de Cameron, convirtiendo la pesadilla que éste soñó en un chiste de mal gusto, aburrido y soporífero. Mientras espero volver a disfrutar con aquella película que nos descubrió a una inmensa Linda Hamilton con la que tuvimos turbadores pensamientos, me retiro a mis aposentos a escribir sobre el más bestia tiroteo a un autobús que se haya visto en una pantalla.
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